Hugonotes
Dices bien, Margarita encantadora,
En tu régia mansión la paz serena
De dicha celestial el alma llena,
Nadie suspira, se lamenta ó llora.
Tesoro de bondad, la mediadora
Quisieras ser en la ciudad del Sena,
En el fatal instante en que resuena
De religión la lucha asoladora.
¡Mas ay! en vano tu divino acento
Calmar pretende á la iracunda y ciega
Turba, que ruge cual leon hambriento;
En vano, en vano tu piedad le ruega,
Que esa campana en su clamor violento
Grita que el pueblo á asesinar se entrega.
MARGARITA.
Fausto.
I
Tan dulce como tú, tan hechicera,
Del trágico alemán la fantasía
A Margarita soñó, cuando escribía
Su leyenda sublime y duradera.
La ingenuidad de la pasion primera
Que á la callada flor consulta y fia
De amor la duda que le acosa un día
Ante el halago de pasión artera,
¡Cuál resplandece en tí con dulce encanto!
¡Cómo brilla en tus ojos la ventura
A la hora del placer, y cómo el llanto
De tu alma dice la sin par ternura
Divina Margarita! y á tu canto
¡Cuál se aleja de las almas la amargura!
MARGARITA.
Fausto.
II
Hubo en Thule, ¿te acuerdas, Margarita?
Un rey á quien su dama en el instante
Postrero de la vida, dióle amante
Copa áurea en prenda de pasion bendita.
El tiempo que á la nada precipita
Cuanto ilumina el sol con luz brillante,
Vencer no pudo la pasion constante
Ni disipar del rey la amarga cuita.
Al entregar el trono á su heredero
A la hora de morir, la copa de oro
Lanzó del mar hasta el abismo fiero....
Cuando te alejes, ruiseñor canoro,
Y triste escuche tu cantar postrero,
Arrojaré mi lira al mar sonoro.
A CLEMENTINA.
Y partes, golondrina emigradora,
Y por otra region á Anáhuac dejas?
Comprendes que te adoran, y te alejas
Sin ver que el alma por tu ausencia llora.
Mañana, cuando brille de la aurora
El sonrosado albor, junto á tus rejas
En vano tu cantor sus tristes quejas
A repetirte volverá, señora.
¡Cuánto es amargo del adios postrero
El eco triste que en el alma suena
En este del partir instante fiero!
¿Cómo la vida trascurrir serena
Veré, sin escuchar el hechicero
Arrullo de tu voz de encanto llena?
A LA INVENCIÓN DEL TELÉGRAFO ELÉCTRICO.
De las corrientes de la mar sonora,
Del rayo de la luz que baña el suelo,
Del águila caudal que eleva el vuelo
A los espacios do la nube mora;
Del eco del cañon que aterradora
Llama vomita derramando el duelo;
De cuanto el hombre concibió en su anhelo
De poder, eres tú la vencedora.
¡Quién igualarte puede, mensajera
Que cruzas el espacio, y el profundo
Abismo de la mar airada y tiera!
Prodigio entre prodigios sin segundo,
Consuelo das al que anhelante espera
Y eres lazo de amor que liga el mundo.
CARMEN.
No hay en la tumba que te guarda, flores;
Tu nombre nada más, casi borrado,
Recuerda al caminante descuidado
El término fatal de tus amores.
Del sol á los postreros resplandores
Evocando memorias, he llegado
Sin saberlo hasta aquí, y he recordado
¡Oh Cármen! tus hechizos seductores
Ya todos te olvidaron; fuiste un dia,
Cármen hermosa, la gentil sultana
A quien la alegre juventud rendia
Tributo por su gracia soberana,
Y hoy que descansas en la tumba fria
Ya nadie piensa en tí; ¡miseria humana!
13 DE AGOSTO DE 1521.
Del bello Anáhuac la gentil señora,
La gran Tenoxtitlan que en oro y flores
La frente reclinaba á los fulgores
Del sol radiante que sus cumbres dora,
Ya es presa de Cortés; ya la invasora
Hueste que siembra por doquier horrores,
Los templos profanó, y en sus furores
Nada respeta, ni a mujer que llora.
Cayó el imperio que Tenoch un dia
Fundó á la orilla del sereno lago,
Y Cuauthemoc heroico defendía.
Callad! no importa! pues el aire vago
Difunde la tremenda profecía:
Venganza alcanzará tan fiero estrago.
LA MAÑANA.
Del sol la luz esplendorosa baña
Del monte altivo la argentada nieve;
La rubia espiga del trigal se mueve
Los vientos al llegar de la montaña;
El ágil labrador de su cabaña
Al campo sale tras descanso breve
Que no ha turbado torcedor aleve:
Pues que nada ambiciona y nada extraña;
La verde grama que tapiza el suelo
Ostenta, con orgullo, del rocío
Las blancas perlas que lloró la noche;
Se eleva el ave hasta el azul del cielo,
Gozoso corre murmurando el río
Y la rosa gentil abre su broche.
LA SIESTA.
Tras el regio festin de la mañana
De aromas, y de luz, y de armonías,
Parece que á tan dulces alegrías
Natura, tregua, por brindar se afana.
La vocinglera turba cortesana
De aves canoras, busca las umbrías
Soledades do corren mansas, frías,
Las aguas puras que la roca mana.
Los brazos de la ninfa encantadora
Busca el amante con febril empeño
Y ardiente jura que sin tin la adora.
Ella le llama con pasión su dueño,
Se embriagan con su dicha seductora
Y el ángel del amor vela su sueño.
LA TARDE.
La esmeralda del mar fulgente brilla
Al recibir del sol la luz postrera,
El nido busca el ave placentera,
Cantando el pescador deja la orilla.
En la humilde cabaña la sencilla
Y cristiana oración sube á la esfera
Como el sagrado incienso, porque espera
En el Señor y á su poder se humilla.
La vespertina estrella misteriosa
Diamante finge que sujeta el velo
Allí en la frente de la casta esposa;
La noche se aproxima en tardo vuelo,
Mece la flor la brisa rumorosa,
Todo es quietud en la extensión del suelo.
LA NOCHE.
Cual dama hermosa que el oscuro velo
Para acercarse á su adorado, toma
Y en él se envuelve, y tras el velo asoma
La luz radiante de su dulce anhelo;
Como el arrullo del amor el vuelo
Detiene apasionada la paloma,
Y envuelta de la flor en el aroma
Se lanza al nido de su dicha cielo,
Oculta así la noche en negro manto
Que el áureo polvo de los astros llena,
Viene y derrama su divino encanto.
Piadosa alivia del mortal la pena,
Las gotas seca de su acerbo llanto
Y brinda al corazon la paz serena.
CUAUHTEMOC.
Cuando el imperio por Tenoch fundado
Miró llegar desde el lejano Oriente
Como tremenda tempestad rugiente
Al invasor inícuo y desalmado,
De patriotismo y de valor dechado,
Con sed de gloria y entusiasmo ardiente,
Sublime te opusiste á aquel torrente
Y Anáhuac tuvo su mejor soldado.
¡Oh prócer inmortal! cómo fulgura
Tu nombre ilustre, de la patria gloria,
Tan grande cual tu propia desventura!
Los siglos al pasar, de tu memoria
No el brillo opacan, porque eterno dura
El libro sacrosanto de la historia.
CUITLAHUAC.
Brilla en su frente la imperial corona
Cuando de Anáhuac el sagrado suelo
Profana Hernán Cortés, y allí en el cielo
La tempestad sus nubes amontona.
Noble y altivo su valor pregona,
Funda en la muerte su mejor anhelo,
Y al ver que Anahuac entre sangre y duelo
Con horrendo fragor se desmorona,
Lanza sus huestes á la lid; resiste
Al hierro y al corcel del castellano
Que con empuje formidable embiste ....
¡Victoria! su denuedo sobrehumano
Grabó en la historia con la Noche Triste
La fama del heróico mexicano.
COANACOCH.
¡Oh rey alcohuacano sin ventura,
Del infame Ixtlixochitl prisionero!
¿Por qué en las horas del combate fiero
Así te respetó la muerte dura?
Tu noble cuerpo, de infernal tortura
Libre quedara entónce hasta el postrero
Instante del vivir, y altivo, entero,
Defendieras la patria con bravura.
Heróicos hechos de eternal memoria
Hubieran señalado tu camino,
El libro enriqueciendo de tu historia!
No así lo quiso tu fatal destino;
Mas nada amengua tu brillante gloria
Y eterno luce tu blasón divino.
CACAMA.
De Grecia y Roma los caudillos fieros
Que del tiempo á través admira el mundo,
Émulo en tí hallaron sin segundo,
De Anáhuac honra, y flor de sus guerreros.
Tu voz, aliento daba á los flecheros
En la sangrienta lid, y con profundo
Rencor, lanzaban al aliado inmundo
El dardo que embotaban los aceros.
Cautivo al verte tras feral combate,
Y atado sin piedad á la cadena,
No tu denuedo varonil se abate:
Desprecias el puñal, y con serena
Mirada, ves la muerte; ¡tu rescate!
¡Sola esperanza que tu pecho llena!
TETLEPANQUETZAL
Monarca de Tlacópam! no perdido
Quede tu nombre que esplendente brilla
De Anáhuac en los fastos, sin mancilla;
Salve tu gloria el implacable olvido.
Los hados fieros, por tu mal, vencido
Te dieron al soldado de Castilla;
Mas nada importa; sucumbir no humilla
Cual cae el roble por el rayo herido.
Al ver el suelo de la patria hollado,
Latió tu noble corazón ardiente
Y al combate corriste denodado.
Ciñó el martirio tu radiosa frente
Y tu nombre inmortal quedó grabado
De México en la historia refulgente.
XICOTENCATL.
La nieve de los años todavía
Estaba léjos de su altiva frente;
De sangre juvenil la lava ardiente
En su esforzado corazon corría:
Mas, prudente y sagaz, miró la impía
Invasion castellana, cual torrente
A arrebatar dispuesto en su corriente
La vida y honra de la patria un día.
Entónces dando su rencor á olvido
Se lanza con ardor á la pelea,
Al lado del azteca aborrecido.
Así con gloria su pendon pasea,
Y Xicotencatl al caer vencido,
En morir por la patria se recrea.
EN EL BAILE Y EN EL TEMPLO.
En alegre festin, de dicha loca
Anoche te miré; su gala fuiste;
¡Qué bella y qué gentil resplandeciste!
Un nido de sonrisas fué tu boca.
La frente hoy cubres con la negra toca,
El humilde percal tus formas viste;
Lívido el labio.... la mirada triste
Ya no á los goces del amor provoca.
¿Por qué te miro así? ¿por qué hácia el templo,
Que es casa del Señor, hoy te encaminas
Semejante á figura de un retablo?
En vez de darnos de piedad ejemplo
Pruebas, niña, que das, ¿no lo imaginas?
Los huesos al Señor, la carne al diablo.
BIENVENIDA.
Llegue en buena hora la gentil viajera
De rubias crenchas y de azules ojos,
De placido mirar, de labios rojos,
Y de sonrisa grata y hechicera.
Como llega la hermosa primavera
Ocultando con flores los abrojos,
Llegue la niña así, de los enojos
Borrando pía la memoria fiera.
¡Oh rosa que brotó bajo otro cielo!
Ven, perfuma, embellece y engalana
Con tus encantos, de mi patria el suelo;
Ven, á tu hechizo arrobador, mañana
Los bardos cantarán con dulce anhelo
Tu belleza y tu gracia soberana.
A MI AMIGO D. PEDRO SANTACILIA.
La hermosa flor que engalanó tu huerto,
Con mano cariñosa cultivada
Por tí con dulce afán, hoy trasplantada
Miras, y temes al destino incierto.
No dudes, no; tu corazon abierto
Al gozo deja, pues que párte ornada
De la santa virtud quo es la preciada
Nave segura que conduce al puerto.
Será felice, y al mirar cumplida
De sus ensueños la ilusión brillante,
Te amará más y más, agradecida.
Hija, te daba su ternura amante:
Esposa y madre, llevará de egida
Tu nombre, como el faro el navegante.
A TERESA.
Hay tanta juventud y tanta vida
¡Oh Teresa gentil! en tu hermosura,
Que al ver tus ojos do el placer fulgura
Todo un pasado de dolor se olvida.
¡Cómo no amarte, si de flor garrida
Tienes el talle; si tu voz murmura
Cual aura en el pensil; si la ternura
Tu sér pregona y al amor convida!
Hay algo en tí de celestial promesa,
Hay algo en tí de arrobador ensueño
Que paz al corazon y dicha infunde.
¡Feliz quien logre proclamar, Teresa,
Que es de tu encanto seductor el dueño,
Que tu sér con el suyo se confunde.
LAZO DE AMOR.
Ese ángel puro que con dulce anhelo
Gozosos contemplais en este día,
Lazo es de amor que á vuestro hogar envía
Como una santa bendicion el cielo.
Lirio que brota á perfumar el suelo,
Ave parlera y fuente de alegría
En la vida tendreis que ayer corría
En triste soledad y amargo duelo.
Bendecid al Señor; brillante aurora
A vuestro noble corazon ofrece
Tras la noche de pena abrumadora.
Bendecid al Señor; él resplandece
En la dulce sonrisa encantadora
Del niño que un arcángel os parece.
LA PARTIDA.
Del mar azul en la extensión la luna
Su luz difunde placentera y grata;
Como en espejo de luciente plata
Se mira reflejar sin mancha alguna.
En tanto, de la mísera fortuna
La rueda siempre veleidosa, ingrata,
Prosigue su girar, y me arrebata
A la beldad que amé como á ninguna.
Hiende las olas la velera nave
Que al alma roba su mejor tesoro,
A la que canta como trina el ave.
Y al ver que párte la mujer que adoro,
El dardo siento de la pena grave
Y el mar aumento con mi triste lloro.
TU VOZ.
Más dulce que la brisa que suspira
Al posarse en el cáliz de las flores,
Más grata que del prado los rumores
Cuando la luz en occidente espira;
Más tierna que los ecos de la lira
Con que cantan su amor los trovadores,
Melodiosa cual de tiernos ruiseñores
La triste queja que el amor inspira.
Llegó á mí tu voz; profunda pena
Mi desgraciado corazón sentía
Y el alma estaba de amargura llena.
De tu voz á la célica armonía
Volvió mi vida á trascurrir serena
"Como otros tiempos, cuando Dios quería."
RESIGNACIÓN.
No importa; sigue, mísera fortuna
Hiriendo sin piedad con tus rigores,
Y cual secaste las primeras flores
Que brotaron á orillas de mi cuna,
Seca así las demás; cuando ninguna
Mi senda alfombre ni me brinde olores,
El consuelo hallaré de mis dolores
En la virtud y fé que mi alma aduna.
Pasan los goces de la breve vida,
La amistad, el amor, cuanto hay de hermoso,
Y acaba el débil cual sucumbe el fuerte.
Mas el que lleva la virtud de egida
Feliz encuentra bienhechor reposo
En el seno tranquilo de la muerte.
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A LELIA.
Hay en la luz de tus azules ojos,
¡Oh reina de la gracia y gentileza!
Irresistible imán, y tu belleza
Inspira glorias y disipa enojos.
Hay en la rosa de tus labios rojos
La dulzura que borra la tristeza,
Y pródiga te dió Naturaleza
Hechizos seductores por despojos.
Feliz quien pueda proclamar ufano
Que es dueño de tan cándida hermosura
Y escuche que le llames soberano;
Feliz quien goce tan sin par ventura,
Y desdichado aquel que implore en vano
El dulce beso de tu boca pura.
A JUAREZ.
Sombra del héroe que el mejor escudo
Fué del Anáhuac, y esplendente gloria,
Cuando esquiva mostróse la victoria
De la invasión ante el empuje rudo,
A tu excelsa mansión llegue el saludo
De eterna gratitud, que á tu memoria
Un pueblo eleva al repasar tu historia
Que el negro olvido sepultar no pudo.
La noble juventud y sus mayores,
Tu fosa que es altar bendito y santo
De Patria y Libertad, cubren de flores;
Te ofrece el bardo su armonioso canto,
Plácida niñez dice tus loöres
Y la fama te da su regio manto.
AL SUEÑO.
¡Oh sueño bondadoso! á tí me entrego,
A tí que alejas el mortal quebranto
Cuando te acercas con cariño santo
Brindando al alma celestial sosiego.
Cierra mis ojos escuchando el ruego
Del triste corazón que anega el llanto,
Y en onda pura de inefable encanto
De mi rudo penar apaga el fuego.
Ven; á tu influjo bienhechor las horas
Veloces se deslizan, como ruedan
Del arroyo las aguas bullidoras.
Ven, sueño dulce, ven; solo me quedan
Tus bellas ilusiones seductoras
Que la pasada realidad remedan.
AL POPOCATEPETL.
No te quiero pedir tu lava ardiente
Para inundar con ella la campiña,
Ni que tu aliento abrasador constriña
Al invasor á doblegar la frente.
Baste al Anáhuac el amor ferviente
De sus hijos mejores, cuando riña
En combate feral; su frente ciña
Del vencedor el lauro refulgente.
Gran Popocatepetl! si fiero estalla
De la guerra implacable el ronco estruendo,
Ilumina con tu lumbre la batalla;
Anuncie al mundo tu bramar horrendo
Que nadie al mexicano le avasalla,
Que su honra sabe defender muriendo.