A RAFAEL OBLIGADO.

(Dedicatoria de un libro).

Las dulces notas de tu laüd de oro,

Egregio trovador, á mí llegaron

Y absorto las oí; me deleitaron

Como los trinos del turpial canoro.

Es tan excelso tu cantar sonoro,

Que al oirlo á mi mente se agolparon

Recuerdos de ilusiones que formaron

En otros dias mi mejor tesoro.

Al Pindo quise remontar el vuelo,

El lauro pretendí de la poesía;

Mas me negó la inspiración el cielo.

Por eso, al escucharte, al arpa mía

No pido notas en mi ardiente anhelo

Y humilde prosa mi amistad te envía.

¿POR QUÉ?

La gloria, y el poder, y la grandeza,

Todo pasa veloz, y todo en suma

No es sino pompa de argentada espuma

Que pierde en un instante su belleza.

Tras los halagos del placer, tristeza;

En pos del fausto la miseria abruma

Cual tras radiante sol llega la bruma;

Lo prescribe en su ley Naturaleza.

Si nadie vence al implacable olvido

Cuando desata su tormenta insana

Y al hombre envuelve en su tiniebla fria,

¿Por qué de orgullo y vanidad henchido

En ostentar el hombre así se afana

Poder y gloria y esplendor de un dia?

A UN AMIGO.

En sueño eterno, por su bien, dormido

Se encuentra el niño que formó tu encanto;

La muerte le ha cubierto con su manto,

Ya no su voz deleitará tu oído.

Así lo quiso Dios! cese el gemido

Del alma triste, y el acerbo llanto;

Ya el niño es ángel que al Eterno y Santo

Por tí hoy implora y por tu hogar querido.

Del mundo miserable en los abrojos,

El hombre arrastra la fatal cadena

De dudas, de tormentos y de enojos.

¡Dichoso aquel que párte a la serena

Region do nunca nublará sus ojos

El llanto inextinguible de la pena!

A UNA VIEJA.

No te pido perdón; jamás perdona

La que se oyó nombrar antigua y fea;

Y lo vuelvo á decir: no me recrea

Edificio que ya se desmorona.

¿Que tu eres rica? el mundo lo pregona,

¿Que eres sábia? no falta quien lo crea;

¿Que eres tesoro de virtud? pues sea,

Mas la virtud en vieja nada abona.

Sé muy bien que la gracia y la hermosura

Acaban, y que solo permanece

El noble corazón de Dios hechura;

Mas sé tambien que con los años crece

El horror que nos causa la figura

Que seca momia á la mirada ofrece.

TRASFORMACION.

¿Y eres tú, y eres tú, la ninfa hermosa,

Mi dulce amor en los risueños dias

De mi temprana edad, cuando vivias

En mí pensando amante y cariñosa?

Eran, ¿te acuerdas? para mi alma ansiosa

Nido de amor tus labios, armonías

Los ecos de tu voz; resplandecías

Por bella y por gentil y por graciosa.

Por contemplar tu rostro soberano

Quise mil veces arrostrar la muerte,

De mi pasión en el delirio insano;

Y hoy que á mi paso la voluble suerte

Te vuelve á colocar, anhelo en vano

En esta sombra triste conocerte.

EL TORMENTO.

La miserable chusma vocifera

Al ver burlada su voraz codicia,

Y pide á Hernán Cortés que la justicia

En aras viole de pasion rastrera.

El duro vencedor teme á la fiera

Desbordada altivez de su milicia,

Y criminal y torpe la acaricia

Y al grande Cuauhtemoc manda á la hoguera.

Ibero capitán! tú no comprendes

La negra mancha y el eterno daño

Que sobre el nombre de tu patria tiendes.

Contempla á Cuauhtemoc al miedo extraño

Cuando la hoguera sin piedad enciendes,

Como si fuera de deleite un baño.