(Dedicatoria de un libro).
Las dulces notas de tu laüd de oro,
Egregio trovador, á mí llegaron
Y absorto las oí; me deleitaron
Como los trinos del turpial canoro.
Es tan excelso tu cantar sonoro,
Que al oirlo á mi mente se agolparon
Recuerdos de ilusiones que formaron
En otros dias mi mejor tesoro.
Al Pindo quise remontar el vuelo,
El lauro pretendí de la poesía;
Mas me negó la inspiración el cielo.
Por eso, al escucharte, al arpa mía
No pido notas en mi ardiente anhelo
Y humilde prosa mi amistad te envía.
¿POR QUÉ?
La gloria, y el poder, y la grandeza,
Todo pasa veloz, y todo en suma
No es sino pompa de argentada espuma
Que pierde en un instante su belleza.
Tras los halagos del placer, tristeza;
En pos del fausto la miseria abruma
Cual tras radiante sol llega la bruma;
Lo prescribe en su ley Naturaleza.
Si nadie vence al implacable olvido
Cuando desata su tormenta insana
Y al hombre envuelve en su tiniebla fria,
¿Por qué de orgullo y vanidad henchido
En ostentar el hombre así se afana
Poder y gloria y esplendor de un dia?
A UN AMIGO.
En sueño eterno, por su bien, dormido
Se encuentra el niño que formó tu encanto;
La muerte le ha cubierto con su manto,
Ya no su voz deleitará tu oído.
Así lo quiso Dios! cese el gemido
Del alma triste, y el acerbo llanto;
Ya el niño es ángel que al Eterno y Santo
Por tí hoy implora y por tu hogar querido.
Del mundo miserable en los abrojos,
El hombre arrastra la fatal cadena
De dudas, de tormentos y de enojos.
¡Dichoso aquel que párte a la serena
Region do nunca nublará sus ojos
El llanto inextinguible de la pena!
A UNA VIEJA.
No te pido perdón; jamás perdona
La que se oyó nombrar antigua y fea;
Y lo vuelvo á decir: no me recrea
Edificio que ya se desmorona.
¿Que tu eres rica? el mundo lo pregona,
¿Que eres sábia? no falta quien lo crea;
¿Que eres tesoro de virtud? pues sea,
Mas la virtud en vieja nada abona.
Sé muy bien que la gracia y la hermosura
Acaban, y que solo permanece
El noble corazón de Dios hechura;
Mas sé tambien que con los años crece
El horror que nos causa la figura
Que seca momia á la mirada ofrece.
TRASFORMACION.
¿Y eres tú, y eres tú, la ninfa hermosa,
Mi dulce amor en los risueños dias
De mi temprana edad, cuando vivias
En mí pensando amante y cariñosa?
Eran, ¿te acuerdas? para mi alma ansiosa
Nido de amor tus labios, armonías
Los ecos de tu voz; resplandecías
Por bella y por gentil y por graciosa.
Por contemplar tu rostro soberano
Quise mil veces arrostrar la muerte,
De mi pasión en el delirio insano;
Y hoy que á mi paso la voluble suerte
Te vuelve á colocar, anhelo en vano
En esta sombra triste conocerte.
EL TORMENTO.
La miserable chusma vocifera
Al ver burlada su voraz codicia,
Y pide á Hernán Cortés que la justicia
En aras viole de pasion rastrera.
El duro vencedor teme á la fiera
Desbordada altivez de su milicia,
Y criminal y torpe la acaricia
Y al grande Cuauhtemoc manda á la hoguera.
Ibero capitán! tú no comprendes
La negra mancha y el eterno daño
Que sobre el nombre de tu patria tiendes.
Contempla á Cuauhtemoc al miedo extraño
Cuando la hoguera sin piedad enciendes,
Como si fuera de deleite un baño.