El labrador y la víbora

Llegado el invierno, un labrador encontró una víbora helada de frío.

Apiadado de ella, la recogió y la guardó en su pecho. Reanimada por el calor, la víbora, recobró sus sentidos y mató a su bienhechor, el cual, sintiéndose morir, exclamó:

—¡Bien me lo merezco por haberme compadecido de un ser malvado!

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