IV

Idéntica satisfacción experimenté también al despertar del absurdo sueño antes citado de que mi padre había desempeñado, después de su muerte, una importante misión política entre los magiares, hallándose motivada en este caso por la persistencia de la sensación que acompañaba a la última frase del sueño. «Recuerdo que mi padre presentaba en su lecho de muerte un extraordinario parecido con Garibaldi y celebro que haya llegado a cumplirse lo que tal semejanza prometía…» (A esto se agrega una continuación olvidada.) El análisis me proporciona el material correspondiente a esta laguna. Trátase de la mención de mi hijo segundo al que puse el nombre de una gran personalidad histórica que se había atraído poderosamente mi admiración, sobre todo durante mi estancia en Inglaterra. Durante el embarazo de mi mujer concebí el propósito de poner al esperado descendiente, si resultaba ser varón, el nombre de dicha personalidad, y en cuanto me presentaron al recién nacido le saludé ya muy satisfecho con dicho nombre. No es difícil observar que los padres suelen transferir en su pensamiento a sus hijos la consecución de aquellas aspiraciones que ellos se han visto obligados a reprimir, e incluso hemos de ver en esta circunstancia uno de los medios que facilitan dicha ineludible represión. El pequeño ser adquirió el derecho de ser incluido en este sueño por haberle sucedido aquel día el accidente -disculpable en los niños y en los moribundos- de haber ensuciado sus ropas. Recuérdese en relación con esto la alusión Stuhlrichter (Stuhlrichter = juez; Stuhl = silla; Stuhlgang = deposición), y el deseo.del sueño; aparecer limpio de toda impureza ante nuestros hijos después de la muerte.

 

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