Notas

[1] Frazer, Totemism and exogamy, tomo I, pág. 53: «La relación creada por el tótem es más fuerte que la de sangre o de familia, en el sentido moderno de la palabra». <<

[2] El sucinto resumen que antecede del sistema totémico exige algunas aclaraciones y reservas. La palabra totem fue introducida, bajo la forma «totam», en 1791 por el inglés J. Long, que la tomó de los pieles rojas de América del Norte. El objeto mismo ha despertado poco a poco en la ciencia un vivo interés y provocado abundantes trabajos, entre los cuales citaremos, como los más importantes, el titulado Totemism and exogamy (1910), obra en cuatro volúmenes de J. G. Frazer, y las investigaciones y publicaciones de Andrew Lang (Secret of the totem, 1905). Al escocés J. Ferguson Mac Leenan (1869-1870) se debe el mérito de haber reconocido la importancia del totemismo para la historia de la humanidad primitiva. Entre los pueblos australianos, los del archipiélago oceánico, los de la India oriental, muchos de los de África y los indios de América del Norte se han encontrado instituciones totémicas. Pero determinadas huellas y supervivencias difíciles de interpretar permiten suponer que el totemismo existió igualmente en los pueblos arios y semitas primitivos de Europa y de Asia, de manera que los sabios se inclinan a ver en él una fase necesaria y universal del desarrollo humano.

¿Cómo llegaron los hombres primitivos a darse un tótem, esto es, a basar sus obligaciones sociales y sus restricciones sexuales en su descendencia de un animal? Sobre este problema existen numerosas teorías, cuya síntesis podrá hallar el lector en la Psicología de los pueblos, de Wundt (tomo II, «Mito y Religión»), teorías que aún no han logrado ponerse de acuerdo ni parece cercano el momento en que lo logren. En la presente obra me propongo someter el problema del totemismo a un estudio especial, recurriendo al método psicoanalítico. (Cf. el capítulo 4).

Si es cierto que existen divergencias por lo que respecta a la explicación teórica del totemismo, también lo es que no resulta posible enunciar sus hechos por medio de proposiciones generales, como lo hemos intentado en los párrafos que anteceden. No hay interpretación alguna que no comporte excepciones y objeciones. Pero no debe olvidarse que incluso los pueblos más primitivos y conservadores son, en un cierto sentido, pueblos antiguos y tienen detrás de sí un largo pasado, en el curso del cual lo que en ellos era primitivo ha sufrido un desarrollo y una deformación considerables. De este modo, en pueblos que presentan todavía actualmente el totemismo se nos muestra éste bajo los aspectos más variados de descomposición, fragmentación y transición a otras instituciones sociales y religiosas, o también en formas estacionarias, pero que deben apartarse considerablemente de Ja primitiva. Todo esto hace muy difícil determinar lo que en la situación actual constituye la fiel imagen de un pasado vivo y lo que, por el contrario, no es sino una deformación secundaria. <<

[3] Esta prohibición no impide, en cambio, al padre, que es canguro, tener relaciones incestuosas con sus hijas, que son emúes. En la transmisión paterna del tótem, el padre y los hijos serían canguro, y el padre no podría, por lo tanto, tener relaciones incestuosas con sus hijas, pero sí el hijo con la madre. Estas consecuencias de las prohibiciones totémicas demuestran que la herencia materna es más antigua que la paterna; pues tenemos más de razón para admitir que tales prohibiciones van dirigidas contra los impulsos incestuosos del hijo. <<

[4] Geschichte der menschlichen Ehe, segunda edición, año 1902. <<

[5] The native tribes of central Australia, Londres, 1899. <<

[6] Artículo «totemismo», en la Enciclopedia Británica, undécima edición, 1911 (A. Lang). <<

[7] Storfer ha llamado particularmente la atención sobre este punto en su estudio «Zur Sonderstellung des Vatermordes» (Schriften zur angewandten Seelenkunde, Viena, 1911). <<

[8] R. H. Codrington. «The Melanesians», en Frazer, To temism and exogamy, tomo I, pág. 77. <<

[9] Frazer, l. c., pág. 124, según Kleintitochen: Die Kuestenbewohner der Gazellen-Halbinsel. <<

[10] Frazer, l. c., pág. 131, tomo II, según P. G. Peckel en Anthropos, 1901. <<

[11] Frazer, l. c., tomo II, pág. 147, según el reverendo L. Fison. <<

[12] Frazer, l. c., tomo II, pág. 189. <<

[13] Frazer, 1. c., tomo II, pág. 388, según Junod. <<

[14] Frazer, l. c., tomo II, pág. 424. <<

[15] Frazer, l. c., tomo II, pág. 76. <<

[16] Frazer, l. c., tomo II, pág. 117, según C. Ribbe: Zwei Jahre unter den Kannibalen der Saloman Inseln (1905). <<

[17] Frazer, l. c., tomo II, pág. 385. <<

[18] Frazer, 1. c., tomo II, pág. 461. <<

[19] Crawley, The mystic rose, pág. 405, Londres, 1902. <<

[20] Crawley, l. c., pág. 407. <<

[21] Crawley, l. c., pág. 401, según Leslie: Among the zulus and amatongas, 1875. <<

[1] Voelkerpsychologie, tomo II, «Mythus und Religion», II, pág. 308, 1906. <<

[2] Este fin especial del tabú no puede ser considerado como primitivo y presenta, por lo tanto, para nosotros un menor interés. <<

[3] Voelkerpsychologie, tomo II,«Mythus und Religion», II págs. 300 y siguientes. <<

[4] L. c., pág. 237. <<

[5] L. c., pág. 307. <<

[6] L. c., pág. 313. <<

[7] Frazer: The golden baugh, II, Taboo and the perils of the soul, 1911, pág. 136. <<

[8] Tanto el placer como la prohibición se referían al tocamiento de los propios genitales. <<

[9] En la relación con las personas amadas por el niño, de las que emanaba la prohibición. <<

[10] Tercera edición, segunda parte: Taboo and the perils of the soul, 1911. <<

[11] Frazer, l. c., pág. 166. <<

[12] Frazer, Adonis, Attis, Osiris, pág. 248, 1907 según Hugh Low, Sarawak, Londres, 1848. <<

[13] J. O. Dorsay, citado en Frazer, Taboo…, pág. 181. <<

[14] Frazer, Taboo…, págs. 169 y ss. y pág. 174. «Tales ceremonias consisten en entrechocar los escudos, gritar, aullar y producir toda clase de ruidos con todos los instrumentos posibles». <<

[15] Frazer, Taboo…, pág. 166. Según Mueller, Reizen en Onderzoekingen in den lndischen Archipel, Amsterdam, año 1857. <<

[16] A propósito de estos ejemplos véase Frazer, Taboo…, págs. 165-190, «Manslayers taboed». <<

[17] Frazer, Taboo…, pág. 132: «He must not only be guarded, he must also be guarded against». <<

[18] Frazer, The magic art., I, pág. 368. <<

[19] Old New Zealand, by a Pakeha Maori, Londres, 1884, citado en Frazer, Taboo…, pág. 135. <<

[20] W. Brown: New Zealand and is aborigines, Londres, 1845; Frazer, ibíd. <<

[21] Frazer, Taboo…, «The burden of royalty». <<

[22] Kaempfer, History of Japan, citado por Frazer, l. c., página 3. <<

[23] A. Bastian, Die deutsche Expedition and der Loangokueste, Jena, 1874, en Frazer, l. c., pág. 5. <<

[24] Frazer, 1. c., pág. 13. <<

[25] Frazer, l. c., pág. 11. <<

[26] A. Bastián, Die deutsche Expedition an der Loangokueste, en Frazer, l. c., pág. 18. <<

[27] L. c., pág. 18, según Zweifel y Monstier, Voyage aux sources du Niger, 1880. <<

[28] Frazer, The magic art and the evolution of kings, año 1911. <<

[29] Frazer, Taboo…, págs. 138 y ss. <<

[30] W. Mariner, The natives of the Tonga Island, 1818. <<

[31] La enferma cuyas «imposibilidades» he comparado antes a las impuestas por los tabúes confesaba que se indignaba siempre que encontraba en la calle a una persona de luto. «Tales personas —decía— no deberían salir a la calle». <<

[32] Frazer l. c., pág. 353. <<

[33] Frazer 1. c. pág. 352. <<

[34] Frazer, 1. c., pág. 57. (Tomado de un antiguo investigador español, 1731). <<

[35] Frazer, l. c., pág. 360. <<

[36] Stekel, Abraham. <<

[37] Frazer cita a este respecto las declaraciones de los tuaregs del Sabara; L. c., pág. 353. <<

[38] Conviene formular aquí la reserva siguiente: «Mientras subsiste aún algo de sus restos corporales». Frazer, l. c., pág. 372. <<

[39] En las islas de Nicobar. Frazer, l. c., pág. 382. <<

[40] Wundt, «Mythus und Religion», II, pág. 49. <<

[41] Westermarck, l. c., tomo II, pág. 424. El texto de esta obra y las notas anejas contienen numerosos testimonios, a veces muy característicos, en apoyo de este punto de vista. Así, creían los maoríes que los parientes más próximos y amados cambiaban de naturaleza después de su muerte y se convertían en enemigos mal intencionados de sus familiares supervivientes. Los negros australianos creen que los muertos son temibles durante mucho tiempo, y su miedo a ellos es tanto más grande cuanto más próximo era su parentesco. Los esquimales poseen el convencimiento de que os muertos no se apaciguan sino al cabo de muy largo tiempo, siendo de temer, al principio, como espíritus maléficos que vagan a través de la aldea para sembrar en ella la enfermedad, la muerte y otras calamidades (Boas). <<

[42] R. Kleinpaul, Die Lebendigen und die Totem im Volksglauben, Religion und Sage, 1898. <<

[43] L. c., pág. 426. <<

[44] Las creaciones proyectivas de los primitivos se enlazan con las personificaciones por medio de las cuales exterioriza el poeta, bajo la forma de individualidades autónomas, las tendencias opuestas que luchan en su alma. <<

[45] «Mythus und Religion», tomo II, pág. 129. <<

[46] La investigación psicoanalítica de persona neuróticas que padecen o han padecido en su infancia el temor a los aparecidos nos descubre con frecuencia y sin gran dificultad que tales aparecidos, tan temidos, no eran otros que los padres. Véase sobre este tema el trabajo de P. Haeberlin titulado Sexualgespenster (Sexualprobleme, febrero 1912). <<

[47] Véase mi crítica de la obra de M. Abel: Gegensinn der Urworte, en el Jahrbuch fuer psychoanalyt, und psychopathol. Forschungen, tomo I, 1910. <<

[1] La necesidad de condensar los materiales nos obliga a renunciar a una bibliografía más o menos detallada. Me limitaré, pues, a recordar las conocidas obras de Herbert Spencer, J. G. Frazer, A. Lang, E. B. Tylor y W. Wundt, de las cules he tomado todas las informaciones sobre el animismo y la magia. La personalidad del autor se afirma en la selección de los materiales y en las opiniones que los mismos le sugieren. <<

[2] E. B. Tylor, Primitive culture, tomo I, pág. 425 segunda edición, 1903; W. Wundt, «Mythus und Religion» tomo II, pág. 173, 1906. <<

[3] Wundt, l. c., capítulo IV, Die Seelenvorstellungen. <<

[4] Véase sobre este tema, además de los trabajos de Wundt y de H. Spencer, los artículos correspondientes de la Enciclopedia Británica, 1911 (Animismo, Mitología, etc.). <<

[5] L. c., pág. 154. <<

[6] Citado por Tylor, Primitive culture, I, pág. 476. <<

[7] Cultes, mythes et religions, tomo II, pág. XV, 1909. <<

[8] L’année sociologique, VII, 1904. <<

[9] Asustar a un espíritu por medio de ruidos y gritos es un procedimiento de hechicería pura; en cambio, ejercer presión sobre él, por el conocimiento de su nombre, es un acto mágico. <<

[10] «The magic art.», II, pág. 67. <<

[11] La prohibición bíblica de reproducir las imágenes de los seres vivientes no fue dictada por un prejuicio contra las artes plásticas, sino con el fin de desviar a los hombres de la magia, de la cual abominaba la religión hebrea. Frazer, l. c., pág. 87, nota. <<

[12] «The magic art.», II, pág. 98. <<

[13] En el Edipo rey, de Sófocles, hallamos un eco de esta creencia. <<

[14] «The magic art.», I, pág. 120. <<

[15] L. c., pág. 122. <<

[16] «The magic art.», I, pág. 420 y siguientes. <<

[17] Cf. el artículo «Magic» (N. W. T.) en la 11.ª edición de la Enciclopedia Británica. <<

[18] L. c., pág. 54. <<

[19] Formulierungen ueber die zwei Prinzipien des psychischen Geschehens. Jahrb. f. psychoanal. Forsch., III, 1912, pagina 2. <<

[20] El rey Claudio en Hamlet (III, 4): «My words fly up, my thoughts remain below. Words without thougts never to heaven go». <<

[21] Véase el capítulo precedente. <<

[22] Parece como si hallásemos siempre «inquietantes» aquellas impresiones que tienden a confirmar la «omnipotencia de las ideas» y el pensamiento animista en general, del cual nos ha desviado ya nuestro juicio. <<

[23] Más adelante tendremos ocasión de mostrar la existencia de un motivo de este desplazamiento sobre un acto insignificante. <<

[24] Véase Una teoría sexual, de Freud. <<

[25] «It is almost an axiom with writers on this subject, that a sort of solipsism or berkleianism (as Professor Sully terms it as he finds it in the child) operates in the savage to make him refuse to recognise death as a fact». Marett, Preanimistic religion, XI, 1900, pág. 178. <<

[26] Nos limitaremos a indicar aquí que el narcisismo primitivo del niño es decisivo para el desarrollo de su carácter y excluye la hipótesis de un primitivo sentimiento infantil de inferioridad. <<

[27] S. Reinach, «L’art et la magie», en la obra Cultes, mythes et religions, I, págs. 125 a 136. Piensa Reinach que los pintores primitivos que grabaron o pintaron imágenes de animales en las paredes de las cavernas de Francia no se proponían procurar un placer, sino exorcizar. Por esta razón, dice, se encuentran tales dibujos en las partes más oscuras e inaccesibles de las cavernas y no reproducen jamás la imagen de animales peligrosos. «Les modernes parlent souvent, par hyperbole, de la magie du pinceau ou du ciseau d’un grand artiste et, en général, de la magie de l’art. Entendue au sens propre, qui est celui d’une contrainte mystique exercée par la volonté de l’homme sur d’autres volon tés ou sur les choses, cette expression n’est plus admissible; mais nous avons vu qu’elle était autrefois rigoureusement vraie, du moins dans l’opinion des artistes» (pág. 132). <<

[28] Reconocida por medio de la percepción endopsíquica. <<

[29] R. R. Marett, Preanimistic religion, Folklore, XI, 2, London, 1900.—Cf. Wundt, Mythus und Religion, II, página 171 y siguientes. <<

[30] Admitimos que en esta fase narcisista primitiva no existe aún distinción entre las fijaciones libidinosas y las que provienen de otras fuentes de excitación. <<

[31] Principios de Sociología, tomo I. <<

[32] H. Spencer, l. c., pág. 179. <<

[33] Cf. mi memoria «A note on the Unconscious in Psichoanalysis» («Proceedings of the Society for Psychical Research», par t. LXVI, vol. XXVI, Londres, 1912). <<

[34] Frazer, «Taboo and the perils of the soul», pág. 152. <<

[35] Frazer, l. c., pág. 200. <<

[36] Frazer, l. c., pág. 237. <<

[1] «Revue scientifique», octubre 1900. Reproducido en la obra en 4 volúmenes, del mismo autor, Cultes, mythes et religtons, tomo I, 1909, pág. 17 y siguientes. <<

[2] Creemos conveniente advertir de antemano a nuestros lectores las dificultades con las que se ha de luchar cuando se intenta obtener una certidumbre en estas materias. En primer lugar, las personas que recogen las observaciones no son las mismas que las elaboran y las discuten, pues las primeras son viajeros y misioneros, y las segundas, sabios que no han visto quizá jamás los objetos de sus investigaciones. No es fácil, además, entenderse con los salvajes. Muchos observadores no se hallan familiarizados con los idiomas de los mismos y se ven obligados a recurrir a intérpretes o a servirse del idioma auxiliar (piggin-englisch). Por otro lado, los salvajes no son muy comunicativos cuando se trata de las cuestiones más íntimas de su cultura y no se confían sino a los extranjeros que han vivido mucho tiempo entre ellos. Fundándose en diversas razones (véase Frazer, «The beginnings of religion and totemism among the australian aborigines», Fortnightly Review, 1905; Totemism and exogamy, I, pág. 159), dan con frecuencia informaciones falsas y erróneas. No hay que olvidar tampoco que los pueblos primitivos, lejos de ser pueblos jóvenes, son tan viejos como los más civilizados, y no debe esperarse que sus ideas e instituciones primitivas se hayan conservado intactas y sin la menor deformación hasta nuestros días. Es, por lo tanto, de suponer que en los primitivos se han producido profundos cambios en todas direcciones, siendo así imposible determinar lo que en sus estados y opiniones actuales representa una petrificación de un pasado primitivo y lo que no es sino una deformación y una modificación de tal pasado. De aquí las interminables discusiones surgidas entre los autores sobre lo que en las particularidades de una cultura primitiva debe ser considerado como primario y lo que no es sino una formación secundaria. La determinación del estado primitivo sigue siendo, de este modo, una cuestión de construcción. Por último, no es fácil «infundirse» en la mentalidad del primitivo. Nuestro concepto del mismo es siempre tan erróneo como el que nos formamos de la vida infantil, pues nos inclinamos a interpretar sus actos y sentimientos conforme a nuestras propias constelaciones psíquicas. <<

[3] Véase el capítulo sobre el tabú. <<

[4] Como actualmente los lobos enjaulados en la escalera del Capitolio, en Roma, y los osos en el foso de Berna. <<

[5] Como la «dama blanca» de ciertas familias nobles. <<

[6] L. c., pág. 45. Véanse más adelante las consideraciones sobre el sacrificio. <<

[7] Véase el capítulo I. <<

[8] Página 116. <<

[9] Coinciden estas conclusiones con las expuestas por Frazer en su obra The origin of totemism («Fortnightly Reyiew», 1889). «Thus totemism has commonly been treated as a primitive system both of religion and of society. As a system of religion it embraces the mystic union of the savage with his totem; as a system of society it comprises the relation in which men and women of the same totem stand to each other and to the members of other totemic groups. And corresponding to these two sides of the system are two rough-an-ready tests or canons of totemism: first, the rule a man may not kil 1 or eat his totem animal or plant, and second, the rule that he may not marry or cohabit with a woman of the same totem» (pág. 101). A continuación de esto añade Frazer lo siguiente, que nos introduce ya de lleno en las discusiones surgidas sobre el totemismo: «Whether the two sides —the religious and the social— have always coexisted or are essentially independent, is a question whlch has been variously answered». <<

[10] A propósito de estas rectificaciones, escribe Frazer las bellas palabras que siguen: «That my conclusions on these difficult questions are final, I am not so foolish as to pretend. I have changed my views repeatedly, and I am resolved to change them again with every change of the evidence, for like a chameleon the candid enquirer should shif this colours with the shifting colours of the ground he treads». Prólogo al primer volumen de Totemism and exogamy. <<

[11] «By the nature of the case, as the origin of totemism lies far beyond our powers of historical examination or of experiment, we must have recourse as regards this matter to conjecture». A. Lang, Secret of the totem,. Página 27.—«Nowhere do we see absolutely the primitive man, and a totemic system in the making», pág. 29. <<

[12] Al principio, probablemente, sólo con nombres de animales. <<

[13] The Worship of animals and plants, «Fortnightly Review», años 1869-1870. Primitiv Marriage, 1865. Estos dos trabajos se hallan reproducidos en los Studies in Ancient History, 1876; segunda edición, 1886. <<

[14] Secret of the totem, 1905, pág. 54. <<

[15] Según A. Lang, Secret of the totem, pág. 34. <<

[16] Ibídem. <<

[17] Según A. Lang. <<

[18] Pikler y Somlo, Der Ursprung des Totemismus, 1901. <<

[19] The origin of animal worship, «Fortnightly Review», 1870; Prinzipien det Soziologie, I, 169 a 176. <<

[20] Kamilaron and Kurmai, pág. 165, 1880 (según A. Lang, Secret of the totem). <<

[21] Cf. el capítulo I. <<

[22] L. c., tomo I, pág. 41. <<

[23] Address to the anthropological section, of the British Association, Belfast, 1902. Frazer, l. c., tomo IV, pág. 50 y siguientes. <<

[24] The native tribe of Central Australia, by Baldwin Spencer and H. J. Gillen, Londres, 1891. <<

[25] «There is nothing vague or mystical about it, nothing of that metaphysical haze whih some writers love to conjur up over the humble beginnings of human speculation but which is utterly foreign to the simple, sensous, and concrete modes of the savage». (Totemism and exogamy, I, pág. 117). <<

[26] L. c., pág. 120. <<

[27] L’année sociologique, tomos I, V y VIII. Véase más particularmente el ensayo titulado «Sobre el totemismo», tomo V, año 1901. <<

[28] Social origins y Secret of the totem. <<

[29] The gold en bough, II, pág. 332. <<

[30] «It is unlikely that a community of savages should dehberately parcel out the realm of nature into provinces, assign each province to a particular band of magicians, ad bid all the bands to work their magic and weave their spells for the common good». Totemism and exogamy, pág. 57. <<

[31] Totemism and exogamy, II, pág. 89, y IV pág 59 <<

[32] L. c., IV, pág. 63. <<

[33] «Esta creencia constituye una filosofía que se halla muy lejos de ser primitiva». A. Lang, Secret of the totem, pág. 192. <<

[34] Frazer, Totemism and exogamy, IV, pág. 45 y siguientes. <<

[35] Frazer, l. c., pág. 48. <<

[36] Wundt, Elemente der Voelkerpsychologie, pág. 190. <<

[37] L’année sociologique, 1898-1904. <<

[38] Véase la crítica de las ideas de Durkheim en la obra de Frazer, Totemism and exogamy, IV, pág. 101. <<

[39] Secret of the totem, pág. 125. <<

[40] Por ejemplo, Frazer (l. c., IV, pág. 75): El clan totémico es un organismo social que difiere totalmente de la clase exógama y tenemos grandes razones para creer que es mucho más antiguo. <<

[41] Primitive marriage, 1865. <<

[42] «Improper because it was unusual». <<

[43] Frazer, l. c., pág. 73-92. <<

[44] Véase el capítulo primero. <<

[45] Morgan, Ancient Society, 1877. Frazer, Totemism and exogamy, IV, pág. 105 y siguientes. <<

[46] Frazer, l. c., pág. 116. <<

[47] Ursprung und Entwicklung der Moralbegriffe, II. «Die Ehe», 1909. Ver en esta misma obra la refutación que el autor hace de las objeciones que han sido formuladas contra su punto de vista. <<

[48] L. c., pág. 97. <<

[49] Cf. Durkheim, La prohibition de l’inceste. «L’année sociologique», I, 1896-1897. <<

[50] C. Darwin dice de los salvajes: «Son incapaces de prever los males lejanos susceptibles de herir a su progenitura». <<

[51] Véase el capítulo I. <<

[52] Resulta, pues, que el origen último de la exogamia, y por consiguiente de la ley del incesto (puesto que la exogamia ha sido instituida con el fin de prevenir el incesto), continúa siendo un oscurísimo problema. Totemism and exogamy, I, pág. 173. <<

[53] «Abstammung der Menschen». <<

[54] Primal law. Londres, 1903. Citado por A. Lang en su obra Social origins. <<

[55] Secret of the totem, pág. 114-143. <<

[56] «If it be granted that exogamy existed in practice on the lines of Mr. Darwin’s theory, before totem beliefs lent to the practice a sacred sanction, our task is relatively easy. The first practical rule would be that of the jealous Sire. ‘No males to touch the females in n1y camp’, with expulsion of adolescent sons. In efflux of time that rule, becon1e habitual, would be, ‘No marriage v1ithin the local group’. Next let the local groups receive names, such as Emus, Crows, Opossums, Snipes, and the rule becomes ‘No marriage within the local group of animal name; no Snipe to marry a Snipe’. But if the primal groups were not exogarnous they would become so as soon as totemic myths and tabus were developped out of the animal, vegetable, and other names of small local groups». Secret of the totem, pág. 143. En su último trabajo obre esta materia declara Lang haber renunciado a derivar la exogamía del tabú totémico general («Folklore», diciembre 1912). <<

[57] W. Wulff, Beitraege zur infantilen Sexualitaet. «Zentralblatt f. Psychoanalyse», II, 1912, núm. 1, pág. 15 y siguientes. <<

[58] L. c., pág. 37. <<

[59] La fantasía de las jirafas, pág. 24. <<

[60] S. Ferenczi, Ein kleiner Hahnemann. «Internat. Zeitschrift f. aertzliche Psychoanalyse», II, 1913, I, núm. 3. <<

[61] Sobre la sustitución de la castración por la pérdida de los ojos, tema contenido también en el mito de Edipo, véanse las comunicaciones de Reitler, Ferenczi, Rank y Eder, en el «Internat. Zeitschr, f. aerztliche Psychoanal.», I, 1913, núm. 2. <<

[62] Identificación que, según Frazer, constituye la esencia del totemismo: «Totemism is an identification of a man with his totem». Totemism and exogamy, IV, página 5. <<

[63] O. Rank nos ha comunicado un caso de fobia de los perros explicada por el sujeto mismo —un joven muy inteligente— en una forma que nos recuerda singularmente la teoría totémica de los arunta, antes expuesta. El sujeto atribuía su dolencia al hecho de que, hallándose su madre embarazada de él, fue asustada por un perro, hecho que conocía por habérselo relatado su padre. <<

[64] Robertson Smith, Religion of the semites, 2.a edición, Londres, 1907. <<

[65] «The difference is that th domestication to whlch totemism invariably leads (when there are any animals capable of domestication) is fatal to totemism». Jevons, An introduction to the history of religion, 1911, fifth edition, pág. 120. <<

[66] L. c., pág. 103. <<

[67] The gold en bough, part. V: «Spirits of the corn and of the wild», 1912, en los apartados titulados «Eating the god» y «Killing the divine animal». <<

[68] Frazer, Totemism and exogamy, I, pág. 590. <<

[69] Las objeciones opuestas por algunos autores (Marillier, Hubert, Mauss y otros) contra esta teoría del sacrificio no me son desconocidas, pero no modifican en nada mi actitud con respecto a las ideas de Robertson Smith. <<

[70] Religion of the semites, 2.a edición, 1907, pág. 412. <<

[71] Remitimos al lector a las observaciones consignadas al final de la nota siguiente, observaciones que consideramos indispensables para la acertada inteligencia de la exposición iniciada en el texto. <<

[72] La hipótesis, que tan monstruosa parece, del vencimiento y el asesinato del tiránico padre por la asociación de los hijos, sería, según Atkinson, una consecuencia directa de las circunstancias de la horda primitiva darwiniana. «A youthful band of brothers living together in forced celibacy, or at most in polyandrous relation with sorne single female captive. A borde as yet weak in their impubescence they are, but they would, when strength was gained with time inevitably wrench by combined attacks renewed again and again, both wife and life from the paternal tyrant» (Primal Law, pág. 220-221). Atkinson, que pasó toda su vida en Nueva Caledonia y tuvo ocasiones poco corrientes de estudiar con todo detenimiento la vida de los indígenas, invoca el hecho de que las condiciones de la horda primitiva, tal y como Darwin las supone, se comprueban regularmente en los rebaños de caballos y toros salvajes y conducen siempre al asesinato del animal padre. Pero añade que tal asesinato es seguido de una disolución de la horda, a consecuencia de las encarnizadas luchas que surgen entre los hijos victoriosos. Resulta, pues, que por este camino no se llegaría nunca a una nueva organización de la sociedad: «An ever recurring violent succesion to the solitary paternal tyrant by sons, whose parricidal hands were so soon again clenched in fratricidal strife» (pág. 228). Atkinson, que no disponía de los datos obtenidos por la psicoanálisis ni conocía los estudios de Robertson Smith, halla una transición menos violenta entre la horda primitiva y el estadio social siguiente, en el que una gran cantidad de hombres vive en apacible comunidad. Según él, sería el amor materno el que habría obtenido que los hijos más jóvenes, primero, y luego, poco a poco, los demás, permanecieran en la horda, a condición de reconocer el privilegio sexual del padre, renunciando a todo contacto de este género con la madre o las hermanas.

Esta es, brevemente resumida, la notable teoría de Atkinson, que, como puede verse, concuerda en sus puntos esenciales con las que nosotros mantenemos, separándose, en cambio, de ella en otros particulares, que la privan de múltiples e interesantísimas relaciones.

La indeterminación, la brevedad y la síntesis de los datos expuestos en las consideraciones que anteceden me han sido impuestas por la naturaleza misma del tema. Sería tan absurdo aspirar a la exactitud en estas materias, como injusto exigir en ellas una certidumbre. <<

[73] Esta nueva disposición afectiva tenía que resultar favorecida por la circunstancia de que el parricidio no había procurado a ninguno de los hermanos la plena satisfacción de sus deseos, pudiendo decirse que había sido totalmente infructuoso. Ninguno de los hijos podía, en efecto, ver cumplido su deseo primitivo de ocupar el lugar del padre. Ahora bien, como ya sabernos, el fracaso favorece mucho más que el éxito la reacción moral. <<

[74] «Murder and incest, or of fences of a Iike kind against the sacred law of blood are in primitive society the only crimes, of which the community as such takes cogn isance…» Religion of the semites, pág. 419. <<

[75] Véase el estudio de C. G. Jung, Wandlungen und Symbole des Libido, Jahrbuch von Bleuler, Freud, IV, 1912. <<

[76] Robert son Smith, Religion of the semites. <<

[77] «To us modern for whom the breach whlch divides the human and the divine has deepened an impasible gulf, such mimicry may appear imoious, but it was otherwise with the ancients. To their thinking gods and men were akin, for many families traced the descent from a divinity, and the deification of a man probably seemed as little extraordinary to them as the canonisation of a saint seems to a modern catholic». Frazer, The golden bough, I; The magic art and the evolution of kings, II, página 177. <<

[78] La destitución de una generación de dioses por otra en las mitologías significa, como es sabido, el proceso histórico de la sustitución de un sistema religioso por otro nuevo, sea a consecuencia de la invasión de un pueblo extranjero, sea como resultado de una evolución psicológica. En este último caso, se acercaría el mito a lo que H. Silberer llama los «fenómenos funcionales». La afirmación de C. G. Jung de que el dios sacrificando al animal es un símbolo libidinoso, supone una concepción de la libido muy distinta de la preconizadá hasta ahora y me parece en extremo discutible. <<

[79] Religion of the semites, págs. 412-413. «The mourning is not a spontaneus expression of sympathy with the divine tragedy but obligatory and enforced by fear of supernatural anger. And a chief object of the mourners is to disclaim responsability for the gods death —a point which has already come before us in connection with the anthropic sacrifices, such as the “Oxmurder at Athens”». <<

[80] Entre nuestros neuróticos jóvenes desempeña el miedo a la castración un importantísimo papel en la perturbación de su actitud con respecto al padre. La interesan te observación de Ferenczi, antes consignada, nos muestra cómo el niño convierte en su tótem al animal que quiso picarle en el pene. Cuando nuestros niños oyen hablar de la circuncisión ritual, se la representan equivalente a la castración. Que yo sepa, no se ha establecido aún paralelo ninguno entre esta actitud de los niños y los hechos de la psicología de los pueblos. La circuncisión, tan frecuente en las épocas más antiguas de la humanidad y entre los pueblos primitivos, forma parte de la iniciación de los adolescentes, que la justifica en cierto modo, y sólo secundariamente fue trasladada a una edad más temprana. Resulta muy interesante observar que la circuncisión aparece combinada entre los primitivos con el corte del pelo y el arrancamiento de un diente, o incluso sustituida por estos actos, y que nuestros niños, que no pueden saber nada de esto, se conducen en su temerosa reacción a tales dos operaciones como si las consideraran equivalentes a la castración. <<

[81] Reinach, Cultes, mythes et religions, II, págs. 75 y siguientes. <<

[82] «Une sorte de péché proethnique», l. c., pág. 76. <<

[83] El impulso al suicidio experimentado por nuestros neuróticos se demuestra siempre como un auto-castigo por los deseos de muerte, orientados hacia otras personas. <<

[84] Eating the God, pág. 61. Nadie que se halle algo familiarizado con estas materias podrá suponer que el enlace de la comunión cristiana con la comida totémica sea una idea personal del autor del presente estudio. <<

[85] La tempestad, Shakespeare (acto I, escena 2.a): Ariel (cantando): Tu padre yace bajo cinco brazas de agua. Sus huesos se han convertido en coral y sus ojos en perlas. Nada de él ha desaparecido, pero todo ha sido transformado por el mar en algo rico y extraño. <<

[86] «La mort d’Orphée», en el libro Cultes, mythes et religions, II, pág. 100 y siguientes. <<

[87] O, en general, del complejo paterno-materno. <<

[88] Acostumbrado como estoy a que se interpreten erróneamente mis afirmaciones, no creo superfluo advertir aquí expresamente que, al establecer estas relaciones, no olvido la naturaleza compleja de los fenómenos de referencia, y que mi única intención es agregar a as causas ya conocidas o aún no descubiertas de la religión, la moral y la sociedad un nuevo factor, resultante de la investigación psicoanalítica, dejando a otros la labor de llevar a cabo la síntesis de tales factores. Pero la naturaleza especial del nuevo factor, por nosotros aportado hace que nunca pueda desempeñar en una tal síntesis papel distinto del central y principal, aunque para que le sea reconocida esta importancia habrá de demostrarse necesario, previamente, el vencimiento de grandes resistencias afectivas. <<

[89] Véase el capítulo sobre el animismo, la magia y la omnipotencia de las ideas. <<

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