Cuadro último

La misma biblioteca que en el primer acto. A la izquierda, el traje de novia puesto en un maniquí sin cabeza y sin manos. Varias maletas abiertas. A la derecha, una mesa.

Salen el Criado y la Criada.

CRIADA. (Asombrada.) ¿Sí?

CRIADO. Ahora está de portera, pero antes fue una gran señora. Vivió mucho tiempo con un conde italiano riquísimo, padre del niño que acaban de enterrar.

CRIADA. ¡Pobrecito mío! ¡Qué precioso iba!

CRIADO. De esta época le viene su manía de grandezas. Por eso ha gastado todo lo que tenía en la ropa del niño y en la caja.

CRIADA. ¡Y en las flores! Yo le he regalado un ramito de rosas, pero eran tan pequeñas que no las han entrado siquiera en la habitación.

JOVEN. (Entrando.) Juan.

CRIADO. Señor.

(La Criada sale.)

JOVEN. Dame un vaso de agua fría. (El joven da muestras de una gran desesperanza y un desfallecimiento físico.)

(El Criado lo sirve.)

JOVEN. (Alegre.) ¿No era ese ventanal mucho más grande?

CRIADO. No.

JOVEN. Es asombroso que sea tan estrecho. Mi casa tenía un patio enorme, donde jugaba con mis caballitos. Cuando lo vi con veinte años era tan pequeño que me parecía increíble que hubiera podido volar tanto por él.

CRIADO. ¿Se encuentra bien el señor?

JOVEN. ¿Se encuentra bien una fuente echando agua? Contesta.

CRIADO. (Sonriente.) No sé...

JOVEN. ¿Se encuentra bien una veleta girando como el viento quiere?

CRIADO. El señor pone unos ejemplos... Pero yo le preguntaría, si el señor lo permite..., ¿se encuentra bien el viento?

JOVEN. (Seco.) Me encuentro bien.

CRIADO. ¿Descansó lo suficiente después del viaje?

JOVEN. (Bebe.) Sí.

CRIADO. Lo celebro infinito. (Inicia el mutis.)

JOVEN. Juan, ¿está mi ropa preparada?

CRIADO. Sí, señor. Está en su dormitorio.

JOVEN. ¿Qué traje?

CRIADO. El frac. Lo he extendido en la cama.

JOVEN. (Irritado.) ¡Pues quítalo! No quiero subir y encontrármelo tendido en la cama ¡tan grande, tan vacía! No sé a quién se le ocurrió comprarla. Yo tenía antes otra pequeña, ¿recuerdas?

CRIADO. Sí, señor: la de nogal tallado.

JOVEN. (Alegre.) ¡Eso! La de nogal tallado. ¡Qué bien se dormía en ella! Recuerdo que, siendo niño, vi nacer una luna enorme detrás de la barandilla de sus pies... ¿O fue por los hierros del balcón? No sé. ¿Dónde está?

CRIADO. (Serio.) La regaló el señor.

JOVEN. (Pensando.) ¿A quién?

CRIADO. (Serio.) A su antigua mecanógrafa.

(El joven queda pensativo. Pausa.)

JOVEN. (Indicando al Criado que se marche.) Está bien.

(Sale el Criado.)

JOVEN. (Con angustia.) ¡Juan!

CRIADO. (Severo.) Señor.

JOVEN. Me habrás puesto zapatos de charol...

CRIADO. Los que tienen cinta de seda negra.

JOVEN. Seda negra... No... Busca otros. (Levantándose.) ¿Y será posible que en esta casa esté siempre el aire enrarecido? Voy a cortar todas las flores del jardín, sobre todo esas malditas adelfas que saltan por los muros, y esa hierba que sale sola a medianoche...

CRIADO. Dicen que con las anémonas y adormideras duele la cabeza a ciertas horas del día.

JOVEN. Eso será. También te llevas eso. (Señalando al traje.) Lo pones en la buhardilla.

CRIADO. ¡Muy bien! (Va a salir.)

JOVEN. (Tímido.) Y me dejas los zapatos de charol. Pero les cambias las cintas.

(Suena una campanilla.)

CRIADO. (Entrando.) Son los señoritos, que vienen a jugar.

JOVEN. (Con fastidio.) Abre.

CRIADO. (En la puerta.) El señor tendrá necesidad de vestirse.

JOVEN. (Saliendo.) Sí. (Sale casi como una sombra.)

(Entran los jugadores. Son tres. Vienen de frac. Traen capas largas de raso blanco que les llegan a los pies.)

JUGADOR 1º. Fue en Venecia. Un mal año de juego. Pero aquel muchacho jugaba de verdad. Estaba pálido, tan pálido que en la última jugada ya no tenía más remedio que echar el as de coeur. Un corazón suyo lleno de sangre. Lo echó, y al ir a cogerlo (Bajando la voz.) para... (Mira a los lados.), tenía un as de copas rebosando por los bordes y huyó bebiendo en él, con dos chicas, por el Gran Canal.

JUGADOR 2º. No hay que fiarse de la gente pálida o de la gente que tiene hastío: juegan, pero reservan.

JUGADOR 3º. Yo jugué en la India con un viejo que cuando ya no tenía una gota de sangre sobre las cartas, y yo esperaba el momento de lanzarme sobre él, tiñó de rojo con una anilina especial todas las copas y pudo escapar entre los árboles.

JUGADOR 1º. Jugamos y ganamos, pero ¡qué trabajo nos cuesta! Las cartas beben rica sangre en las manos y es difícil cortar el hilo que las une.

JUGADOR 2º. Pero creo que con éste... no nos equivocamos.

JUGADOR 3º. No sé.

JUGADOR 1º. (Al 2.°) No aprenderás nunca a conocer a tus clientes. ¿A éste? La vida se le escapa en dos chorros por sus pupilas, que mojan la comisura de sus labios y le tiñen de coral la pechera del frac.

JUGADOR 2º. Sí. Pero acuérdate del niño que en Suecia jugó con nosotros casi agonizante, y por poco si nos deja ciegos a los tres con el chorro de sangre que nos echó.

JUGADOR 3º. ¡La baraja! (Saca una baraja.)

JUGADOR 2º. Hay que estar muy suaves con él para que no reaccione.

JUGADOR 1º. Y aunque ni a la otra ni a la señorita mecanógrafa se les ocurrirá venir por aquí hasta que pasen cinco años, si es que vienen.

JUGADOR 3º. (Riendo.) ¡Si es que vienen! Ja, ja, ja.

JUGADOR 1º. (Riendo.) No estará mal ser rápidos en la jugada.

JUGADOR 2º. Él guarda un as.

JUGADOR 3º. Un corazón joven, donde es probable que resbalen las flechas.

JUGADOR 1º. (Alegre y profundo.) ¡Ca! Yo compré unas flechas en un tiro al blanco...

JUGADOR 3º. (Con curiosidad.) ¿Dónde?

JUGADOR 1º. (En broma.) En un tiro al blanco. Que no solamente se clavan sobre el acero más duro, sino sobre la gasa más fina. ¡Y esto sí que es difícil! (Ríen.)

JUGADOR 2º. (Riendo.) ¡En fin! ¡Ya veremos!

(Aparece el joven vestido de frac.)

JOVEN. ¡Señores! (Les da la mano.) Han venido muy temprano. Hace demasiado calor.

JUGADOR 1º. ¡No tanto!

JUGADOR 2º. (Al Joven.) ¡Elegante como siempre!

JUGADOR 1º. Tan elegante, que ya no debía desnudarse más nunca.

JUGADOR 3º. Hay veces que la ropa nos cae tan bien, que ya no quisiéramos...

JUGADOR 2º. (Interrumpiendo.) Que ya no podemos arrancarla del cuerpo.

JOVEN. (Con fastidio.) Demasiado amables.

(Aparece el Criado con una bandeja y copas que deja en la mesa.)

JOVEN. ¿Comenzamos?

(Se sientan los tres.)

JUGADOR 1º. Dispuestos.

JUGADOR 2º. (En voz baja.) ¡Buen ojo!

JUGADOR 3º. ¿No se sienta?

JOVEN. No... Prefiero jugar de pie.

JUGADOR 1º. ¿De pie?

JUGADOR 2º. (Bajo.) Tendrás necesidad de ahondar mucho.

JUGADOR 1º. (Repartiendo cartas.) ¿Cuántas?

JOVEN. Cuatro. (Se las da y a los demás.)

JUGADOR 3º. (Bajo.) Jugada nula.

JOVEN. ¡Qué cartas más frías! Nada. (Las deja sobre la mesa.) ¿Y ustedes?...

JUGADOR 1º. (Con voz grave.) Nada.

JUGADOR 2º. Nada.

JUGADOR 3º. Nada.

(El jugador I. ° les da cartas otra vez.)

JUGADOR 2º. (Mirando sus cartas.) ¡Magnífico!

JUGADOR 3º. (Mirando sus cartas y con inquietud.) ¡Vamos a ver!

JUGADOR 1º. (Al joven.) Usted juega.

JOVEN. (Alegre.) ¡Y juego! (Echa una carta sobre la mesa.)

JUGADOR 1º. (Enérgico.) ¡Y Yo!

JUGADOR 2º. ¡Y yo!

JUGADOR 3º. ¡Y yo!

JOVEN. (Excitado, con una carta.) ¿Y ahora?...

(Los tres jugadores enseñan tres cartas. El Joven se detiene y se la oculta en la mano.)

JOVEN. Juan, sirve licor a estos señores.

JUGADOR 2º. (Suave.) ¿Tiene usted la bondad de la carta?

JOVEN. (Angustiado.) ¿Qué licor desean?

JUGADOR 2º. (Dulce.) ¿La carta?...

JOVEN. (Al jugador 3.°) A usted seguramente le gustará el anís. Es una bebida...

JUGADOR 3º. Por favor... la carta...

JOVEN. (Al Criado, que entra.) ¿Cómo no hay whisky? (En el momento que el Criado entra, los jugadores quedan silenciosos con las cartas en la mano.) ¿Ni coñac?...

JUGADOR 1º. (En voz baja y ocultándose del Criado.) ¡La carta!

JOVEN. (Angustiado.) El coñac es una bebida para hombres que saben resistir.

JUGADOR 2º. (Enérgico, pero en voz baja.) ¡Su carta!

JOVEN. ¿O prefieren chartreuse?

(Sale el Criado.)

JUGADOR 1º. (Levantando y enérgico.) Tenga la bondad de jugar.

JOVEN. Ahora mismo. Pero beberemos.

JUGADOR 3º. (Fuerte.) ¡Hay que jugar!

JOVEN. (Agonizante.) Sí, sí. ¡Un poco de chartreuse! Es el chartreuse como una gran noche de luna verde dentro de un castillo donde hay un joven con unas calzas de oro.

JUGADOR 1º. (Fuerte.) Es necesario que usted nos dé su as.

JOVEN. (Aparte.) ¡Mi corazón!

JUGADOR 2º. (Enérgico.) Porque hay que ganar o perder... Vamos. ¡Su carta!

JUGADOR 3º. ¡Venga!

JUGADOR 1º. ¡Haga juego!

JOVEN. (Con dolor.) ¡Mi carta!

JUGADOR 1º. ¡La última!

JOVEN. ¡Juego! (Pone la carta sobre la mesa.)

(En este momento, en los anaqueles de la biblioteca aparece un gran as de coeur iluminado. El jugador I.° saca una pistola y dispara sin ruido con una flecha. El as desaparece, y el joven se lleva las manos al corazón.)

JUGADOR 1º. ¡Hay que vivir!

JUGADOR 2º. ¡No hay que esperar!

JUGADOR 3º. ¡Corta! ¡Corta bien!

(El Jugador I.°, con unas tijeras, da unos cortes en el aire.)

JUGADOR 1º. (En voz baja.) Vamos.

JUGADOR 2º. ¡Deprisa!

JUGADOR 3º. No hay que esperar nunca. Hay que vivir. (Salen.)

JOVEN. ¡Juan! ¡Juan!

ECO. ¡Juan, Juan!

JOVEN. (Agonizante.) Lo he perdido todo.

ECO. Lo he perdido todo.

JOVEN. Mi amor...

ECO. Amor...

(El joven muere. Aparece el Criado con un candelabro encendido. El reloj da las doce.)


Telón

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