Doña Curiana y la Curiana Nigromántica
DOÑA CURIANA.— (Asomándose al prado)
¡Mañana clara y serena!
Ya rompe el primer albor.
CURIANA NIGROMÁNTICA.— (Con un cucurucho de estrellas y un manto de musgo seco.)
Que Dios te bendiga,
¡oh vecina buena!
DOÑA CURIANA.— ¿Dónde vais, señora, de rocío llena?
CURIANA NIGROMÁNTICA.— Vengo de soñar que yo era una flor
Hundida en la hierba.
DOÑA CURIANA.— ¿Cómo soñáis eso?
CURIANA NIGROMÁNTICA.— Sueño que las dulces gotas de rocío
Son labios de amores que me dejan besos
Y llenan de estrellas
Mi traje sombrío.
DOÑA CURIANA.— (Regañona.)
Mas pensad, señora, que por la poesía…
CURIANA NIGROMÁNTICA.— (Tristemente.)
¡Ay, doña Curiana, qué vais a decir!
DOÑA CURIANA.— Pudierais coger una pulmonía
Que hiciera pedazos su sabiduría. Tendríamos todas
Mucho que sentir.
CURIANA NIGROMÁNTICA.— Mi alma tiene gran tristeza, ¡vecina!
Me dijo ayer tarde una golondrina:
«Todas las estrellas se van a apagar».
Dios está dormido, y en el encinar.
Vi una estrella roja toda temblorosa
Que se deshojaba como enorme rosa.
La vi perecer
Y sentí caer
En mi corazón
Un anochecer.
«Amigas cigarras, grité, ¿veis las estrellas?
«Un hada se ha muerto», respondieron ellas
Fui junto a los troncos del vicio encinar
Y vi muerta el hada del campo y del mar.
DOÑA CURIANA.— ¿Quién la mataría?
CURIANA NIGROMÁNTICA.— La mató el amor
DOÑA CURIANA.— Mirad cómo quiebra el primer albor.
CURIANA NIGROMÁNTICA.— ¿Y vuestro buen hijo, cómo sigue?
DOÑA CURIANA.— Bien.
CURIANA NIGROMÁNTICA.— Ayer le vi triste.
DOÑA CURIANA.— Lo noté también:
Anda enamorado.
CURIANA NIGROMÁNTICA.— De Silvia quizá.
DOÑA CURIANA.— Según él, es de algo ¡que nunca tendrá!
CURIANA NIGROMÁNTICA.— Va a ser un poeta, y no es nada extraño: Su padre lo fue.
DOÑA CURIANA.— Un gran desengaño
me llevé con él.
CURIANA NIGROMÁNTICA.— ¡Era un corazón!
DOÑA CURIANA.— ¡Ay!, apaleaba mi caparazón.
CURIANA NIGROMÁNTICA.— Pero conservaba siempre el troje lleno.
DOÑA CURIANA.— Mas eso no impide que fuera muy bueno.
CURIANA NIGROMÁNTICA.— En fin, callaremos, yo mucho le amé.¿Y esa pierna coja?
DOÑA CURIANA.— Anoche noté
El ruin dolorcillo que tanto me irrita.
CURIANA NIGROMÁNTICA.— Poneos las hojas de una margarita;
Lavaos con rocío y no andéis; tomad
estos polvos santos de cráneo de hormiga.
Tomadlos de noche con mastranzo.
DOÑA CURIANA.— Amiga,
Que el gran Cucaracho os pague en amor
Y que en vuestros sueños ¡os convierta en flor!
(Acariciadora)
Desechad tristeza y melancolías;
La vida es amable, tiene pocos días,
Y tan sólo ahora la hemos de gozar.
CURIANA NIGROMÁNTICA.— (Como soñando.)
Todas las estrellas se van a apagar.
DOÑA CURIANA.— No penséis en eso, vecina doctora,
Mirad la alegría que nos trae la aurora.
CURIANA NIGROMÁNTICA.— ¡Ay, lo que yo vi junto al encinar!
DOÑA CURIANA.— No pensar en eso, ¡dos a acostar…
CURIANA NIGROMÁNTICA.— (Volviendo a la realidad en una brusca transición.)
El prado está silencioso.
Ya parte el rocío a su cielo ignorado,
el viento rumoroso.
Hasta nosotros llega perfumado.
DOÑA CURIANA.— ¿También sois poeta, doctora vecina?
Nosotras, las pobres, con nuestra cocina
Tenemos bastante.
CURIANA NIGROMÁNTICA.— No seas vulgar.
DOÑA CURIANA.— (Un poco disgustada.)En mi clase todas sabemos cantar
Y chupar las flores. ¡Qué os habéis creído
CURIANA NIGROMÁNTICA.— Con razón te daba palos tu marido
Cocina y poesía se pueden juntar,
Hasta luego, amiga, voy a descansar.
(Se va)
DOÑA CURIANA.— Que la luz os guíe.
Yo voy a barrer
mi puerta con brisa del amanecer.
(Se pone a barrer cantando)
Un gusanito me dijo
ayer tarde su querer.
No lo quiero hasta que tenga
dos alas y cuatro pies.