Escena II

Mariposa, Curiana Nigromántica, Doña Curiana y cuatro Curianas Campesinas.

Por la derecha entra la Curiana Nigromántica y Doña Curiana la mamá de Curianito. Hablan acaloradamente.

DOÑA CURIANA.— Para el baño de luna de nuestra mariposa
Es muy bueno este prado.

CURIANA NIGROMÁNTICA.— Sus alitas de cera
Quedarán como estaban en la mañana hermosa
En que rompió los rayos del sol por vez primera.

DOÑA CURIANA.— Ella viene del alba.
Es una flor errante
Dijo mi niño anoche.

CURIANA NIGROMÁNTICA.— Tened mucho cuidado
Con Curianito, amiga.

DOÑA CURIANA.— Su corazón amante
La canta por las noches de un modo apasionado.

CURIANA NIGROMÁNTICA.— ¡Pues estemos alerta!

(Dirigiéndose a las dos y llamando.)

¡Venid acá! ¡Sin prisa!
¡Procurad que rocen las alas con el suelo!
Sujetad las antenas, que las mueve la brisa
Y temo que se tronchen. ¡Saltad el arroyuelo!

(Volviéndose a Doña Curiana)

Ya están aquí, señora.

(Entran en escena Curianitas Campesinas que traen sobre sus caparazones a la Mariposa. A las Campesinas.)

Dejadla lentamente.

(A doña Curiana)

¿Le pusisteis unguento de mosca machacada?

DOÑA CURIANA.— Le puse dos unturas.

CURIANA NIGROMÁNTICA.— (Examinándola.)
Ella ni ve ni siente.
Tiene los ojos muertos y la boca cerrada.
¿De qué reino llegaste con tu blanco vestido?

DOÑA CURIANA.— (Recordando.)
Ella viene del alba.
Es una flor que vuela.

CURIANA NIGROMÁNTICA.— Tú con las alas rotas y el corazón herido
Te vas hacia los reinos donde el amor se hiela.

(Dirigiéndose a Doña Curiana.)

¡Aquí la dejaremos bajo la luna! Siento
La tristeza de aquella voz en el encinar
Que decía perdiéndose en el alma del viento:
«Se ha muerto un hada; el hada del campo y de la mar».

DOÑA CURIANA.— El dolor o la muerte me cercan la casita.
Curianito no cesa de cantar sus amores.

CURIANA NIGROMÁNTICA.— Hay que casarlo pronto con Silvia. Necesita
Jugar y distraerse.

(A una Campesina)

Quédate entre las flores
Vigilando los sueños de la blanca durmiente.
Si suspira, le acercas este ramo bendito.

DOÑA CURIANA.— (Con el mismo tema.)
¡Ay doctora vecina! Mi corazón presiente
Mucho mal.

CURIANA NIGROMÁNTICA.— (Sin hacerle caso)
!Ten cuidado! ¡Si viene Alacrancito!

(Doña Curiana llora en silencio)

Tened mucha presencia, señora. Sois inquieta.

DOÑA CURIANA.— (Llorando.)
Toda, toda la culpa la tiene mi marido.
No hay desgracia mayor que la de ser poeta.
!Yo los quemaba a todos!

CURIANA NIGROMÁNTICA.— Los quemará el olvido.

(Vanse. Queda la escena rota. La Curianita Guardiana se apoya en el tronco de una margarita y allí queda inmóvil, moviendo sus antenas lentamente.)

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