Dichos y Zapatera,
ZAPATERA. Buenas tardes.
ALCALDE. Muy buenas. (Al Zapatero.) ¡Como
guapa, es guapísima!
ZAPATERO. ¿Usted cree?
ALCALDE. ¡Qué rosas tan bien puestas lleva
usted en el pelo y qué bien huelen!
ZAPATERA. Muchas que tiene usted en los
balcones de su casa.
ALCALDE. Efectivamente. ¿Le gustan a usted
las flores?
ZAPATERA. ¿A mí...? ¡Ay, me encantan! Hasta
en el tejado tendría yo macetas, en la puerta,
por las paredes. Pero a éste... a ése... no le gus-
tan. Claro, toda la vida haciendo botas, ¡qué
quiere usted! (Se sienta en la ventana.) Y bue-
nas tardes. (Mira a la calle y coquetea.)
ZAPATERO. ¿Lo ve usted?
ALCALDE. Un poco brusca. . pero es una mu-
jer guapísima. ¡Qué cintura tan ideal!
ZAPATERO. No la conoce usted.
ALCALDE. ¡Psch! (Saliendo majestuosamente.)
¡Hasta mañana! Y a ver si se despeja esa cabeza.
¡A descansar, niña! ¡Qué lástima de talle! (Vase
mirando a la Zapatera.) ¡Porque, vamos! ¡Y hay
que ver qué ondas en el pelo! (Sale.)