Escena VII

Dichos y Zapatera,

ZAPATERA. Buenas tardes.

ALCALDE. Muy buenas. (Al Zapatero.) ¡Como

guapa, es guapísima!

ZAPATERO. ¿Usted cree?

ALCALDE. ¡Qué rosas tan bien puestas lleva

usted en el pelo y qué bien huelen!

ZAPATERA. Muchas que tiene usted en los

balcones de su casa.

ALCALDE. Efectivamente. ¿Le gustan a usted

las flores?

ZAPATERA. ¿A mí...? ¡Ay, me encantan! Hasta

en el tejado tendría yo macetas, en la puerta,

por las paredes. Pero a éste... a ése... no le gus-

tan. Claro, toda la vida haciendo botas, ¡qué

quiere usted! (Se sienta en la ventana.) Y bue-

nas tardes. (Mira a la calle y coquetea.)

ZAPATERO. ¿Lo ve usted?

ALCALDE. Un poco brusca. . pero es una mu-

jer guapísima. ¡Qué cintura tan ideal!

ZAPATERO. No la conoce usted.

ALCALDE. ¡Psch! (Saliendo majestuosamente.)

¡Hasta mañana! Y a ver si se despeja esa cabeza.

¡A descansar, niña! ¡Qué lástima de talle! (Vase

mirando a la Zapatera.) ¡Porque, vamos! ¡Y hay

que ver qué ondas en el pelo! (Sale.)

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