Escena X

Aparece en la ventana don Mirlo. Viste de negro, frac y pantalón corto. Le tiembla la voz y mueve la cabeza como un muñeco de alambre.

MIRLO. ¡Chisssssss!

ZAPATERA. (Sin mirar y vuelta de espalda a la ventana.) Pin, pin, pío, pío, pío.

MIRLO. (Acercándose más.) ¡Chissss! Zapaterita blanca, como el corazón de las almendras, pero amargosilla también. Zapaterita... junco de oro encendido... Zapaterita, bella Otero de mi corazón.

ZAPATERA. Cuánta cosa, don Mirlo; a mí me parecía imposible que los pajarracos hablaran. Pero si anda por ahí revoloteando un mirlo negro, negro y viejo... sepa que yo no puedo oírle cantar hasta más tarde... pin, pío, pío, pío.

MIRLO. Cuando las sombras crepusculares invadan con sus tenues velos el mundo y la vía pública se halle libre de transeuntes, volveré.

(Toma rapé y estornuda sobre el cuello de la Zapatera.)

ZAPATERA. (Volviéndose airada y pegando a don Mirlo, que tiembla.) ¡Aaaa! (Con cara de asco:) ¡Y aunque no vuelvas, indecente! Mirlo de alambre, garabato de candil... Corre. corre... ¿Se habrá visto? ¡Mira que estornudar! ¡Vaya mucho con Dios! ¡Qué asco!

Share on Twitter Share on Facebook