Es fama también que Amasis, siendo particular todavía, como joven amigo de diversiones y convites, y enemigo de toda ocupación seria y provechosa, cuando por entre agotársele el oro no tenía con que entregarse a la crápula entre sus copas y camaradas, solía rondando de noche acudir a la rapacidad y ligereza de sus manos. Sucedía que negando firmemente los robos de que algunos le acusaban, era citado y traído delante de sus oráculos, muchos de los cuales le condenaron como ladrón, al paso que otros le dieron por inocente. Y es notable la conducta que cuando rey observó con dichos oráculos: ninguno de los dioses que le habían absuelto mereció jamás que cuidase de sus templos, que los adornara con ofrenda alguna, ni que en ellos una sola vez sacrificase, pues por tener oráculos tan falsos y mentirosos no se le debía respeto y atención; y por el contrario se esmeró mucho con los oráculos que le habían declarado por ladrón, mirándolos como santuarios de verdaderos dioses, pues tan veraces eran en sus respuestas y declaraciones.