CXLII

A propósito de lo referido, decíanme los egipcios a una con sus sacerdotes, y lo comprobaban con sus monumentos, que contando desde el primer rey hasta el sacerdote de Vulcano, el último que allí reinó, habían pasado en aquel período 341 generaciones de hombres, en cuyo transcurso se habían ido sucediendo en Egipto, otros tantos sumos sacerdotes e igual número de reyes. Contando, pues, 100 años por cada 3 generaciones, las 300 referidas dan la suma de 10.000 años, y las 41 que restan además, componen 11.340. En el espacio de estos 11.340 años decían que ningún Dios hubo en forma humana, añadiendo que ni antes ni después, en cuantos reyes había tenido Egipto, se vio cosa semejante. Contaban, empero, que en el tiempo mencionado, el sol había invertido por cuatro veces su carrera natural, saliendo dos veces desde el punto donde regularmente se pone, y ocultándose otras dos en el lugar de donde nace por lo común, sin que por este desorden del cielo se hubiese alterado cosa alguna en Egipto, así de las que nacen de la tierra, como de las que proceden del río, ni en las enfermedades, ni en las muertes de los habitantes.

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