Entre los árabes, los más fieles y escrupulosos en guardar la fe prometida en los pactos solemnes que contratan, úsase la siguiente ceremonia. Entre las dos personas que quieren hacer un legítimo convenio, sea de amistad o sea de alianza, preséntase un medianero que con una piedra aguda y cortante hace una incisión en la palma de la mano de los contrayentes, en la parte más vecina al dedo pulgar; toma luego unos pedacitos del vestido de entrambos, con ellos mojados en la sangre de las manos va untando siete piedras allí prevenidas, invocando al mismo tiempo a Dioniso y a Urania, o sea a Baco y a Venus. Concluida por el medianero esta ceremonia, entonces el que contrae el pacto de alianza o amistad presenta y recomienda a sus amigos el extranjero, o el ciudadano, si con un ciudadano lo contrae; y los amigos por su parte miran como un deber solemne guardar religiosamente el pacto convenido. Los árabes, que no conocen más Dios que a Dioniso y a Urania, pretenden que su modo de cortarse el pelo, que es a la redonda, rapándose a navaja las guedejas de sus sienes, es el mismo puntualmente con que solía cortárselo Dioniso. A este dan el nombre de Urotalt, y a Urania el de Alilat.