CXLVI

No pasó, empero, mucho tiempo sin que los minias, levantándose a mayores, no sólo anhelasen el derecho a la corona, sino que cometiesen muchos desafueros e insolencias capitales, tanto que los lacedemonios dieron contra ellos sentencia de muerte, y después presos los metieron en la cárcel. Es uso de los lacedemonios ejecutar de noche la sentencia de muerte en los condenados a ella, sin efectuarlo jamás de día. Sucedió, pues, que habiendo resuelto que murieran los Minias, sus mujeres, que no sólo eran ciudadanas, pero hijas aun de las principales casas de Esparta, lograron con sus empeños el permiso de entrar en la cárcel y de hablar cada una con su marido, permiso que se les otorgó sin recelar de ellas la menor sombra de engaño ni de perjuicio. ¿Qué intentan ellas una vez dentro? cada cual da al marido sus propios vestidos, y se visten con los de su marido, y así los Minias con el traje de sus mujeres, haciéndose pasar por ellas, saliéronse de la cárcel, y otra vez por este medio se refugiaran al Taigeto.

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