Vuelvo a Darío, quien después de contemplado el Ponto, volvióse atrás hacia el puente, cuyo ingeniero o arquitecto había sido Mandrocles, natural de Samos. Habiendo el rey mirado también curiosamente el Bósforo, hizo levantar en él dos columnas de mármol blanco, y grabar en una con letras asirias y en otra con griegas el nombre de todas las naciones que en su ejército conducía, y conducía todas aquellas de quienes era soberano. El número de dichas tropas de infantería y caballería subía a 70 miríadas, o al de 700.000 hombres, sin incluir en él la armada naval en que venían juntas 600 embarcaciones. Algún tiempo después cargaron los Bizantinos con dichas columnas, y llevándolas a su ciudad se valieron de ellas para levantar el ara de Diana Ortosia, exceptuando solamente una piedra llena de caracteres asirios, que fue dejada en Bizancio en el templo de Baco. El sitio del Bósforo en que el rey Darío fabricó aquel su puente, es puntualmente, según mis conjeturas, el que está en medio de Bizancio y del templo de Júpiter situado en aquella boca.