Habiendo Darío mostrado mucho gusto y satisfacción por lo bien construido que le parecía el puente de barcas, tuvo la generosidad de pagar a su arquitecto Mandrocles de Samos todas las partidas a razón de diez por uno. Separando después Mandrocles las primicias de aquel regalo, hizo con ellas pintar aquel largo puente echado sobre el Bósforo, y encima de él al rey Darío sentado en su trono, y al ejército en el acto de pasar; y dedicó este cuadro en el Hereo o templo de Juno, en Samos, con esta inscripción: Mandrocles, que subyugó con su puente al Bósforo, fecundo en pesca, colocó aquí su monumento, corona suya, gloria de Samos, pues que supo agradar al rey, al gran Darío. Tal fue la memoria que dejó el constructor de aquel puente.