XXVI

Dícese de los Isedones que observan un uso singular. Cuando a alguno se le muere su padre, acuden allá todos los parientes con sus ovejas, y matándolas, cortan en trozos las carnes y hacen también pedazos al difunto padre del huésped que les da el convite, y mezclando después toda aquella carne, la sacan a la mesa. Pero la cabeza del muerto, después de bien limpia y pelada, la doran, mirándola como una alhaja preciosa de que hacen uso en los grandes sacrificios que cada año celebran, ceremonia que los hijos hacen en honor de sus padres, al modo que los griegos celebran las exequias aniversarias. Por lo demás, estos pueblos son alabados de justos y buenos, y aun se dice que sus mujeres son tan robustas y varoniles como los hombres. De ellos al fin se sabe algo.

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