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Otra particularidad observo en este caso, y es que las dos batallas de que hablo, se dieron en las vecindades de los templos de Céres Eleusina, pues según llevo ya notado, la batalla en Platea se trabó junto a aquel templo, y la que en Micale iba a emprenderse había de darse cerca de otro que allí había. Y en efecto, concordaba con la verdad del hecho la fama que allí corrió acerca de la victoria de Pausanias y de sus griegos, habiendo sucedido bien de mañana la batalla de Platea, y la de Micale por la tarde de aquel mismo día. Ni tardó de cierto a saberse la nueva, pues dentro de pocos días se vio clara y evidentemente que las dos acciones sucedieron en un mismo mes y día. Lo cierto es que los griegos de Micale, antes de que volando les viniese la fama como para ganar las albricias, estaban muy temerosos y solícitos, no tanto por su propia causa como por la común de los demás griegos, siempre con el temor de que cayese al cabo la Grecia toda en las manos de Mardonio; pero llegada la fausta nueva, iban al combate con nuevos ánimos y mayor brío. Ni es de extrañar que así los griegos como los bárbaros mostraran prisa e interés en una contienda cuyo galardón había de ser en breve el dominio de las islas y del Helesponto.

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