II

Apenas el ejército, siguiendo sus marchas, entró en los confines de la Beocia, salieron con presteza los tebanos a recibir y detener a Mardonio. Representáronle desde luego que no había de hallar paraje más a propósito para sentar sus reales que aquel mismo donde actualmente se encontraba; aconsejábanle, pues, con mucho ahínco, sin dejarle pasar de allí, que atrincherado en aquel campo tomara sus medidas para sujetar a la Grecia toda sin disparar un solo dardo, pues harto había visto ya por experiencia cuán arduo era rendir por fuerza a los griegos unidos, aunque todo el mundo les acometiera de consuno. —«Pero si vos, iban continuando, queréis seguir nuestro consejo, uno os daremos tan acertado, que sin el menor riesgo daréis al suelo con todas sus máquinas y prevenciones. No habéis de hacer para esto sino echar mano del dinero, y con tal que lo derraméis, sobornaréis fácilmente a los sujetos principales que en sus respectivas ciudades tengan mucho influjo y poderío. Por este medio lograréis introducir en la Grecia tanta discordia y división, que os sea bien fácil, ayudado de vuestros asalariados, sujetar a cuantos no sigan vuestro partido. »

Share on Twitter Share on Facebook