III

Tal era el consejo que a Mardonio sugerían los tebanos: el daño estuvo en que no le dio entrada, por habérsele metido muy dentro del corazón el deseo de tomar otra vez a Atenas, parte por mero capricho y antojo, parte por jactancia, queriendo hacer alarde con su soberano, quien se hallaba a la sazón en Sardes, de que era ya dueño otra vez de Atenas, y pensando darle el aviso por medio de los fuegos que de isla en isla pasaran como correos. Llegado en efecto a Atenas, tomó a su salvo la plaza, donde no encontró ya a los atenienses, de los cuales parte supo haber pasado a Salamina, parte hallarse en sus galeras. Sucedió esta segunda toma de Mardonio diez meses después de la de Jerjes.

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