LXXXI

Recogido en un montón todo el inmenso botín, desde luego sacaron aparte la décima, consagrándola a los dioses. De una parte de ella, ofrecida al dios de Delfos, hicieron aquella trípode de oro montada sobre un dragón de bronca de tres cabezas, que está allí cerca del ara; de otra parte, dedicada al dios de Olimpia, levantaron a Júpiter un coloso de bronce, de diez codos de altura; de otra tercera parte, reservada al dios del Istmo, se hizo un Neptuno de bronce, de siete codos. Lo restante de la presa, después de sacada dicha décima, se repartió entre los combatientes, según el mérito y dignidad de las personas, entrando en tal repartimiento las concubinas de los persas, el oro, la plata, las alhajas, los muebles y los bagajes. Por más que no hallo quien exprese con qué premio extraordinario se galardonó a los campeones que más se señalaron en Platea, persuádome con todo de que se les daría su parte privilegiada. Lo cierto es, que para el general Pausanias se escogieron y se le dieron aparte diez porciones de cada ramo del despojo, así en las esclavas como en los caballos, en los talentos de moneda, en los camellos, y del mismo modo en todos los demás géneros del botín.

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