XIII

Mardonio que tal oyó, no se halló seguro en el Ática, ni se determinó a esperar en ella por más tiempo, siendo así que antes que tal nueva le llegara, se detenía allí muy despacio para ver en qué paraba la negociación de parte de los atenienses, pues como siempre esperase que vendrían al cabo a su partido, ni talaba entretanto su país, ni hacía daño alguno en el Ática. Mas luego que informado de cuanto pasaba vio que nada a su favor tenía que esperar de los atenienses, pensó desde entonces en emprender su retirada antes que con su gente llegara Pausanias al istmo. Al salir de Atenas dio orden de abrasar la ciudad, y dar en el suelo con todo lo restante, ora fuese algún lienzo de muralla que hubiera quedado antes en pie, ora pared desmoronada de alguna casa, ora fragmento o ruina de algún templo. Dos motivos en particular le persuadían la retirada: uno por ver que el Ática no era a propósito para que maniobrara allí la caballería; otro el entender que, vencido una vez en campo de batalla, no le quedaría otro escape que por unos pasos tan estrechos, que un puñado de gente pudiera impedírselo. Parecióle, pues, ser lo más acertado retirarse hacia Tebas, y dar allí la batalla, ya cerca de una ciudad amiga, ya también en una llanura a propósito para maniobrar la caballería.

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