CVI

Despachado, pues, Fidípides por los generales, y haciendo el viaje en que dijo habérsele aparecido el dios Pan, llegó a Esparta el segundo día de su partida, y presentándose luego a los magistrados, hablóles de esta suerte: —«Sabed, lacedemonios, que los atenienses os piden que los socorráis, no permitiendo que su ciudad, la más antigua entre las griegas, sea por unos hombres bárbaros reducida a la esclavitud; tanto más, cuando Eretria ha sido tomada al presente y la Grecia cuenta ya de menos una de sus primeras ciudades.» Así dio Fidípides el recado que traía: los lacedemonios querían de veras enviar socorro a los de Atenas, pero les era por de pronto imposible si querían faltar a sus leyes; pues siendo aquel el día nono del mes, dijeron no poder salir de la empresa, por no estar todavía en el plenilunio, y con esto dilataron hasta él la salida.

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