Teniendo aquella tropa embarcada ya a su mando, partió Milcíades contra Paros, dando por razón que iba a castigar a los parios por haber antes hecho la guerra con sus galeras asistiendo al persa en Maratón. Pero este era un mero pretexto, y lo que en realidad le movía era el encono contra los parios, nacido de que Liságoras, hijo de Tisias y natural de Paros, le había acusado y puesto mal con el persa Hidarmes. Llegado allá Milcíades con su armada, puso sitio a la ciudad en que se habían encerrado los parios, a quienes envió un pregonero pidiéndoles le diesen cien talentos, con la amenaza de que en caso de negarlos no levantaría el sitio antes de rendirla plaza. Los parios, lejos de discurrir cómo darían a Milcíades aquella suma, sólo pensaban en el modo de defender bien su ciudad, fortificándola más y más y alzando de noche otro tanto aquella parte de los muros por donde la plaza estaba más expuesta a ser combatida.