En pena de tan funestas violencias, pretenden los argivos, como decía, que acabó furioso Cleomenes, cuya desastrada muerte niegan los espartanos que haya sido castigo ni venganza de ningún dios, antes aseguran que por el trato que tuvo Cleomenes con los escitas se hizo un gran bebedor, y de bebedor y borracho vino a parar en loco furioso. Cuentan que los escitas nómadas, después que Darío invadió sus tierras, concibieron un vehemente deseo de tomar venganza del persa, y con esta mira por medio de sus embajadores formaron con los espartanos una liga concertada en estos términos: que los escitas, siguiendo el río Fasis, debiesen invadir la Media, y que los espartanos, acometiendo desde Éfeso al enemigo, hubiesen de subir tierra adentro hasta juntarse con los escitas. Con esto pretenden los lacedemonios que por el sobrado trato que tuvo Cleomenes con los embajadores venidos con el fin mencionado, aprendió a darse al vino y a la bebida, de manera que de allí le nació después su furiosa manía. Añaden aún más, en prueba de lo dicho: que de esta venida de los escitas tomó principio la frase que usan los espartanos al querer beber larga y copiosamente: Vaya a la Escítica. Pero, por mas que así piensen y hablen los espartanos, creo que el fin de Cleomenes no fue sino castigo del cielo por lo que hizo contra Demarato.