LXXXIII

Quedó Argos de resultas de aquella guerra tan huérfana de ciudadanos, que los esclavos que en ella había, apoderados del estado, se mantuvieron en los empleos públicos hasta que los hijos de los argivos allí muertos llegaron a la edad varonil, pues entonces recobraron el dominio, quitando a los esclavos el mando y echándolos de la ciudad, si bien los expulsos lograron con las armas en la mano hacerse dueños de Tirinto. Por algún tiempo quedaron así los negocios en paz y sosiego, hasta tanto que quiso la desventura que cierto adivino Cleandro, natural de Figalia, pueblo de la Arcadia, juntándose con los esclavos dominantes en Tirinto, lograse alarmarles con sus razones contra los de Argos, sus señores. Encendióse con esto una guerra entre señores y esclavos que duró bastante tiempo, y de que a duras penas salieron al cabo vencedores los argivos.

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