Entretanto, los generales samios, viendo lo que los jonios hacían, se decidieron a aceptar el partido que Eaces, hijo de Silosonte, de orden de los persas les había hecho proponer, pidiéndoles por medio de un enviado que se apartasen de la alianza de los jonios. Viendo, pues, los samios el gran desorden que reinaba en la armada jonia, y pareciéndoles al mismo tiempo imposible que las armas del rey no saliesen al cabo victoriosas, por cuanto Darío, aun en caso de que su armada presente fuese derrotada, tendría en breve a punto otra cinco veces mayor, resolviéronse a admitir la mencionada propuesta. Estando en este ánimo, apenas vieron que no querían los jonios hacer su deber en aquella fatiga, cuando valiéndose de la ocasión echaron mano de aquel pretexto a fin de poder conservar, separándose de la liga, sus templos y bienes propios. Era este Eaces, cuya proposición aceptaron los de Samos, un príncipe hijo de Silosonte y nieto de Eaces, señor de Samos, que había sido privado de sus estados por manejo del Milesio Aristágoras, del mismo modo que los otros señores de la Jonia.