XLVI

Lo primero que Darío hizo al otro año fue enviar un mensajero a Taso mandando a los naturales de la isla, quienes habían sido delatados por los pueblos vecinos de que intentaban levantarse contra los persas, que demoliesen por sí mismos sus murallas y pasasen sus naves a Abdera. Los tasios, en efecto, así por haberse visto sitiados antes por Histieo, como por hallarse con grandes entradas de dinero, procuraban aprovecharlas bien en su, defensa, parte construyendo naves largas para la guerra, parte levantando muros más fuertes para su resguardo. Percibían los tasios esos réditos públicos que decía, así del continente como también de las minas, pues las de oro que poseían en Scaptesila, lugar de tierra firme, les redituaban por lo común 80 talentos, y las de la misma isla de Taso, dado que no llegaran a rendirles tanto, les producían con todo una suma tal, que el total de las rentas públicas de los tasios percibidas, ya de tierra firme, ya de las minas, cada uno subía ordinariamente a 200 talentos, y esto sin tener ninguna contribución impuesta sobre los frutos de la tierra; y el año que los negocios les iban muy bien, llegaba la suma de sus entradas a componer 300 talentos.

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