Cuéntase también la cosa de otro modo: dícese que los que dieron aviso al rey y condujeron a los persas por el rodeo de los montes, fueron Onetes, hijo de Fanágoras ciudadano Ristio, y Coridalo, natural de Anticira. Pero de ningún modo doy crédito a esta fábula, por dos razones: la una, porque debemos atenernos al juicio de los Pilágoras, quienes, bien informados sin duda del hecho como diputados públicos de los griegos, no ofrecieron premio con su bando de proscripción por la cabeza de Onetes ni por la de Coridalo, sino solamente por la de Epialtes el Traquinio; la otra, porque sabemos que Epialtes se ausentó por causa de este delito pudo muy bien Onetes, por más que no fuese meliense, tener noticia de aquella senda excusada, si por mucho tiempo había vivido en el país, no lo niego: solo afirmo que Epialtes fue el guía que les llevó por aquel rodeo del monte, y en el descubrimiento de la senda le cargo toda la culpa.