CCXVII

Habiendo, pues, los persas pasado el Asopo, iban marchando por la mencionada senda tal cual la describimos, teniendo a la derecha los montes de los eteos, y a la siniestra los de los traquinios. Al rayar del alba se hallaron en la cumbre del monte, lugar en que estaba apostado un destacamento de mil infantes focenses, como tengo antes declarado, con el objeto de defender su tierra y de impedir el paso de la senda, pues la entrada por la parte inferior estaba confiada a la custodia de los que llevo dicho; pero la senda del monte la guardaban los focenses, que de su voluntad se habían ofrecido a Leonidas para su defensa.

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