CLIX

Siagro que esto oía, no pudo sufrirlo con paciencia, sin que le respondiera en esta conformidad: —«¡Pardiez! si tal oyera el generalísimo Agamenon, aquel hijo de Pélope, ¿no daría un gran gemido, bañado en lágrimas su rostro, viendo a sus espartanos despojados de su imperio por Gelón y por los Siracusanos? Gelón, no vuelvas a tomar en boca esa demanda pretendiendo que te demos el mando del ejército. Si quieres socorrer a la Grecia, puedes hacerlo, bien entendido que deberás estar a las órdenes de los lacedemonios; y si te desdeñas de obedecernos, está muy bien; no vengas en socorro nuestro.» Como oyese Gelón tal respuesta, y viese tan mal recibida su demanda, replicó por fin en estos términos:

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