CLXIII

Sucedió, pues, que embarcados ya los embajadores griegos para la Grecia, después de estas conferencias, Gelón, receloso por una parte de que no tendrían los griegos fuerzas bastantes para vencer al bárbaro, y no pudiendo por otra sufrir la mengua y desdoro de obedecer a los lacedemonios, siendo soberano de Sicilia, en caso de pasar con sus tropas al Peloponeso, dejando este medio, echó mano de otro más seguro. Apenas oyó decir que el persa ya había pasado el HelesPonto, despachó luego con tres galeotas o penteconteros para Delfos a Cadmo, hijo de Escites, y natural de Coos, bien provisto de dinero y encargado de una embajada muy atenta. Mandóle que esperase el éxito de la batalla, y si el bárbaro salía con la victoria, que le regalase en su nombre aquel dinero y le entregase el reino de Gelón, dándole la tierra y el agua; pero si salían victoriosos los griegos, que diese la vuelta Sicilia.

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