CXXVIII

Como viese Jerjes desde Terma aquellos dos montes altísimos de la Tesalia, el Olimpo y el Osa, informado de que por un estrecho valle que media entre ellos corría el río Peneo, y oyendo al mismo tiempo que por allí había camino para Tesalia, vínole deseo de ir en una nave a contemplar la desembocadura del Penco. Movióse a ello por haberse ya resuelto a seguir el otro camino de arriba, que por medio de la alta Macedonia guía a los Perrebos pasando por la ciudad de Gono, asegurado de que este viaje sería el más seguro. Lo mismo fue presentársele tal idea que ponerla por obra. Embárcase en una nave sidonia, de la que hacía su capitana siempre que le venía en voluntad alguna de estas excursiones, y levanta bandera para que lo sigan las otras, dejando allí sus tropas. Llegado a su destino y contemplada la boca del río, quedó muy maravillado con aquella perspectiva. Llamó después a los que de guía le servían para el camino, y les preguntó si podría el río ir por otra parte a desaguar en el mar.

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