Volviendo ya a los conductores de Jerjes, preguntados estos por él si tenía el Peneo alguna otra salida para el mar, bien seguros de lo que le decían le respondieron: —«No, señor, no tiene este río ninguna otra salida que llegue al mar, ésta es la única, estando toda la Tesalia coronada alrededor de montañas.» A lo cual se dice que replicó Jerjes: —«Son sin duda los tésalos hombres hábiles y prudentes, pues muy de antemano han puesto a cubierto sus estados, retirándose del partido de la Grecia, así por varios motivos, como por ver que su país era fácil de ser sorprendido y en breve subyugado. Para esto no había más que hacer sino cerrar con un terraplén este barranco, y cegado el canal elevar el río sacado de madre, echándolo sobre las campiñas, con que se lograría anegar todo el llano de la Tesalia, quedando solamente libres los montes. Con esto aludía Jerjes a los hijos de Alevas, los primeros entre los griegos que habían entregado la Tesalia al rey, quien estaba persuadido de que se le entregaban en nombre de toda la nación. Dicho esto, y observado bien el país, hízose Jerjes a la vela para volver a Terma.