Habiendo llegado Jerjes a dicho río, movido de curiosidad quiso subir a ver a Pérgamo, la capital de Príamo. Registróla y se informó particularmente de todo, y después mandó sacrificar mil bueyes a Minerva Ilíada. No dejaron sus magos de hacer libaciones en honor de los héroes del lugar. Apoderóse del ejército aquella noche un gran terror. Al hacerse de día emprendió su camino dejando a la izquierda las ciudades de Retio y Dárdano, que está confinante con Ábidos; y a la derecha la de Gergitas, colonia de los Teucros.