Hubo en esta ciudad un vecino llamado Pitio hijo de Atis, de nación lidio, quien dio un convite espléndido a toda la armada del rey y al mismo Jerjes en persona, ofreciéndose a más de esto a darle dinero para los gastos de la guerra. Oída esta oferta de Pitio, informóse Jerjes de los persas que estaban allí presentes sobre quién era Pitio, y cuántos eran sus haberes, que se atreviese a hacerle tal promesa. —«Señor, le respondieron, este es el que regaló a vuestro padre Darío un plátano y una vid de oro, hombre en efecto que sólo a vos cede en bienes y riqueza, ni conocemos otro que lo iguale.»