Admirado de esto último que acababa Jerjes de oír, preguntó él mismo a Pitio cuánto vendría a ser su caudal. —«Señor, le responde Pitio, os hablaré con toda ingenuidad sin ocultaros cosa alguna, y sin excusarme con decir que yo mismo no sé bien lo que tengo sabiéndolo con toda puntualidad. Y lo sé, porque al punto que llegó a mi noticia que os disponíais a bajar hacia las costas del mar de la Grecia, queriendo yo haceros un donativo para los gastos de la guerra, saqué mis cuentas, y hallé que tenía 2.000 talentos en plata, y en oro 4 millones, menos 7.000 de estateres dáricos, cuya suma está toda a vuestra disposición; que para mi subsistencia me sobra con lo que me reditúan mis posesiones y esclavos.»