CXI

Los griegos de la armada naval, después de resolverse a no pasar más adelante en seguimiento de la de los bárbaros, ni a avanzar con sus naves hasta el Helesponto para cortar a Jerjes la retirada, quedáronse sitiando la ciudad de Andros con ánimo de arruinarla. El motivo era por haber los Andrios sido los primeros de todos los isleños que se habían negado a la contribución que Temístocles les pedía; mas como éste les previniese que los atenienses les harían una visita llevando consigo dos grandes divinidades, la una Pitos y la otra Anauhea, por cuyo medio se verían en la precisión de desembolsar su dinero, diéronle los Andrios por respuesta: que conrazón era Atenas una ciudad grande, rica y dichosa, teniendo de su parte la protección de aquellas buenas diosas, al paso que los pobres Andrios eran hombres de tan cortos alcances y tan desgraciados que no podían echar de su isla a dos diosas que les irrogaban mucho daño, la Penia y la Amecania, las cuales obstinadamente se empeñaban en vivir en su país; que habiendo cabido a los Andrios por su mala suerte aquellas dos harto menguadas diosas, no pagarían contribución alguna, pues no llegaría a ser tan grande el poder de los atenienses que no fuese mayor su misma imposibilidad.» Por esta respuesta que dieron, no queriendo pagar ni un dinero, veíanse sitiados.

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