CXIII

Las tropas que cerca de sí tenía Jerjes, dejando pasar unos pocos días después de la batalla naval, dirigiéronse la vuelta de Beocia por el mismo camino por donde habían venido. Así se hizo la marcha, por parecerle a Mardonio que además de deber con ellas escoltar al rey, no era ya por otra parte tiempo de continuar la campaña, sino que lo mejor sería invernar en la Tesalia, y a la primavera siguiente invadir el Peloponeso. Llegados a la Tesalia, las primeras tropas que para sí escogió Mardonio fueron todos aquellos persas que llamaban los Inmortales, a excepción de su general Hidarnes, que se negó a dejar al rey. De entre los otros persas escogió asimismo a los coraceros y aquel regimiento de los mil caballos. Tomó asimismo para si a los medos, los sacas, los bactrios y los indios, tanto los de a pie como los de a caballo. Habiéndose quedado con todas estas naciones, iba entresacando de entre los demás aliados unos pocos, los mejor plantados que veía, y aquellos también de quienes sabía haberse portado bien en alguna función. En esta gente escogida, el cuerpo más considerable era el de aquellos persas que llevaban su collar y brazalete de oro; después el de los medos, no porque fuesen menos que los persas, sino porque no les igualaban en el valor. En fin, la suma de las tropas subía a 300.000 entre peones y jinetes.

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