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Defendiendo así su parecer los generales del Peloponeso, llegó un ateniense con la nueva de que el bárbaro se entraba ya por el Ática, y que en ella lo pasaba todo a sangre y fuego. En efecto, el ejército en que venía Jerjes marchando por la Beocia, después de haber puesto fuego la ciudad de los tespienses, a la cual habían todos desamparado retirándose al Peloponeso, como también a la de los platenses; había llegado a Atenas, donde todo lo destruía y talaba; y la razón que le indujo a abrasar las ciudades de Tespia y de Platea era por haber oído de los tebanos que no eran de su devoción.

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