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Al cabo de tres meses, contando desde el tránsito del Helesponto de donde emprendieron los bárbaros sus marchas hacia Europa, en cuyo tránsito emplearon otro mes, halláronse por fin en el Ática el año en que fue Caliades arconta en Atenas. Apoderáronse de la ciudad desierta, encontrando con todo unos pocos atenienses en el templo de Minerva, y con ellos a los encargados de las rentas y bienes del mismo, y otros desvalidos. Eran estos o tan pobres que por faltarles los medios no habían podido retirarse a Salamina, o del número de los que pensaban haber penetrado mejor el oráculo de la Pitia, en que les anunciaba que la muralla de madera sería inexpugnable, persuadidos de que, conforme al oráculo, la ciudadela y no las naves era un asilo seguro. Los tales, pues, cerrada la puerta del alcázar y atrancada con unos gruesos palos, resistían a los que procuraban acometerles.

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