LXXI

Aquella misma noche empezó a marchar por tierra hacia el Peloponeso el ejército de los persas, por más que se hubiesen tomado todas las medidas y precauciones posibles a fin de impedir a los bárbaros el paso de tierra firme; porque apenas supieron los peloponesios la muerte de las tropas de Leonidas en Termópilas, concurriendo a toda prisa los guerreros de las ciudades, sentaron sus reales en el istmo, teniendo, al frente por general a Cleombroto, hijo de Anaxandrides y hermano de Leonidas. Plantados en el Istmo sus reales, cortaron ante todo con trincheras y terraplenaron la vía Scironida, y después tomado entre ellos acuerdo, determinaron levantar una muralla en las fauces del istmo, y como eran muchos millares de hombres los que allí estaban, y no había ni uno solo que no pusiese mano al trabajo, estaba ya entonces acabada la obra, mayormente cuando sin cesar ni de día ni de noche, iban afanándose aquellas tropas, acarreando unos ladrillo, otros fagina y otros cargas de arena.

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