XXXVI

Los naturales de Delfos, informados de lo que pasaba, se llenaron de pasmo y horror, y poseídos de la pasión, consultaban a su oráculo lo que debían hacer de aquellos bienes y muebles sagrados, si sería acaso mejor esconderlos bajo tierra, o pasarlos a otra región. Pero aquel su dios no permitió que los tocasen de su lugar, diciendo que él por sí sólo era bastante a cubrir y defender sus cosas sin auxilio ajeno. Con tal respuesta aplicáronse los de Delfos a mirar por sus vidas y personas; y habiendo hecho pasar a sus hijos y mujeres a la Acaya, subiéronse casi todos a las cumbres del Parnaso y se refugiaron en la cueva Coricia, si bien algunos se escaparon a Anfisa, la de los Locros. Todos los de Delfos, en suma, desampararon su ciudad, fuera de 60 varones que con el adivino allí se quedaron.

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