Filosofía de Aristóteles

12. Hasta aquí los títulos de sus libros; expondré ahora los dogmas que sigue en ellos. Dice que la filosofía es de dos especies: una práctica, otra teorética. A la práctica pertenecen la moral y la política, en las cuales se trata del gobierno público y del privado; a la teorética pertenecen la física y la lógica; y esta última no es parte de la filosofía teórica, sino como un exacto instrumento para ella, y lo ilustra con sus dos objetos o blancos probable y verdadero, usando de dos auxilios para cada uno, esto es, para lo probable, de la dialéctica y de la retórica, y para lo verdadero, de la analítica y de la filosofía, no omitiendo nada en lo tocante a la invención, al juicio y al uso. Para la invención da los tópicos y metódicos con multitud de proposiciones de donde se pueden sacar muchos problemas para los epiqueremas probables. Para el juicio da los analíticos primeros y postreros: por los primeros se juzga de las premisas o propuesto, y por los segundos de las conclusiones o ilaciones. Para el uso pone cuanto mira a la disputa, preguntas, contenciones, argumentos sofísticos, silogismos y cosas semejantes».

13. Dice que «los sentidos son el criterio de la verdad acerca de las operaciones de la imaginativa, y la mente lo es para las cosas morales acerca del gobierno público, privado y leyes». Pone un solo fin, y dice es «el uso de la virtud en la vida perfecta». Dice que «la felicidad es producida por tres géneros de bienes, a saber: los del alma, a quienes llama primeros en fuerzas; los segundos los del cuerpo, v.gr., la sanidad, la fortaleza, la hermosura y otros muchos; y los terceros que nos son externos como la riqueza, la nobleza, la gloria y semejantes».

14. Dice que «la virtud no es suficiente por sí sola para la vida feliz, pues necesita de los bienes del cuerpo y de los externos. Que el sabio no será feliz si padece trabajos, pobreza y cosas semejantes; pero que el vicio hasta para la infelicidad, por más que se posean los bienes externos y del cuerpo. Que las virtudes no se siguen precisamente unas a otras, pues un hombre prudente y amante de lo justo puede ser destemplado e incontinente. Que el sabio no está absolutamente sin pasiones, pero son moderadas». Definía la amistad como «una recíproca igualdad de benevolencia. Que es de tres especies: una de parentesco, otra de amor y otra de hospitalidad. Que el amor no sólo es propio de la sociedad, sino también de la filosofía. Que el sabio puede amar, gobernar la república, casarse y vivir en compañía del monarca».

15. Establecidas tres especies de vida, a saber, meditativa, operativa y voluptuosa, prefería la meditativa. Decía que «la disciplina encíclica es conducentísima para adquirir la virtud». En la física fue diligentísimo en indagar las causas, asignándolas aún a las más mínimas cosas, y por esto escribió no pocos libros de Comentarios físicos. Definió, a imitación de Platón, que «Dios es inmortal, y que su providencia se extiende hasta las cosas celestes, pero que él es inmutable. Que las cosas terrenas son gobernadas por cierta simpatía con las celestes. Que además de los cuatro elementos hay otro quinto, de quien constan las cosas etéreas, y que su movimiento es diferente del de los otros, como que es circular. Que el alma es incorpórea, como que es la primera perfección (315) y la potencia del cuerpo físico-orgánico que tiene vida». Según él, hay dos de estas perfecciones o entelequias: llama entelequia a la que tiene apariencia incorpórea y potencial o virtual: v.gr., la imagen de Mercurio expresada en cera, capaz de recibir los lineamentos y exacta semejanza, como también su estatua en bronce. Llámase también entelequia o perfección habitual la de una concluida y consumada estatua de Mercurio. Dice: del cuerpo físico, por haber cuerpos artificiales, v.gr., los que hacen los artistas, como son: una torre, una nave; y otros los que da la Naturaleza, v.gr., las plantas, los cuerpos de los animales. Dice: orgánico, esto es, dispuesto para alguna operación, v.gr., el ojo para ver, el oído para oír. Pone: que tiene vida por su virtud, esto es, en sí mismo, lo cual es en dos maneras; o habitualmente, o actualmente. Se dice tener alma actualmente u operativamente al que está despierto, y habitualmente al que durmiendo. Para dejar esto decidido, añade: por su virtud o potencia.

16. Estas cosas y otras muchas como éstas expuso, que sería largo enumerar. Fue siempre sumamente aplicado al trabajo y fecundísimo en invención, como consta de los arriba notados libros que escribió, los cuales se acercan a cuatrocientos, contando solamente los que de cierto son suyos. Atribúyensele además otros muchos escritos y varios apotegmas no escritos que encierran saludables consejos.

17. Hubo ocho Aristóteles: el primero este mismo. El segundo, uno que gobernó la república de Atenas, de quien corren ciertas Oraciones judiciales muy buenas. El tercero, uno que escribió De la Ilíada. El cuarto fue orador siciliano, que escribió Contra el Panegírico de Isócrates. El quinto, uno apellidado Mito, discípulo de Esquines socrático. El sexto fue cireneo, escritor De Poética. El séptimo fue un maestro de niños, de quien hace memoria Aristóxeno en la Vida de Platón. Y el octavo fue un gramático de poco nombre, de quien anda un tratado Del pleonasmo. De nuestro estagirita hubo muchos discípulos; pero el más célebre fue Teofrasto, de quien vamos a tratar.

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(306) Porque el verbo περιπατέω significa pasear.
(307) Este himno lo trae Ateneo, lib. XV, con poca variedad.
(308) Καλα βρίά. Así está escrita también en Plutarco esta palabra, en la Vida de Demóstenes; pero parece debe escribirse Καλανρεία o Καλανρία como está en Pausanias. Lo cierto es que de cualquier modo que se escriba debe entenderse por ella una isla del archipiélago junto a Trecene. Véase Estrabón, lib. VIII.
(309) Estas hospederías griegas, ξένων, las describe Vitrubio, lib. VI, cap. X.
(310) λοπάδας, ollas. Ateneo y Eliano dicen que Aristóteles había sido boticario.
(311) ένπυέλω, que nosotros solemos llamar baño, y los latinos, pelvim, labrum.
(312) Los atenienses tenían una ley particular que eximía de sustentar a sus padres a los hijos que no hubiesen sido adoctrinados en algún arte o ciencia por sus padres. Parece que si esta ley estuviese actualmente en uso, podría no ser útil en muchas ocasiones para corregir la desidia de muchos padres en la instrucción de sus hijos e hijas.
(313) Sería acerca de la piedra imán, o bien de la de toque.
(314) Justificaciones de las ciudades griegas era el título de este libro, como se lee en la Vida de Aristóteles que publicó por la primera vez Gil Menagio en sus Notas a Laercio. Confírmanlo Eustatio y Harpocración.
(315) έντελέχεια.

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