Los diálogos de Platón (estilo, obras y escritos de Platón)

24. Y siendo tú con tanta razón amante de Platón, y que inquieres con suma diligencia los dogmas de este filósofo, he tenido por inexcusable escribir sobre la naturaleza de su estilo, el orden de sus diálogos y la serie de su doctrina, en cuanto mis fuerzas alcancen, tocándolo todo sólo elemental y sumariamente, de forma que no se carezca de una suficiente noticia de sus dogmas y de su vida que escribo; pues querer explicarte todas las cosas por menor seria llevar lechuzas a Atenas, como dicen (213).

25. Dícese, pues, que el primero que escribió diálogos fue Zenón Eleate. Y Aristóteles, en el libro I De los poetas, dice lo fue Alexameno Estireo o Teyo, lo que también afirma Favorino en sus Comentarios. Pero, en mi sentir, pulió Platón su forma y estilo de manera que no se le puede negar con justicia la gloria de la invención (214). El diálogo es un «discurso compuesto de preguntas y respuestas sobre cosas filosóficas y políticas, con decencia de costumbres en las personas introducidas en él y ornato en las palabras». La dialéctica es el «arte de disputar, por la cual refutamos o defendemos alguna cosa por medio de preguntas y respuestas entre los que disputan». El carácter del estilo de Platón en sus diálogos es de dos maneras, y en ambas excelente: uno interpretativo o expositivo, y el otro inquisitivo. El interpretativo se divide en otros dos caracteres: uno especulativo y otro práctico. Y aun el especulativo se divide también en dos, que son físico y lógico (215), y el práctico en moral y político. El inquisitivo también se divide en dos principales caracteres: uno gimnástico y otro agonístico (216). El gimnástico es institutivo (217) y de provectos (218), y el agonístico es acusativo y destructivo (219).

26. Sé que algunos distinguen de otra manera los diálogos de Platón, llámanlos a unos dramáticos, a otros narrativos y a otros mixtos; pero éstos dan una distinción de ellos más propia de la escena trágica que de la escuela filosófica. De estos diálogos, pues, unos versan sobre la física, como el Timeo; otros sobre la lógica, v. g., el Político, el Crátilo, el Parménides y el Sofista; otros sobre la moral, como la Apología, el Critón, el Fedón, el Fedro, el Convite, el Menéxeno, el Clitofón, las Epístolas, el Filebo, el Hiparco y el Anterastes; otros sobre la política, como son la República, las Leyes, el Minos, el Epinomis y el Atlántico. Otros versan sobre la institución, v. g., los Alcibíades, el Téages, el Lisis y el Laques. A los de provectos pertenecen el EutifrónMenón, el Ion, el Cármides y el Teeteto. Acusativo es el Protágoras, y el Eutidemo, los dos Hipias y el Gorgias son destructivos. Baste esto acerca de la naturaleza V diferencias del diálogo. Pero por cuanto anda muy controvertido si hay o no dogmas (220) en los de Platón, diré también de ello alguna cosa.

27. Al dogmatista, pues, toca establecer dogmas, como al legislador poner leyes. El dogma es en dos maneras, aquello de que opinamos y la opinión misma. La primera de ellas es la proposición, la segunda el parecer o estimación. Platón, pues, expone lo que aprende o percibe, refuta lo falso y en lo dudoso suspende el juicio.

28. Lo que Platón percibe lo expone por medio de cuatro interlocutores, que son: Sócrates, Timeo, un huésped ateniense y otro eleate. Por estos dos huéspedes no se entienden Platón y Parménides, como creen algunos, sino que son personas supuestas y anónimas. Cuando Platón hace hablar a Sócrates y a Timeo, entonces establece dogmas; y cuando refuta opiniones falsas, trae a Trasímaco, a Calicles, a Polo, a Gorgias, a Protágoras, a Hipias, a Eutidemo y a otros semejantes. En la conclusión de sus argumentos usa mucho de la inducción, no la simple, sino la doble. Inducción es «un discurso que de unas cosas ciertas va coligiendo e infiriendo otras a sí semejantes». Dos son las especies de inducción: una la que llaman a contrario, y otra la de consiguiente o consecuencia. La primera es cuando de la respuesta que da el preguntado se infiere lo contrario a ella, v. g.: «Mi padre o es otro que el tuyo, o es el mismo: si es otro tu padre que el mío, siendo otra cosa que padre, no será padre: si es el mismo que mi padre, siendo la misma cosa que mi padre, mi padre será sin duda». También: «Si el hombre no es animal, será piedra o leño; no es piedra o leño, puesto que está animado y se mueve por si mismo: luego es animal. Si es animal, y lo son también el perro y el buey, el hombre será animal, perro y buey». De esta inducción a contrario usa en sus controversias no para establecer dogmas, sino para refutar o redargüir.

29. La inducción de consecuencia es en dos maneras: una expone parcialmente lo que parcialmente se pregunta; la otra establece lo universal por medio de lo parcial o particular. La primera es de los retóricos, la segunda de los dialécticos. En la primera se inquiere: Si éste, v. g., ha hecho el homicidio, la razón es haberlo hallado ensangrentado al tiempo en que se perpetró. Esta especie de inducción es la propia de los retóricos; pues la retórica versa sobre particulares, no sobre universales. Inquiere, v. g., no de lo justo en general, sino de esta o la otra cosa justa en particular. La otra especie es de los dialécticos, y prueba lo universal por cosas particulares, v. g., cuando se pregunta Si el alma es inmortal, o si de los muertos, hay algunos que vivan; lo cual se prueba en el libro Del alma por un universal, supuesto que las cosas contrarias nacen de las cosas contrarias. Este mismo universal se compone de diferentes particulares, v. g., el sueño de la vigilia, y al contrario; lo mayor de lo menor, y al contrario. De esta especie de inducción usaba para probar lo que le parecía verdadero.

30. Como antiguamente en la tragedia había solamente el coro, después Tespis introdujo un actor a fin de que el coro descansase; luego Esquilo la dio dos actores, Sófocles tres, y de esta forma se fue perfeccionando la tragedia; así también la filosofía versaba solamente sobre una parte, que es la física; después Sócrates añadió la moral, y últimamente Platón inventó la dialéctica y acabó por perfeccionar la filosofía.

31. Trasilo dice que Platón compuso sus diálogos a imitación del cuadriloquio (221) trágico. Los poetas trágicos tenían sus certámenes dionisíacos, leneos, panateos y quitros. El cuarto de estos dramas debía ser satírico, y los cuatro se llamaban cuadriloquio. Los diálogos, pues, dice Trasilo, que son ciertamente de Platón, ascienden a 56. La República se divide en diez libros (la cual, dice Favorino en el libro II de su Historia varia, se halla toda extractada en las Contradicciones de Protágoras); sus Leyes en doce libros. Tiene nueve cuadriloquios. La República forma un volumen, y otro las Leyes. Pone por primer cuadriloquio los diálogos de argumento general o común a todos los otros, queriendo enseñar en él cuál debe ser la vida del filósofo. A cada libro pone dos epígrafes: uno contiene el nombre del diálogo, el otro indica su materia. Este primer cuadriloquio lleva por título Eutifrón o De la santidad. Este diálogo es de los que arriba dijimos, de provectos o de tentativa. El segundo es la Apología de Sócrates, diálogo moral. El tercero se titula Critón, y trata de lo que debemos obrar; también es moral. Y el cuarto, Fedón o Del alma,  moral.

32. El segundo cuadriloquio empieza por el Cratilo o De la recta razón de los nombres: es diálogo lógico. Luego el Teeteto o De la ciencia: diálogo de tentativa. El sofista o Del ente: diálogo lógico. Y El político o Del reinar: lógico. En el tercer cuadriloquio se contienen el Parménides o De las ideas: es diálogo lógico. Filebo o Del deleite: moral. El convite o De lo bueno: moral. El Fedro o Del amor: también moral. El cuarto cuadriloquio incluye el Alcibíades o De la naturaleza del hombre: diálogo institutivo. El segundo Alcibíades o Del ruego: también institutivo. El Hiparco o Del amor del lucro: moral. Y el Anteraste o De la Filosofía: diálogo moral. El quinto comprende al Téages o De la Filosofía: diálogo institutivo. Al Cármides o De la templanza: tentativo. Al Laques o Del valor: institutivo. Y al Lisis o De la amistad: también institutivo. En el sexto se contienen el Eutidemo o El contencioso: diálogo destructivo. El Protágoras o Los sofistas: diálogo acusativo. El Gorgias o De la Retórica: destructivo. Y el Menón o De la virtud: diálogo de tentativa. El séptimo comprende los dos Hipias, el primero de los cuales trata De lo honesto, y el segundo De la mentira: son diálogos destructivos. El Ion o De la Ilíada: tentativo, y el Menéxeno o el Epitafio: diálogo moral. El octavo comienza por Clitofón o Exhortatorio: diálogo moral. Sigue la República o De la justicia: diálogo civil. El Timeo o De la naturaleza: diálogo físico. Y el Cricias o El Atlántico: moral. Finalmente, el noveno cuadriloquio contiene el Minos o De la ley: diálogo político. Las leyes o Del modo de hacerlas: también político. El Epinomis o La asamblea nocturna, o sea, El filósofo: diálogo también político. Y trece Cartas, todas morales. (Sobre ellas pone por salutación Εΰ πράττειν, bene agere: obrar bien. Epicuro ponía Εΰ διάγειν, bene degere: vivir bien. Y Cleón Χαιρειν, gaudare: estar alegre). Una a Aristodemo; dos a Arquitas; cuatro a Dionisio; una a Hermias, Erasto y Corisco; una a Leodamante; una a Dión; una a Perdicas, y dos a los amigos y familiares de Platón.

33. Así distribuye Trasilo, con algunos otros, los libros de Platón. Pero otros, de cuyo número es el gramático Aristófanes, dividen los diálogos en triloquios. El primero contiene la República, el Timeo y el Cricias. El segundo contiene el Sofista, el Político y el Crátilo. El tercero las Leyes, el Minos y el Epinomis. El cuarto el Teeteto, el Eutifrón y la Apología. El quinto el Critón, el Fedón y las Cartas. Los demás van separados y sin orden especial. Algunos empiezan, como ya se dijo, por la República; otros por Alcibíades mayor; otros por Téages; otros por Eutifrón; otros por Clitofón; otros por Timeo; otros por Fedro; otros por Teeteto, y otros, finalmente, empiezan por la Apología.

34. Se tienen por espurios los diálogos siguientes: el Midón o Hipostrofo, el Eurixias o Erasistrato, el Alción, el Acéfalo o Sísifo, el Axioco, el Feaces, el Demódoco, el Quelidón, el Séptima (222) y el Epiménides, de los cuales el Alción parece es de un tan León, según afirma Favorino en el libro V de sus Comentarios. Usa mucha variedad de voces en sus obras a fin de que no sean entendidas de los ignorantes; no obstante, es de sentir que la sabiduría consiste propiamente en el conocimiento de cosas intelectuales, como el de Dios y el del alma separada del cuerpo. Da en particular a la filosofía el nombre de sabiduría, como que es un deseo o amor de la sabiduría divina; pero en común da también nombre de sabiduría a toda pericia o inteligencia, v. g., cuando llama sabio a un artista célebre.

35. Usa también de unas mismas voces para significar cosas diferentes, como, por ejemplo, usa de la voz φαΰλος (phaulos) para significar lo que άπλοΰς (haplous), igualmente que Eurípides la emplea con la misma significación, hablando así de Hércules en su Licimnio:

Sencillo, sin adorno, en todo bueno,
y que toda la ciencia circunscribe
en la obra, no versado en elegancias (223)

También usa Platón algunas veces de la misma palabra en vez de τοΰ χαλου (224) (tou calou), y aun por τουμιχρου (tou microu), pequeño. Y, por el contrario, usa muchas veces diversas voces para un mismo significado, pues para significar la Idea usa de las palabras especiegéneroparadigmaprincipio y causa. No menos usa de voces opuestas en un mismo significado, llamando sensible a lo existente y a lo no existente: a lo existente por su generación; a lo no existente por innata mutación. Llama Idea a lo que ni se mueve ni está quieto, y una misma cosa a la unidad y a la pluralidad. Todo lo cual lo acostumbra hacer con mucha frecuencia.

36. De tres maneras se deben exponer sus escritos. Primeramente, conviene explicar qué cosa sea cada una de las que allí se dicen. Luego por qué se dice cada una de ellas: si como principal asunto, o como parte de algún símil; para establecer dogmas, o para convencer a su adversario. Y en tercer lugar, si las tales cosas están rectamente dichas.

37. Y por cuanto en sus libros se ponen ciertas señales o signos, diremos también de ello alguna cosa. La X se aplica a las palabras y a las figuras, según costumbre de Platón (225). El Diple (doble) = a los dogmas y opiniones propias de Platón. La .X. con un punto a cada parte se pone a las sentencias más selectas y hermosas. El diple con dos puntos (226) se pone donde se enmiendan algunas cosas. El obelo con dos puntos (227) en las cosas vanas e ineptas. La antisigma con los dos puntos (228) cuando pueden dos cláusulas servir igualmente en un pasaje mismo o para alguna traslación. El ceraunio (229) se pone en las cosas pertenecientes a la instrucción filosófica. El asterisco (230) cuando hay uniformidad de dogmas. Y el simple obelo (231) se pone cuando se reprueba algo. Estos son los libros de Platón y las notas que les ponen. De ellos dice Antígono Caristio, en su libro De Zenón, que recién publicados, si alguno quería leerlos, pagaba al que los poseía.

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