Opiniones de Platón (La filosofía de Platón)

38. Sus opiniones son éstas: decía que «el alma es inmortal; que pasa de unos cuerpos a otros, y que tuvo principio numérico; pero que el cuerpo lo tuvo geométrico». Definía el alma diciendo que es «la idea de un espíritu esparcido por todas partes; que se mueve por sí misma, y que está dividida en tres partes; que la parte racional reside en la cabeza; la irascible en el corazón, y la concupiscible en el ombligo e hígado; que el alma, estando en el medio del cuerpo, retiene todas las partes de éste en rededor; que se compone de los elementos, y que, estando dividida al tenor de los intervalos armónicos, forma dos círculos unidos. Dividido en otros seis el círculo interior de estos dos, componen todos los siete círculos (232). Que dicho círculo yace retirado hacia la izquierda del diámetro, y el otro al lado, hacia la derecha, por cuya razón es único (233). El primero está dividido en lo interno. Que éste es propio de la naturaleza de Sí mismo o del Mismo, y los demás del Otro (234). Que el primero es el movimiento del alma, y el segundo el del universo y planetas».

39. «Estando, pues, hecha desde el medio la división de manera que se extiende y une a los extremos, conoce y comprende el alma las cosas existentes, puesto que tiene en sí misma los principios armónicamente. Que la opinión se hace por el círculo llamado Otro, y la ciencia por el llamado Mismo. Que los principios de todas las cosas son dos, a saber: Dios y la Materia, llamando a Dios Mente y Causa. Que la Materia es informe e infinita; pero de ella se forman y componen las cosas». Dice que «habiéndose movido sin orden en algún tiempo esta Materia, la fijó Dios y la unió en un lugar, teniendo por mejor el orden que el desorden. Que esta sustancia o materia se convirtió en los cuatro elementos o principios: fuego, agua, aire y tierra, de los cuales fue engendrado el mundo y cuanto hay en él. Solamente la tierra, dice, es inmutable: dando por causa la variedad de figuras en las partes de que constan los elementos que la componen. Las figuras de los principios de las demás cosas, dice, son homogéneas, a saber: compuestas todas de un triángulo prolongado; pero que la tierra tiene su figura propia. Las partes de que se compone el fuego son piramidales; las del aire, de figura octaedra (235); las del agua, de icosaedra (236), y las de la tierra cúbicas (237); por lo cual ni la tierra se convierte en los demás elementos, ni ellos en tierra. Que no cada cosa tiene su propio lugar separadamente, sino que la circunferencia, constriñendo y apretando hacia el centro, une las partes pequeñas y separa las grandes; así, que mudando de especie, mudan también de sitio».

40. «Que el mundo es uno solo, habiéndolo Dios criado sensible (238). Que está animado, puesto que lo animado es más noble que lo inanimado. Que este edificio del mundo está sujeto a la Suprema causa. Que fue creado único (y no limitado), por ser también único el original según el cual fue creado. Que es esférico, por serlo también su Criador. Y que aquél contiene los demás animales; éste las figuras de todos. Que es liso y sin órgano alguno en su circunferencia, por no serle de ningún uso (239). Que permanece sin acabarse, porque no se resuelve en Dios. Y que es Dios la Causa de toda generación, por ser cosa natural al bueno el hacer bien. Que la Causa de la generación del cielo es excelentísima; pues lo más bello de las cosas criadas debe ser producción de la más excelente de las cosas intelectuales; y por cuanto Dios es tal, el cielo, a este Ser excelentísimo semejante y en sí hermosísimo, no es semejante a ninguna criatura, sino sólo a Dios. Que el mundo consta de fuego, agua, aire y tierra. De fuego, para que sea visible; de tierra, para que sea sólido; de agua y aire, para que esté proporcionado, puesto que la rigidez de los sólidos se proporciona con los dos elementos medios para formar el universo. Y consta de todos, para que sea perfecto e inmortal. Que el tiempo fue creado a imagen de la eternidad: dura siempre, y es el movimiento del cielo: la noche, el día, el mes y semejantes son partes del tiempo. Así, que el tiempo no puede existir sin la naturaleza del universo, pues luego que hubo mundo hubo también tiempo, habiendo sido criados el sol, la luna y los planetas para formar el tiempo. Que Dios encendió la lumbre solar para que fuese patente el número de las horas y lo percibiesen aun los animales. Que la luna tiene su esfera sobre el círculo de la tierra; próximo al círculo de la luna está el del sol, y en los siguientes los demás planetas».

41. «Que el universo está animado, por ir conexo con el movimiento, que lo está. Que para que el mundo fuese perfecto y semejante a la Inteligencia animada, fue criada la naturaleza de los otros animales. Y como aquélla tuvo mente, fue conveniente la tuviese también el cielo. Que los dioses son de naturaleza ígnea. Que los demás animales son de tres géneros: volátil, acuátil y pedestre. Que la tierra es más antigua que los dioses que hay en el cielo (240). Que fue criada para que formase la noche y el día: y como ocupa el medio del universo, gira sobre el medio mismo». Dice que «siendo dos las causas de las cosas, se ha de decir que unas proceden por deliberación de la mente; otras por necesidad de la misma causa (241). Éstas son el aire, el fuego, la tierra y el agua; los cuales no eran perfectamente elementos, pero eran capaces de serlo. Que se componen de triángulos combinados (242), y en ellos se resuelven. Que sus principios son el triángulo prolongado y el isósceles. Que el principio y causa de las cosas son las dos referidas, cuyo ejemplar son Dios y la materia; el cual es fuerza sea informe, como las demás cosas capaces de forma. Que la causa de estas cosas es necesaria; pues produce las esencias según las ideas concebidas, se mueve por potencia disímil, y se mueven contrariamente las cosas por ella movidas. Que estas cosas al principio se movieron sin orden ni concierto alguno; pero después que comenzaron a componer el mundo, por su propia aptitud recibieron de Dios la conmensuración y orden».

42. «Que las causas antes de la creación del cielo eran dos: luego se agregó la generación, que es la tercera; pero no eran manifiestas, sino sólo como huellas y sin orden; bien que después de criado el mundo, recibieron también ellas el orden debido. Que el cielo fue criado de todos los cuerpos antes existentes». Es de sentir que «Dios es como incorpóreo, como también el alma; por cuya causa son incapaces de corrupción y pasiones». Pone las ideas, según dijimos, como ciertas causas y principios, «las cuales hacen que las cosas existentes por su naturaleza sean tales cuales son realmente».

43. De los bienes y los males decía que «el fin del hombre es la semejanza con Dios. Que la virtud es bastante por sí sola para la felicidad; pero necesita de los bienes del cuerpo como a instrumentos, v.gr., la fortaleza, la salud, la agudeza de sentidos y demás cosas semejantes. También necesita de los bienes externos, como son: las riquezas, la nobleza, la celebridad (243); pero aunque falten estas cosas, será no obstante feliz el sabio. Antes por el contrario, gobernará la república, contraerá matrimonio y no quebrantará las leyes puestas. Las dará también a su patria útiles en cuanto quepa; a no ser que las crea infructuosas por la indocilidad y corrupción del pueblo». Es de sentir que «los dioses atienden a las cosas humanas, y que hay espíritus» (244); y es el primero que dijo que «la noción de lo honesto va unida a la de lo laudable, de lo racional, de lo útil, de lo ilustre y de lo conveniente. Todas las cuales cosas encierran lo que por su naturaleza es racional y confesado por todos».

44. Disputó de la rectitud de los hombres; y estableció el primero la ciencia de responder y preguntar rectamente, usándola él mismo en sumo grado. En sus Diálogos establece por ley la justicia divina a fin de incitar con más vehemencia los hombres a la virtud y al bien obrar, para no padecer los malhechores las debidas penas en la otra vida. Por esto algunos lo tuvieron por mitólogo, ya que entretejía en sus escritos estos apólogos para contener los hombres, siendo incierto que después de la muerte suceden estas cosas (245). Hasta aquí sus opiniones.

45. Dividía, dice Aristóteles, las cosas en esta forma: de los bienes, unos existen en el alma, otros en el cuerpo y otros fuera de nosotros. Colocaba en el alma la justicia, la prudencia, la fortaleza, la fragilidad y otras semejantes. En el cuerpo la belleza, la buena constitución de partes, la salud y las fuerzas. Y entre los bienes externos ponía los amigos, la felicidad de la patria y las riquezas. De lo cual consta que son tres las especies de bienes: unos están en el alma, otros en el cuerpo y otros son exteriores. Que también son tres las especies de amistad: una es natural, otra social y otra hospital. Llamamos natural a la que tienen los padres a sus descendientes y a la que se tienen mutuamente los consanguíneos. Esta se extiende aun hasta los demás animales. Social llamamos a la que se engendra del vivir juntos y sin conjunción de parentesco, como la de Pílades y Orestes. La amistad hospital es la que tenemos con los huéspedes, proveniente de recomendación o cartas. Es la amistad, pues, natural, social, hospital. Algunos añaden una cuarta especie, que es la amorosa.

46. El gobierno civil es de cinco especies: democrático, aristocrático, oligárquico, monárquico y tiránico. El democrático es el de aquellas ciudades en las cuales impera el pueblo, eligiendo los magistrados y poniendo las leyes. La aristocracia es cuando ni gobiernan los ricos, ni los pobres, ni los ilustres, sino los que en la república son más buenos. La oligarquía es cuando los magistrados son elegidos por las clases o estados, pues los ricos son menos que los pobres. El gobierno monárquico es o por las leyes o por sucesiones (246). El de Cartago es según leyes y civil. El de Lacedemonia y Macedonia es de sucesión, pues suceden en el reino ciertas familias. Y la tiranía es cuando alguno se hace dueño del gobierno de un pueblo violentamente y por sorpresa. Así que los gobiernos civiles son: la democracia, la aristocracia, la oligarquía, la monarquía y la tiranía.

47. Tres son las especies de justicia: una acerca de los dioses, otra acerca de los hombres, y otra acerca de los difuntos. Los que ofrecen sacrificios según las leyes y cuidan de las cosas sagradas son, a la verdad, píos para con los dioses. Los que restituyen el mutuo y depósito son justos para con los hombres. Y los que cuidan de los monumentos lo son con los difuntos. Luego la justicia es acerca de los dioses, de los hombres y de los difuntos.

48. Tres son también las especies de ciencia: una práctica, otra poética y otra teórica. La edificación de casas y construcción de naves pertenece a la práctica, pues se ve la obra ejecutada, que es su resultado. La política, la pericia en tocar flautas, cítaras, etc., corresponde a la poética, pues cesado el acto, nada queda que ver, consistiendo todo en él, sea tocar la flauta, sea pulsar la cítara, sea gobernar la república. Y la geometría, la armónica y la astrología pertenecen a la teórica; ni hacen ni construyen cosa alguna, sino que el geómetra considera las líneas, el armónico los sones y el astrólogo los astros y el cielo. Las ciencias, pues, unas son teóricas, otras prácticas y otras poéticas.

49. Las especies de medicina son cinco: farmacéutica, quirúrgica, dietética, nosognomónica (247) y boetética (248). La farmacéutica cura las dolencias con medicamentos. La quirúrgica sana cortando y quemando. La dietética ahuyenta los males por medio de la dieta. La nosognomónica por el conocimiento de la enfermedad. Y la boetética destierra las dolencias con el auxilio pronto y oportuno. Luego las especies de medicina son: la farmacéutica, la quirúrgica, la dietética, la boetética y nosognomónica.

50. La ley se divide en dos: una escrita y otra no escrita. Aquella con que se gobiernan las ciudades es la escrita. La no escrita es la de costumbre, v.gr.; no salir desnudo a la plaza, no vestir los hombres de mujer. Estas cosas ninguna ley (249) las prohíbe; pero la no escrita manda no se haga esto. Así que la ley es escrita o no escrita.

51. Las especies de oración (250) son cinco. A la primera especie pertenecen las oraciones que dicen en los congresos los que gobiernan. Esta especie se llama política. A la segunda especie de oraciones pertenecen las que escriben los oradores en las demostraciones para alabar, vituperar, acusar. Esta especie se llama retórica. La tercera especie de oraciones es la que usan las personas privadas comunicando entre sí. Esta especie se llama privada. La cuarta es la que usan los que preguntan y responden, disputando brevemente en el asunto. Esta especie se llama dialéctica. Y la quinta especie es la que usan los artistas cuando tratan de cosas de su profesión, y se llama técnica (251). Así que dichas especies son cinco: política, retórica, privada, dialéctica y técnica.

52. La música se divide en tres especies: una de la boca sola, v.gr., el canto. Otra de la boca y manos, como el cantar y pulsar una cítara. Y la tercera de las manos solas, como la que da la cítara. Luego la música es: sólo de boca, o de boca y manos, o sólo de manos.

53. La nobleza es de cuatro especies: primeramente se llaman nobles los que nacieron de padres virtuosos, buenos y justos. Asimismo los nacidos de padres poderosos y príncipes. Igualmente, aquellos cuyos padres adquirieron nombre en la milicia o consiguieron la corona en los certámenes (252). Y la otra especie de nobleza es cuando uno tiene un alma noble, generosa y grande. Éste se llama noble, y su nobleza la mejor. Por tanto, una especie de nobleza viene de los ascendientes buenos, otra de los poderosos, otra de los ilustres y otra de la bondad y mérito propio.

54. La belleza se divide en tres especies: una es laudable, como la de un rostro hermoso. Otra útil, como la de un instrumento o causa, las cuales cosas, además de bellas, son útiles. La otra consiste en las leyes y estudios, pues estas cosas son bellas por la comodidad. Así, una belleza es laudable, otra útil y otra cómoda.

55. El alma encierra tres partes: una es racional, otra concupiscible y otra irascible. De ellas la racional es la causa y origen del consejo, del pensar, del consultar y demás semejantes. La parte concupiscible es la causa de apetecer la comida, el coito y semejantes. Y la parte irascible es la causa del ánimo, del deleite, del dolor y de la ira. Luego el alma es o racional, o concupiscible, o irascible.

56. Las especies de virtud perfecta son cuatro: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. De éstas la prudencia es la causa de hacer rectamente las cosas; la justicia, de operar justamente en la sociedad y tratos; la fortaleza, de perseverar y no acobardarnos en los peligros y temores; y la templanza, de refrenar los apetitos desordenados y de no dejarnos cautivar de pasión alguna, sino que vivamos honestamente. Luego las especies de virtud son: una prudencia; otra justicia; la tercera fortaleza; y la cuarta templanza.

57. El gobierno se divide en cinco especies: legal, natural, de costumbre, hereditario y violento o tiránico. Los magistrados que en las ciudades son elegidos por los ciudadanos gobiernan legalmente. Por naturaleza domina la especie masculina no sólo entre los hombres, sino también entre los otros animales pues, por lo común, en todas partes imperan los hombres a las mujeres. El mando de costumbre es el que tienen los pedagogos con los muchachos, y los maestros con sus discípulos. El gobierno hereditario o de sangre es como el de los reyes de Lacedemonia, que obtienen el reino por descendencia, igualmente que el de los macedones, que también es por descendientes. Y cuando algunos imperan por violencia y engaño ciudades que lo rehúsan, se dice imperan tiránicamente. Así que el gobierno es o según las leyes, o según la naturaleza, o según la costumbre, o por descendencia o, finalmente, por tiranía.

58. Las especies de oratoria son seis: cuando se exhorta a hacer guerra o dar socorro a alguno; esta especie se llama exhortación. Cuando no se exhorta a hacer guerra ni dar auxilio, sino a estarse quieto, la oración se llama disuasoria. La tercera especie de oratoria es cuando uno manifiesta la injusticia que alguno le ha hecho y la causa de los males padecidos: esta especie se llama acusación. La cuarta especie de oratoria se llama defensa, y es cuando uno manifiesta no haber procedido injustamente ni haber cometido insolencia alguna: esta especie, digo, se llama defensa o apología. La quinta especie de oratoria es cuando el orador sólo dice bien del uno y lo demuestra bueno y honesto: esta especie se llama encomio. Y la sexta especie es cuando se demuestra que uno es malo: ésta se llama vituperación. Así que las partes de la oratoria son: el encomio, la vituperación, la exhortación, la disuasión, la acusación y la defensa.

59. El bien decir o disertar se divide en cuatro: uno es decir lo que conviene; otro decir cuanto conviene; tercero a quienes decir conviene; y cuarto cuando decir conviene. Decir lo que conviene es decir las cosas que han de ser útiles al que dice y al que oye. Decir cuanto conviene es decir lo que baste, ni más ni menos. Decir a quienes conviene es acomodar las palabras a la edad de aquellos a quienes se dice, ya sean ancianos, ya mozos. Y decir cuando conviene es que no sea demasiado presto ni demasiado tarde; pues, de lo contrario, se peca contra las reglas del bien decir.

60. La beneficencia es de cuatro modos: o con dinero, o con el cuerpo, o con las ciencias, o con las palabras. Con dinero, cuando uno socorre con él al necesitado que pide, en cuanto racionalmente puede. Con el cuerpo se ayudan mutuamente los hombres cuando se socorren contra quien los hiere. Los maestros, los médicos y los que enseñan alguna cosa útil benefician con las ciencias. Y cuando uno sube al tribunal de justicia para favorecer a otro, y efectivamente dice bien de él, beneficia con las palabras. Luego la beneficencia es o con dinero, o con el cuerpo, o con las ciencias, o con las palabras.

61. El fin de las cosas se divide en cuatro especies. Primeramente toman fin las cosas según la ley cuando se hace un decreto y la ley misma lo perfecciona o conduce al fin. Lo toman según la naturaleza, v.gr., el día, el año y las estaciones de éste. Tómanlo según el arte, como la arquitectura civil cuando uno concluye una casa, y la naval cuando una nave. Y lo toman según la casualidad o suerte cuando las cosas acontecen diversamente y no según uno esperaba. Luego el fin de las cosas es o según la ley, o según la naturaleza, o según el arte, o según el acaso.

62. El poder o potencia se divide en cuatro especies: una es mental, pues podemos pensar y opinar con la mente. Otra corporal, pues podemos caminar, dar, recibir, y otras cosas como éstas. La tercera es cuando somos poderosos a fuerza de soldados o de dinero; y de esta forma se dice puede mucho un rey. La cuarta especie de poder es que podemos padecer o hacer bien o mal, como estar enfermos, ser instruidos, sanar de las dolencias, y todas las demás cosas de esta clase. Así que una especie de poder reside en el ánimo, otra en el cuerpo, otra en las tropas y dinero, y otra en la acción y pasión.

63. La humanidad (253) es de tres especies: una es a manera de obligación, como cuando unos se encuentran a otros y se saludan, y dándose las manos se alegran mutuamente. Otra especie es cuando uno da socorro a los infelices. Y la otra es cuando son convidados a la mesa los amigos. Luego la humanidad se encierra en saludar a los amigos, en socorrerlos y en convidarlos a comer y estar con ellos.

64. La felicidad se divide en cinco partes: una es el buen consejo; otra la integridad de sentidos y sanidad del cuerpo; la tercera, la fortuna en el obrar; la cuarta, la estimación y gloria entre los hombres; y la quinta, la abundancia de dinero y demás cosas útiles a la vida. El buen consejo dimana de la educación y de la experiencia en muchas cosas. La buena constitución de cuerpo y sentidos procede de la aptitud de sus partes y órganos, como de los ojos si ve bien, de los oídos si oye, y de la nariz y boca si ejercen debidamente sus propios oficios. Ésta es la integridad de sentidos. La fortuna en el obrar depende de considerar y ejecutar rectamente las cosas y según corresponde a un varón diligente. La estimación y gloria humana nacen del buen concepto y opinión en que estamos. Y la abundancia es cuando está uno tan provisto de las cosas necesarias a la vida, que puede hacer bien a los amigos y darles abundantemente lo necesario. Quien tiene todas estas cosas es perfectamente feliz. Así que la felicidad consiste en el buen consejo, en la integridad de sentidos, en la sanidad del cuerpo, en la fortuna, en la estimación y gloria, y en la abundancia.

65. Las artes se dividen en tres clases: primera, segunda y tercera. De la primera es la metalúrgica (254) y la corta de madera: éstas son preparativas. De la segunda la metálica y la tectónica (255), las cuales son transformativas, pues del hierro la metálica hace armas, y la tectónica, de madera flautas y liras. Y la tercera clase es la que hace uso de las mismas cosas construidas, v.gr., el arte de montar a caballo, que usa los frenos; la bélica, las armas; la música, las flautas y liras. Divídese, pues, el arte en tres clases: primera, segunda y tercera (256).

66. Lo bueno es de cuatro especies, la primera de las cuales es cuando llamamos virtuoso a uno por poseer este bien. La segunda es la virtud misma y la justicia, a las cuales llamamos bien. La tercera, los alimentos, el ejercicio conveniente y las medicinas. Y la cuarta es el arte de tocar la flauta, la histriónica y otras semejantes. Así que son cuatro las especies de bien: poseer la virtud; la virtud misma; el alimento y ejercicio moderado, y la pericia en tocar la flauta, la histriónica y la poética.

67. De las cosas existentes, unas son malas, otras buenas, y otras indiferentes. De éstas llamamos malas a las que pueden dañar siempre, como la intemperancia, la imprudencia, la injusticia y otras así: las contrarias a éstas son buenas. Las cosas que a veces aprovechan y a veces dañan, como el pasear, el estar sentado, el comer; o bien las que nunca aprovechan ni perjudican, son indiferentes o neutras, puesto que ni son buenas ni malas. Luego de las cosas existentes unas son buenas, otras malas, y otras indiferentes o neutras.

68. El buen gobierno es de tres maneras: en primer lugar, cuando las leyes son buenas, decimos que el gobierno lo es. Secundariamente, si los ciudadanos se sujetan a las leyes establecidas. Y en tercer lugar, cuando no habiendo leyes se gobiernan bien los ciudadanos según algunas costumbres y máximas, pues también a éste llamamos buen gobierno. Conque el recto gobierno es haber buenas leyes, sujetarse a ellas los ciudadanos, y regirse por buenas máximas y costumbres.

69. El mal gobierno se divide en tres especies: la primera de ellas es cuando las leyes puestas son malas, no sólo para los forasteros, sino también para los ciudadanos. La segunda, cuando no se observan las establecidas. Y la tercera, cuando no hay ley alguna.

70. Las cosas contrarias son en tres maneras, como cuando decimos que los bienes son contrarios a los males, v.gr., la justicia a la injusticia, la ciencia a la ignorancia, y semejantes; que unos males son contrarios a otros, v.gr., la prodigalidad a la avaricia, el castigo injusto al justo, pues estos son males contrarios a otros males. Lo grave y lo leve, lo breve y lo tardo y lo negro y lo blanco son contrarios entre sí del modo que lo son las cosas neutras a las neutras. Así que las cosas contrarias lo son, una como las buenas a las malas, otras como las malas a las malas, y otras como las neutras a las neutras.

71. Tres son las especies de bienes: unos los poseídos, otros los participados, y otros los por sí subsistentes. Los poseídos son los que podemos tener: v.gr., la justicia, la salud. Los participados son los que no pueden en sí tenerse, pero podemos participar de ellos, v.gr., no podemos tener el bien mismo, pero podemos ser de él participantes. Los bienes subsistentes por sí mismos son aquellos de quienes ni podemos participar, ni los podemos en sí tener, pero conviene que estén en nosotros, v.gr., el ser diligentes y el ser justos, lo cual es un bien. Los bienes, pues, son poseídos, participados y por sí existentes.

72. El consejo se divide en tres partes: uno se toma de los tiempos pasados, otro de los venideros, y otro del presente. El de los tiempos pasados por medio de ejemplares, v.gr., qué es lo que padecieron los lacedemonios por guardar fidelidad. El del tiempo presente manifestando, v.gr., la flaqueza de los muros, la cobardía de los hombres, la cortedad de víveres. Y el de los tiempos futuros, como que no lleven las embajadas apariencia de injustas para que la Grecia no pierda su opinión y gloria. Luego el consejo es de los tiempos pasados, de los presentes y de los futuros.

73. La voz es de dos especies: una animada y otra inanimada. La voz animada es la de los animales; la inanimada son los sones y los ruidos. La voz animada o es docta o indocta: docta, la de los hombres; indocta, la de los animales. La voz, pues, es animada e inanimada.

74. De las cosas existentes, unas son divisibles, otras indivisibles. De las divisibles, unas son de partes semejantes, otras de partes desemejantes. Indivisibles son las que no admiten división ni se componen de nadie, v.gr., la unidad, el punto, el sonido. Divisibles, las que se componen de algo, v.gr., las sílabas, la sinfonía, los animales, el agua, el oro. De partes semejantes son las cosas que se componen de semejantes, y su todo no se diferencia de sus partes, sino en el número, v.gr., el agua, el oro y otras de esta especie. Desemejantes en partes son las cosas que se forman de partes desemejantes, v.gr., una casa y otras cosas así. Luego de las cosas existentes, unas son partibles, otras impartibles. De las partibles, unas son de partes semejantes, otras son de partes desemejantes.

75. De las cosas existentes, unas se llaman por sí mismas, otras para otro. Las por sí mismas son las que no necesitan de exposición: de esta clase es el hombre, el caballo, y demás animales, los cuales no admiten interpretación alguna. Las llamadas para otro, todas necesitan de explicación, v.gr., lo que es mayor que otro, lo más veloz que otro, lo mejor que otro, etc.; pues lo que es mayor lo ha de ser de lo que es menor; lo más veloz lo será de alguno. Y así, de los entes, unos se llaman por sí mismos, otros para otro. Así dividía Platón las cosas primeras y principales, como dice Aristóteles.

76. Hubo otro Platón, filósofo rodio, discípulo de Panecio, según escribe Seleuco Gramático en el libro I De la Filosofía. Otro, peripatético, discípulo de Aristóteles. Otro hubo discípulo de Praxifanes; y otro poeta de la comedia antigua.

__________

(195) Los treinta que dijimos en la nota 91.
(196) Abril.
(197) έν παντοδατή ίστορίχ.
(198) Acaso mejor, De los paseos, de ambulationum, como el intérprete latino traduce en la vida de Teofrasto, y en la de Demócrito el mismo libro όγδόψ περίπάτων.
(199) Es uno de los diálogos existentes de Platón, y significa Los RivalesPlatón lo titula Ερασταί, amatores.
(200) διά τήν πλατυτπτα τής έρμηνείας.
(201) Más adelante explica Laercio cuál fuese este lugar y edificio llamado Academia, del cual tomaron su nombre las sectas académicas. Aun actualmente se honran con este nombre los cuerpos literarios, artísticos y otros, dedicados a cultivar y promover varias ramas de literatura, lenguas, facultades, bellas artes, etc.
(202) Un talento valía unos 1.000 ducados de vellón.
(203) Entiéndese cuando murió, como dicen Valerio Máximo, Quintiliano, Hesiquio y otros; bien que Suidas afirma que solía tenerlos debajo de la cabeza cuando dormía.
(204) El mismo Carmandro acusador.
(205) Véase la nota 132 a la vida de Aristipo.
(206) τνύ δαιμονίον μηνίσαντος άντώ, dœmonio eum persecuente.
(207) El gobierno de iguales, o digamos republicano.
(208) El texto lee Αντοχάρει. Casaubono, Aldobrandini, Menagio y demás ilustradores de Laercio lo corrigen en ΉδνΧάρει, como escriben Ateneo, Harpocración y Suidas.
(209) παράγραμματίζων άντον. Como si dijéramos: lo paragramatiza.
(210) τής σής παρθενίης μετάδος. La expresión griega tirar una manzana, μήλψ  βαλλεϊν, es lo mismo que amar. Usó de ella Virgilio, Egl. 3, v. 64. Malo me Galatea petit, etc.
(211) El texto está dudoso sobre quién reprendió a quién.
(212) είς τό δυνατόν: por cualquier modo, o de todos modos. Es fórmula testamentaria. Casaubono.
(213) En este párrafo habla Laercio con una señora a quien dedica la presente obra. En el libro De la triaca, atribuido a Galeno, se dice que esta señora se llamaba Arria, y que era muy estimada y honrada de los emperadores romanos de su tiempo (que serían Septimio Severo y Caracalla, o bien Marco Antonio y Septimio Severo). Véase Reynesio, lib. II cap. XII, var. lect. Llevar lechuzas a Atenas, νλαϋχας είς Άθήνας, fue proverbio antiguo, semejante al nuestro, llevar agua al mar, porque en Atenas se crían muchísimas lechuzas, por ser lugar en que se coge cantidad de aceite.
(214) Véase el párrafo 15 de Platón.
(215) O sea, natural y racional.
(216) Uso de esta voz por no hallar otra equivalente a la griega άγωνιστιχός.
(217) También esta voz es nueva, aunque no su raíz. El griego es μαιευτιχδε.
(218) O de tentativa, πειραστιχός.
(219) A saber: o que acusa a uno, o disuelve los argumentos opuestos.
(220) άυτονδογματίξειν: si dogmatizó.
(221) τετραλογία.
(222) Έβδόμη.
(223) άπλοϋς es sencillo, o sea no doble. Lo mismo puede significar φαϋλος, aunque ordinariamente es ignorante, malo, perverso, etc. Véase la nota 98.
(224) Honesto, bello.
(225) A las palabras y figuras nuevas que usa.
(226) San Isidoro, Orig., lib. I, cap. XX, lo figura así:>:
(227) Su forma era ésta: -. San Isidoro lo figura así: '-; y al obelo con dos puntos lo llama limnisqus.
(228) Es figurado así: .). San Isidoro no pone más que la de un punto dentro. Llamábase έστιγμένον.
(229) El Ceraunio, o digamos Rayo, se figuraba de esta forma: V.
(230) Que era una estrella.
(231) Que se figuraba así: -.. San Isidoro pone muchos signos diferentes de éstos.
(232) Parece que quiere significar los siete orbes celestes de los siete planetas, puestos por intervalos armónicos, según la doctrina pitagórica. Que a su imitación arreglaban también el alma por intervalos armónicos, lo dice más abajo. - Platón, en su TimeoCicerón, en el libro De universo.
(233) No está dividido en seis, como el antecedente.
(234) χαί τόν μήν, εϊναι ταύτού τούς δέ, θατέραυ, esto es, que el círculo no dividido es de sí mismo: los demás son del otro que no está dividido. Son estas locuciones muy oscuras y difíciles de comprender, cuanto más de explicar. Podrá leerse el mismo Platón en su Timeo, Plutarco en su Opúsculo de la procreación del alma, etc.
(235) De ocho lados o faces.
(236) De veinte faces.
(237) De seis faces.
(238) αισθητός, sujeto a nuestros sentidos.
(239) Las palabras de Platón en su Timeo son: λεϊον δέ δή χύχλψ πάν, etc.; esto es, a este globo lo pulió y alisó sumamente en rededor, de modo que no tuviese ningunas eminencias ni hoyos. Más adelante sigue diciendo: ούδ΄ αϋ πινδς έπιδεές ην οργάνον σχεϊν, etc., a saber: ni tenía necesidad de instrumento alguno por donde recibiese alimento. Lo mismo dice en su Timeo Locrense, por estas palabras: λειότατον δέ όν ποτ΄ άχρί βειαν, etc. Estando, pues (el universo), sumamente liso y terso en su exterior, no ha menester los órganos mortales que a los otros animales se adoptan y acomodan para sus usos.
(240) Los gentiles hicieron a la tierra no sólo diosa, sino madre de todos los dioses; y por consiguiente más antigua que ellos. Es de notar que el texto de Timeo, o de Platón, no pone aquí dioses, sino cuerpos, diciendo que la tierra es el más antiguo cuerpo de los celestes, πρεσ βύστα δέ έντί τών έντός ώρανώ σωμάτων; pero Laercio pone Οεών, dioses, y Cicerón, traduciendo el pasaje, dice deorum. Aun el mismo Platón en su primer Timeo escribe cuerpos, ςωμάωτν: bien que el intérprete latino traduce deorum.
(241) Aquí parece haber padecido alguna alteración el texto laerciano. Sigo la corrección de Mer. Casaubono, que me parece la más fundada.
(242) συντιθένων, literalmente suena compuestos o agregados y unidos entre si.
(243) δλξης.
(244) δάίμονας.
(245) Habla aquí Laercio como gentil.
(246) χατάγένος, secundum genus, por sangre. Estas dos especies juzgo corresponden a lo que nosotros llamamos corona electiva, como fue la de los godos; y hereditaria, como es la presente de España. Véase el párrafo 57.
(247) La que procura el conocimiento de las enfermedades.
(248) Auxiliatriz.
(249) Escrita.
(250) La voz λόγος que usa aquí Laercio no sólo puede significar una oración retórica, sino cualquier razonamiento, sermón, discurso, plática, conversación, argumento, libro, etc. Véase el párrafo 56.
(251) Esto es, artística o facultativa.
(252) Esta tercera especie de nobleza dada a los que eran coronados en certámenes literarios (de que sin duda trata Platón aquí, como lo demuestra la preposición άπό) parece análoga a la que en nuestros tiempos se adquiere por los grados que dan las universidades.
(253) φιλανθρωπία, el amor a los hombres.
(254) A saber, la perteneciente a la primera preparación de los metales cuando salen de la mina, μεταλλευτιχή.
(255) O sea técnica, como en el pár. 51.
(256) Esto es, cada arte se puede considerar en tres grados o estados.

Share on Twitter Share on Facebook