No hay página del Paraíso perdido en que el autor no dé muestras de ser un crítico eminente y un apasionado admirador de la Sagrada Escritura. De esta ha tomado infinitamente más que de Homero, de Virgilio y de todos los demás libros. En la Escritura tiene su fundamento no solo la acción principal, sino todos los episodios. La Escritura, no solo le ha suministrado los más nobles conceptos, sino engrandecido sus pensamientos y sublimado su imaginación; y al propio tiempo ha enriquecido sobremanera su lenguaje, dando a la dicción cierta majestad solemne, y sugiriéndole las más apropiadas y felices expresiones. Aprendan pues los lectores con este ejemplo a leer devotamente las Sagradas Escrituras. Si alguno hay que se atreva a ridiculizarlas o mirarlas con indiferencia, lo menos que puede decirse de él es que dista mucho de comprender el gusto y el genio de Milton; porque el que verdaderamente tenga uno y otro, estamos seguros de que estimará este poema como la más excelente de todas las composiciones modernas, y la Escritura como el mejor de todos los libros antiguos.