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MACÓN (Obispo de). Conducta que observó en su embajada de Roma, I.

Madres. Es justo encomendarlas la tutela de sus hijos, I. Qué importancia puede darse a su afección natural por ellos. Cuál es la labor más útil y honrosa para una madre de familia, II.

MAHOMA. Por qué prometió a sus sectarios un paraíso abundante en toda suerte de tangibles voluptuosidades, I.

MAHOMET, emperador. Suplicios bárbaros que ordenaba, II.

MAHOMET II. Conducta que observó con la ayuda que buscara para dar muerte a su hermano, II.

Mal. Lo que es, y de qué modo llega a incumbirnos, I. Estar exento de él es alcanzar la mayor suma de bien que sea posible esperar. Consejo de la filosofía en punto a olvidar los males pasados.

Mal de piedra. Es preferible a otras muchas enfermedades, II.

MALOS. Cuál pernicioso es su comercio, I.

MANLIO TORCUATO. General romano, que condenó a muerte a su hijo; cómo le juzga Plutarco, I.

Mano. De las numerosas acciones que se expresan con su concurso, I.

MANUEL, rey de Portugal. Edicto cruel que publicó contra los judíos, I. Funestos resultados que se siguieron.

Mar. Si esel temor lo que revuelve el estómago a los que viajan por mar, II.

MARAVILLA. Embajador de Francisco I, asesinado en Milán por el duque de Sforcia, I.

MARCELINO (Amiano). Historiador pagano, testigo de las acciones de Juliano el Apóstata; le censura por haber prohibido a los cristianos que establecieran escuelas, II.

MARCIAL. Lo que Montaigne pensaba de sus epigramas, I.

MARGARITA, reina de Navarra. En qué consistía, según ella, el deber de un gentilhombre para con un grande que le visita, I. Su extraña idea tocante a la devoción de un príncipe mozo. Elogio de su Heptamerón.

MARÍA GERMAIN. Véase Germain.

MARÍA STUARDO, reina de Escocia, I.

Maridos. Desdichas a que se hallan expuestos al sujetar extremadamente a sus mujeres, II.

MARIO, padre, fue menos sobrio cuando viejo, II.

MARIO, el Joven. Echó un sueño luego de dar la señal del combate en su última jornada contra Sila, I.

MAROT, citado, I.

MARSELLA. Teníase en esta ciudad guardada una cantidad de veneno, pagado a expensas del pueblo, para los que apeteciera servirse de él.

MARTIN (el capitán San), uno de los hermanos de Montaigne, I.

MASILIENSES, pueblo de África. Cómo manejaban sus caballos, I.

MASINISA, rey. Su vigor conservado hasta la vejez más extrema, I.

MATECOULOM (Señor de), uno de los hermanos de Montaigne, II.

MATIGNON, mariscal de Francia, alcalde de Burdeos, II.

Matrimonio. Qué suerte de contrato, I. Lo que lleva consigo esta unión. Su fin principal. Continencia conyugal. Qué edad es para contraerlo la más propia. Si el lazo del matrimonio se fortaleció quitando los medios de desatarlo, II. Los arrebatos del amor están desterrados de él, y por qué razón. Idea de un buen matrimonio. Altísimo precio del mismo. El matrimonio debe hallarse exento de odio y menosprecio. Diferencia entre el matrimonio y el amor. Por qué los hombres en el matrimonio se abandonan libremente al amor, el cual prohíben rigorosamente a las mujeres. Lo que un buen matrimonio puede hacer. Ley establecida por Platón para decidir de la oportunidad de todo enlace. La amistad en el matrimonio se vivifica con la ausencia.

MAXIMILIANO. Pudor particularísimo de este emperador, I.

MECENAS. Su pasión por la vida, II.

MEDAS. Armados por manera pesadla y molesta, I.

Medicina. Menospreciada por Montaigne enfermo, y por qué causas, I. Cuál es el fundamento de sus aciertos. La experiencia se le antoja (a Montaigne), poco favorable, II. Cuándo comenzó a ser recibida de los romanos. Fue expulsada de Roma por mediación de Catón el Censor. Cuándo y por quién fue puesta en crédito. Es incierto el que la medicina no perjudique al no ocasionar provecho. Sus promesas, generalmente increíbles. Débiles razones en que este arte se fundamenta. Su incertidumbre justifica casi todos nuestros deseos.

MÉDICIS (Catalina de), reina de Francia, II.

MÉDICIS (Lorenzo de), duque Urbino, I.

Médicos. Si hacen más bien que mal, y cómo excusan el pésimo resultado de sus recetas, II. Ley egipcia que los hacía responsables de sus faenas. Les es muy necesario rodearse de miseria. Renunciaron a él a destiempo. Por qué de un enfermo debiera cuidar un solo médico. Médicos de todas las edades que mutuamente combatieron las opiniones y prácticas medicinales, acusándose unos a otros de ignorancia y mala fe. Los médicos se encuentran muy sujetos a error. Graciosos cuentos contra ellos. Son digno de estima, y por qué razones. Personalmente, rara vez echan mano de las drogas medicinales. Por qué comúnmente nos entregamos en manos de los médicos. En qué se funda el conocimiento que pretenden tener en punto a la excelencia de sus drogas. Los juriconsultos y los médicos son dañinos al país en que viven.

Meditar. Ocupación importante, II.

MEGARIZO. Cómo fue reprendido por Apeles, en cuya casa se le ocurrió hablar de pintura, II.

MEJICANOS. Dividían el mundo en cinco edades, y creían encontrarse en la última de ellas cunado recibieron la visita de los españoles, II. Juramento que hacían prestar a sus reyes. Primera lección que dan a sus hijos.

MÉJICO. Prodigioso número de hombres que sacrificaba anualmente el rey de Méjico, I. Cuántas veces por día mudaba de vestiduras. Crueldad de los españoles para con el último rey de Méjico.

MENÁNDER. Su respuesta a los que le censuraban por no trabajar con una comedia que había prometido, I. Sus palabras sobre la escasez de amigos.

Mentira. Vicio odiosísimo, I. Debe ser en los niños cuidadosamente extirpada. Por qué nos escuece hoy tanto el que se nos acuse de mentir, II. Los griego y los romanos eran menos escrupulosos que nosotros en esto punto.

Mentirosos. Deben tener buena memoria, I.

Merlines. Especie particular de criaturas entre los musulmanes, I.

Mesa. Cuál era entre los romanos el sitio honorífico de la mesa, I. Placeres de la mesa; partido que de ellos sacaban los griegos y los romanos, II.

METELO. Sus palabras hermosas sobre los obstáculos que deben acompañar a la virtud, I.

Metempsicosis. Recibida en algunas naciones, I.

METROCLES O METROCLO. Por qué razones pasó de la secta de los peripatéticos a la de los estoicos, I.

MIDAS. Se vio obligado a anular la súplica que dirigiera a los dioses, I. Un sueño que tuvo le determina a matarse, II.

Miedo. Extraños efectos de esta pasión, I. Encontrados efectos que produce. Empuja a veces a realizar acciones valerosas. Aleja todas las demás pasiones. Iguales efectos producidos por el miedo y por un extremo ardoroso de valor.

Milagros que san Agustín testifica haber visto, I. Falsos milagros; como reciben crédito en el mundo, II. Causas de lo mucho que cuesta desengañarse de un milagro ficticio. Historia de una patraña que es uno a punto de ser creía, aun cuando fueran débiles sus fundamentos. Si de los sucesos milagrosos que los libros santos nos refieren, puede sacarse alguna conclusión en pro de modernos acatamientos análogos.

Moda. Obstinación e inconstancia de los franceses en lo relativo a lo que llaman moda, I.

Moderación. Requerida hasta en la virtud, I. Cuál es la que debe adoptarse en las revueltas civiles, II y entre personas enfadadas.

Modestia. Muy necesaria a las jóvenes, I, y a las mujeres, II.

Monos. De un tamaño extraordinario, que Alejandro encontró en las Indias, como cayeron en el garlito.

MONTAIGNE (Miquel EYQUEM, Señor de); autor de los Ensayos. Por qué se entretuvo en escribirlos, I. Se lamenta de su escasa memoria. Ventajas que esta circunstancia le procura. Enemigo de las vanas ceremonias. Cómo se aleccionaba con la conversación de los hombres. Época precisa de su nacimiento. Por qué cuidó de familiarizarse con la muerte tempranamente. Por qué se opone a escribir la historia de su tiempo. Fue enseñado desde la infancia a rechazar las argucias y engaños en su juego. Por qué menospreciaba la medicina. Cuál era el grado de conocimiento que tenía en las ciencias. Sus libros favoritos. Juicio que emite de su obra. Qué estilo era más de su agrado. Cómo aprendió el latín y el griego. Despertábanle en su infancia al son de algún instrumento musical. Cómo se aficionó a la lectura desde la edad de ocho años. Nunca leyó novelas. A qué edad representaba los primeros papeles en las tragedias latinas. Su amistad con Labötie (véase este nombre). En diferentes épocas de su vida su gusto por la poesía fue de diversa índole. Critica que formula sobre Plinio el Joven y Cicerón. En qué hace consistir el mérito de sus Ensayos. Sus disposiciones para el estilo epistolar. Enemigo de los exagerados cumplimientos que se emplean en las cartas. Inhábil para escribirlas de recomendación. Escribía sus cartas con suma rapidez y negligencia. Su conducta un punto a las comodidades de la existencia, en los tres distintos estados en que vivió. Cómo ordenaba sus gastos. Lo que escribe sobre su manera de trabajar y de considerar un asunto. Cómo juzga el valer de su libro. Retrato y carácter de su padre. Montaigne gustaba poco de la bebida. Historia de un accidente que le ocasionó un largo desvanecimiento. Dificultades inherentes al estudio constante que hace de sí mismo. Si es censurable hablar de uno mismo a las gentes. Lo que le impulsó a escribir. No soportaba de buena gana la vista de los recién nacidos. A qué edad contrajo matrimonio. De la afección que su libro le inspiraba. Por qué calló el nombre de los autores de cuyos pensamientos se sirvió. Lo que buscaba en los libros.

Por qué prefería los antiguos a los modernos. Lo que de Ovidio pensaba hacia el fin de sus días. Poetas latinos según él los más sobresalientes. Para qué le sirvieron Séneca y Plutarco, I. Por qué gustaba con preferencia de la historia. En qué consistía la virtud de Montaigne. Era menos morigerado en sus opiniones que en sus costumbres. En qué consistía su bondad. Era capaz de resistir los empujes más fuertes de la voluptuosidad. Era de muy sensible natural. Su humanidad para con los animales. Cuál era su divisa. Debilidad e inconstancia de su juicio. Por qué no se dejaba arrastrar por las opiniones recientes. Cómo obtuvo la orden de San Miguel. Cómo se encontró resguardado en una casa sin defensa, durante las guerras civiles, II. Resabio particular de Montaigne, señal aparente de altivez torpe. Inclinábase a rebajar el mérito de las cosas que poseía, y a sí mismo se concedía importancia escasa. Que opiniones adoptaba de mejor grado entre todas las relativas al valer de los hombres. Las producciones de su espíritu no le satisfacían gran cosa, qué idea le merecían sus escritos. Se creía poco diestro para conversar con los príncipes. Carácter de su estilo. Su francés estaba adulterado por el lenguaje del país en que vivía. Había perdido la facilidad que tuvo en el hablar y escribir en latín. Cualidades corporales de Montaigne. Era de una complexión delicada y abandonada. Enemigo del cansancio que el deliberar acarrea. Asqueado de la ambición por las incertidumbres que la acompañan. Poco hecho a las costumbres de su siglo. Odiaba el disimulo. Era, naturalmente franco y libre con los grandes. Su memoria era infidelísima. Enemigo de toda obligación y apremio. Nuevas pruebas de la imperfección de su memoria. Carácter de su espíritu. Su ignorancia de las cosas más comunes. Montaigne era naturalmente indeciso. Poco inclinado al cambio en los negocios políticos. En qué se fundaba el aprecio que sus actos le inspiraban, y la idea que tenía de lo ponderado de sus opiniones. Gustaba alabar el mérito de sus amigos y hasta el de sus enemigos. Su siglo le inspiraba poco afecto. Por qué en su libro habla tan frecuentemente de sí mismo. Alivio que Montaigne encuentra en la vejez. Carácter de su cólera en los negocios graves y en los pequeños. Sujeto al cólico, se acostumbra a sufrirlo pacientemente. Qué ventaja alcanza de esta dolorosa enfermedad. Cree que debemos quejarnos libremente en lo más agudo del dolor. Se dominaba bastante a sí mismo en estos accesos del cólico. Cree haber heredado de su padre el mal de piedra, a que se ve sujeto y el menosprecio que la medicina le inspira. En qué fundamenta este menosprecio. Prefiere la consideración presente a la que pudiera seguirle cuando muerto. Cuáles son para él los bienes más importantes. Por qué habló de la medicina con tanto desembarazo. En qué estado se hallará al ponerse en manos de los médicos. No busca notoriedad al escribir contra ellos. Era enemigo de todo engaño. Extremadamente concienzudo en sus negociaciones con los príncipes. Ningún partido abrazaba con ardor extremo. Su conducta entre dos personas de distintos partidos. Huía los empleos públicos y toda suerte de artificios. Por qué y como se determinó a hablar de sí mismo en su libro. Juzgaba mejor de su persona mediante la reflexión que su conducta que por las censuras o alabanzas de sus amigos. Adoptaba su juicio como director ordinario de sus acciones. No se arrepentía de la manera como gobernara sus negocios. Rara vez se servía del consejo ajeno para sus asuntos, y rara vez aconsejaba a los demás. Por qué no se afligía cuando los acontecimientos no correspondían a sus deseos. Lo que opinaba del arrepentimiento ocasionado sólo por la edad. En qué hacía consistir su dicha. Poco atento a las conversaciones frívolas. Se lamenta de su delicadeza suma en el comercio que se ve obligado a mantener con el común de los hombres. Apasionado por las amistades exquisitas y poco apto para las comunes. Cuál era la soledad que apetecía. De qué clase de hombres buscaba la familiaridad. De la dulzura que encontraba en el trato con las mujeres. Quería que este comercio fuera acompañado de sinceridad. En amor prefería las gracias corporales a las del espíritu. Qué partido sacaba de su comercio con los libros. Lo que dice de su biblioteca y de la situación de la miseria. Se libertaba de una pasión con el auxilio de otra. Lo que piensa de los que condenarán la licencia de sus escritos. Gustaba decir cuanto osaba hacer. Por qué gustaba hacer pública su confesión. Qué razón le comprometió a casarse, aunque mal dispuesto para el matrimonio. Lo que juzgaba de la lengua francesa. Por qué, salvo Plutarco, le parecía bueno prescindir de todo libro al escribir; y componer en su casa, donde nadie le ayudaba. Era muy propenso a la imitación. Ordinariamente producía de improviso sus más profundos pensamientos. No gustaba de que le interrumpieran cuando hablaba. Su inclinación en materia de amor. Sobrado libre en sus palabras: cómo excusa esta licencia. Con cuánta discreción y buena fe se conducía en sus amores. Creía que el amor era saludable, usando de él con moderación. No podía soportar coche-litera ni barco. Nunca deseo los primeros empleos. Hubiera preferido una vida tranquila y deleitosa a la de un Régulo. No gustaba dominar ni ser dominado. Soportaba sin contrariedad la réplica en las conversaciones. Por qué desconfiaba de la competencia de un hombre cuando le veía en un puesto encumbrado. Gustaba burlar y ser burlado. Cómo se disponía para juzgar de una obra literaria, cuyo autor le pedía parecer. Cómo bromea sobre el designio que se propusiera de registrar sus propias fantasías. Era más moderado y prudente en la prosperidad que en la desdicha. Por qué se complacía viajando. Huía la confusión de los negocios domésticos. Era poco dado al gusto de edificar y a otros placeres de la vida retirada. Gustaba fiarse en su servidumbre. Evitaba el informarse de sus propios negocios por pura negligencia. En modo alguno inclinado a atesorar, bastante diestro en el gastar. Enemigo de las repeticiones. Desconfiaba de su memoria, hasta cuando había aprendido algo al pie de la letra. Adicionaba su libro, pero en lo ya escrito nada modificaba. Muy expuesto en su casa durante las guerras civiles; por qué le contraría no verse a cubierto del saqueo, sino merced al auxilio ajeno. Montaigne se consideraba absolutamente sujeto por los compromisos de su probidad y por sus promesas. Era tan enemigo de la sujeción, que juzgaba ventajoso el ser desligado de su unión a ciertas personas merced a la ingratitud de las mismas. Felicitábase por no deber nada a los príncipes, pudiendo así vivir independiente. Afección que París le inspiraba. Consideraba a todos los hombres como compatriotas. Ventajas que los viajes le procuraban. Por qué prefería mejor morir lejos que en su casa. Quisiera que le asistiese un prudente amigo al abandonar el mundo. Lo que gana al publicar sus costumbres. Cuáles eran sus preparativos en lo tocante a la muerte. Su manera de viajar. Con qué género de muerte se avendría mejor. Prestábase sin duelo a los diferentes usos y maneras de cada país. Hubiera deseado un compañero de viaje con quien departir. Razones que hubiesen podido apartar a Montaigne de la pasión de los viajes. Lo que repone a ellas. Por qué se ve obligado a pintarse tal cual es. Era poco apto para el manejo de los negocios públicos. Por qué le gustaban las digresiones. Su inclinación por la ciudad de Roma. Por qué Montaigne no juzgaba desdichado el carecer de hijos que pudieran llevar su nombre. Uno de los favores de la fortuna que más le contentaban fue el haber alcanzado el título de ciudadano romano. Se apasionaba por contadas cosas. Por qué se oponía a las afecciones que le ligaban a otras cosas distintas de su persona. Elegido alcalde de Burdeos, viose obligado a aceptar el cargo, que conservó en la segunda elección. Retrato que traza de sí mismo a los señores de Burdeos. Por qué excedía en sus necesidades los límites que la naturaleza exige necesariamente. Al adoptar un partido no aprobaba las injusticias en el ridículo porfiar del mismo. Cuidaba de que sus afecciones no le esclavizaran. Cómo en el gobierno de sus negocios y en el de sus propias acciones, evitaba los inconvenientes precaviéndolos. Oponíase por de pronto al progreso de sus pasiones. A qué costa cuidó de evitar los procesos. Cómo juzgaron su conducta de funcionario. En qué clase de negocios Montaigne hubiera podido ser ventajosamente empleado. Cuál era a sus ojos el milagro más real. Enemigo de las decisiones arraigadas. Maltratado por ambos partidos durante los desórdenes de una guerra civil, cómo soportó este infortunio. Penalidades a que fue reducido por la peste, la cual le echó fuera de su casa. Con qué designio Montaigne sembró su libro de citas. Su aire ingenuo le fue de mucho provecho, particularmente en dos ocasiones peligrosísimas. La sencillez de seis intenciones, que aparecía en sus ojos y en el timbre de su voz, impedía que fuera mal interpretada la libertad de sus razones. Estudiábase a sí mismo más que ninguna otra cosa; lo que aprendía con este estudio, que le instruía en el juzgar regularmente a los demás. Creíase apto para hablar libremente a su maestro, enseñándole a conocerse a sí mismo. Por qué entendía que su libro puede procurar instrucciones útiles a la salud del cuerpo. Enfermo observaba la misma manera de vivir que en cabal salud. Huía el calor emanado directamente del fuego. Hábitos a que en la vejez se encontraba esclavizado. Cuidaba de mantener el vientre libre. Sano y enfermo, seguía gustoso la inclinación de sus apetitos naturales evitaba. Por qué el hablar de su mal a los médicos. En seis males gustaba acariciar su fantasía. Su constitución era naturalmente sana, y así se mantuvo hasta la vejez. Poco se trastornaba su espíritu con los males del cuerpo. Sus sueños más bien extravagantes que tristes. En la mesa era poco delicado. Desde la cuna fue enderezado a la vida más humilde. Fue tenido en la pila bautismal por gentes de humilde condición. Fruto de esta educación. No gustaba permanecer mucho tiempo en la mesa. De qué suerte de abstinencia era capaz. Su gusto experimentó cambios y evoluciones. Era goloso en punto a pescados, y no apetecía mezclarlos con la carne. Ayunaba alguna vez, y por qué causa. Preceptos que observaba en materia de vestidos. Prefería el almuerzo a la cena; qué medida observaba en su beber. Su deseo en lo relativo al aire. Más le contrariaba el calor intenso que el extremado frío. Gozaba de buena vista, pero sus ojos estaban cansados por el demasiado uso. Su manera de andar; permanecía poco tiempo en una misma situación. Comía con demasiada avidez. Lo que opinaba de los placeres de la mesa. En qué rango colocaba los goces puros de la fantasía Y los placeres corporales. Cómo empleaba su vida. Gustaba saborear las dulzuras de su situación. Sus discursos concordaban con sus costumbres.

MONTCONTOUR (batalla de), I.

MONT DORÉ. Considerado por Montaigne como uno de los mejores poetas de su tiempo, II.

MONTFORT (Juan V, conde de), duque de Bretaña, I.

MONTLUC (Señor de), Mariscal de Francia, I.

MONTMORD (Señor de), I.

MONMORENCY (Condeslable de). Su conducta en el sitio de Pavia, I. Su muerte es uno de los acontecimientos más notables de la época, II.

Moral. Lecciones de moral, tan menospreciadas por quien las predica, como por quien las oye, II.

MUCIO SCÉVOLA. Su firmeza en el sufrimiento del dolor, I.

Mujeres. Acción generosa de las mujeres de Weinsberg, I. Mujeres, consideradas como incapaces de una amistad perfecta. Que se entierran o se abrasan con los cuerpos de sus maridos. Que menosprecian el dolor por el acrecentamiento y conservación de su belleza. Luto antiguo de las mujeres, que en opinión de Montaigne debiera también ser moderno. Que prefirieron conservar el honor mejor que la vida. Que se dieron la muerte por impulsar a sus maridos a imitarlas. Por qué las mujeres propenden a contrariar a los maridos. Su crecida dote es la ruina de las familias. Es nocivo el consentir que las mujeres repartan entre sus hijos los bienes paternales. Es indeterminada la duración del embarazo. Por qué se enmascaran, adoptando un continente severo y lleno de pudor, II. Diferencia que existe entre el honor y el deber de las mujeres. Notable ejemplo de una mujer que se ahogó por haber sido maltratada por su marido. Mujeres indias que se abrasan y entierran voluntariamente con el cadáver de sus maridos. Mujeres dominadas por el arrebato; como se enfurecen. Mujeres gasconas; muy obstinadas. Lo que Montaigne pensaba de las mujeres que no muestran afecto a sus maridos hasta cuando éstos mueren. Ejemplo de una mujer desconocida de y de extracción humildísima, que por pura afección hacia su marido, atacado de un mal incurable, le impulsó a la muerte y murió con él, qué género de conocimientos las acomodan. Del comercio con las mujeres: sinceridad que debe acompañarle. Leyes severas impuestas a las mujeres por los hombres, sin la aquiescencia de ellas. Si estas leyes las hicieran más comedidas. Cuán difícil las es guardar su castidad. Lo que a ello debe impulsarlas. Cuánto las mujeres son por los celos atormentadas, y cuán odiosas se muestran al abandonarse a ellos. Mujeres escitas que saltan los ojos a sus esclavos para servirse de ellos con mayor sigilo. A qué precio se glorificaba de perder su honor una mujer de las Indias Orientales. Los celos de las mujeres son funestísimos a los maridos. Por qué en materias de amores proceden mal los hombres al censurar la ligereza e inconstancia de las mujeres. A qué edad las mujeres deben cambiar el dictado de las hermosas por el de las buenas.

MULACEY, o mejor, MULEY-HAZÁN, Rey de Túnez. Lo que censura en la conducta de su padre, I.

Mulas y Mulos. Montura honrosa v deshonrosa en diferentes países, I. Ejemplo de sutileza maliciosa dado por un mulo, II.

MULEY-MOLUC, Rey de Fez. Presto a morir de una enfermedad, libra batalla a los portugueses, y alcanza la victoria. II.

Multitud. Cuán menospreciable es su juicio, II.

Mundo. Frecuentación del mundo; es muy provechosa, I. El mundo debe ser el libro de la gente joven. La pluralidad de mundos creída en lo antiguo y aun hoy, y lo que puede concluirse en este punto, según Montaigne. El mundo está sujeto a perpetuas mutaciones.

MUNDO (Nuevo). Reflexiones sobre su descubrimiento, I. En él se vivía sin magistrados y sin leyes, con regularidad mayor que nosotros actualmente. Conformidad sorprendente de los usos y creencias del Nuevo Mundo con los nuestros. Del Nuevo Mundo y de la índole de sus habitantes en el tiempo en que fue descubierto, II. Fue subyugado por la astucia de los españoles más bien que por su valor. Inhumanidad con que a los habitantes del Nuevo Mundo trataron los españoles.

MURET (Marco Antonio). Considerado por Montaigne como uno de los mejores oradores de su tiempo, I.

Muerte. En qué sentido nos libra de todas nuestras obligaciones, I. Único juez de la dicha humana. Menosprecio de la muerte, una de las principales buenas obras de la virtud. Algunos ejemplos de muertes extraordinarias y repentinas. Cuánto importa hallarse preparado de antemano a la muerte y familiarizarse con ella. Cuáles son las muertes más sanas. El no temer la muerte nos procura una verdadera libertad. Motivos de esta verdad. La muerte forma parte del orden del Universo. Por qué va mezclada con amarguras. Por qué en la guerra nos parece distinta que en nuestra casa. Diversidad de opiniones en punto a la muerte. Bromas dichas en la hora de la muerte. La muerte buscada con avidez. La muerte, remedio de todos. Depende de la voluntad del hombre. Razones contra la muerte voluntaria. Razones que pueden impulsar a un hombre a darse la muerte. Muertes funestas por haber sido precipitadas. La muerte preferida a la esclavitud; y a una vida desdichada. Muerte deseada por la esperanza de un mayor bien. No puede experimentarse más que una vez, y todos somos aprendices cuando a ella llegamos. Cómo es posible familiarizarse con la muerte. Si los desfallecimientos en la agonía son dolorosos. La muerte se interpreta según la vida. Lo que debe de juzgarse de la firmeza de mucha gente que se mataron, II. Cuál es la muerte más deseable. El deseo de morir útilmente es muy laudable, mas la ejecución de este deseo no reside, en nuestra mano, si los que prestos a recibir la muerte en el cadalso, se entregan a transportes grandes de devoción, deben ser alabados por su firmeza. Si cuando se muere en una batalla o en combate singular, se piensa mucho en la muerte. Consideraciones diversas que nos imposibilita el pensar directamente en la muerte. Para qué sirve la preparación a la muerte. La muerte forma parte de nuestro ser, y es utilísima a la naturaleza.

MUSA, Médico de Augusto, II.

Musas. Son el juguete y pasatiempo del espíritu, II. Muy ligadas a Venus, I.

MUSSIDAN (Sitio de), I.

MYSON, uno de los siete sabios. Su respuesta a quien le preguntó por qué reía hallándose solo, II.

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