Aquel que un día enseñe a los hombres a volar habrá desplazado todos los puntos de referencia; hacia él volarán todos los puntos de referencia en el aire; bautizará de nuevo la tierra como "el cuerpo de luz".
El avestruz corre más rápido que el caballo más veloz, pero también hunde su cabeza en la pesada tierra: así sucede con el hombre que aún no puede volar.
Para él, la tierra y la vida son pesadas, y así quiere el espíritu de la gravedad. Pero el que quiera convertirse en luz y ser un pájaro, debe amarse a sí mismo: así lo enseño yo.
No, por cierto, con el amor de costado e infectado, pues con ellos apesta hasta el amor propio.
Uno debe aprender a amarse a sí mismo -así lo enseño- con un amor sano y saludable: para que uno pueda soportar estar consigo mismo, y no andar vagando.
Tal vagabundeo se bautiza a sí mismo como "amor fraternal"; con estas palabras se ha mentido y disimulado hasta ahora de la mejor manera, y especialmente por parte de aquellos que han sido una carga para todos.
Y en verdad, no es un mandamiento para hoy y mañana aprender a amarse a sí mismo. Más bien es, de todas las artes, la más fina, sutil, última y paciente.
Porque para su poseedor toda posesión está bien escondida, y de todos los pozos de tesoro el propio es el último en ser excavado -así causa el espíritu de la gravedad.
Casi en la cuna se nos reparte con palabras y valores pesados: "el bien" y "el mal", así se llama esta dote. Por ella se nos perdona el vivir.
Y, por lo tanto, permite que uno de los niños pequeños se acerque a uno,para prohibirles que se amen a sí mismos, lo que provoca el espíritu de la gravedad
Y nosotros... soportamos con lealtad lo que se nos asigna, sobre hombros duros, por montañas escarpadas. Y cuando sudamos, entonces la gente nos dice: "¡Sí, la vida es dura de soportar!"
Pero el hombre mismo es difícil de soportar. La razón es que lleva demasiadas cosas extrañas sobre sus hombros. Como el camello, se arrodilla y se deja cargar.
Especialmente el hombre fuerte de carga en el que reside la reverencia. Demasiadas palabras pesadas y valores extraños lo cargan sobre sí mismo- ¡entonces la vida le parece un desierto!
¡Y en verdad! ¡Muchas cosas también que son nuestras son difíciles de soportar! Y muchas cosas internas en el hombre son como la ostra - repulsivas y resbaladizas y difíciles de agarrar;-
Así que una concha elegante, con adornos elegantes, debe abogar por ellos. Pero también hay que aprender este arte: ¡tener una concha, y una apariencia elegante, y una ceguera sagaz!
Además, engaña sobre muchas cosas en el hombre, que muchas cáscaras son pobres y lamentables, y demasiado cáscaras. Mucha bondad y poder ocultos nunca se sueñan; ¡los manjares más selectos no encuentran quien los pruebe!
Las mujeres lo saben, las más selectas: un poco más gorda un poco más flaca... ¡oh, cuánto destino hay en tan poco!
El hombre es difícil de descubrir, y a sí mismo lo más difícil de todo; a menudo se encuentra el espíritu en relación con el alma. Así causa el espíritu de la gravedad.
Sin embargo, se ha descubierto a sí mismo quien dice: Este es mi bien y mi mal: con ello ha callado al topo y al enano, que dicen: "El bien para todos, el mal para todos".
Tampoco me gustan los que llaman a todo bueno, y a este mundo el mejor de todos. A esos los llamo los satisfechos de todo.
La satisfacción total, que sabe saborear todo, ¡no es el mejor sabor! Honro a las lenguas y estómagos refractarios y fastidiosos, que han aprendido a decir "Yo" y "Sí" y "No".
Masticar y digerir todo, sin embargo- ¡esa es la genuina naturaleza porcina! Siempre decir tú-A- que sólo tiene el culo aprendido, y aquellos como él! -
El amarillo intenso y el rojo ardiente -así lo quiere mi gusto- mezclan la sangre con todos los colores. Sin embargo, el que blanquea su casa, me traiciona un alma blanqueada.
Algunos se enamoran de las momias; otros, de los fantasmas: ambos son igualmente hostiles a la carne y a la sangre; ¡oh, qué repugnantes son ambos para mi gusto! Porque yo amo la sangre.
Y allí no residiré ni me quedaré donde todos escupen y vomitan: ese es ahora mi gusto, - más bien viviría entre ladrones y perjuros. Nadie lleva oro en la boca.
Sin embargo, aún más repugnante para mí son todos los lameculos; y el animal más repugnante del hombre que encontré, lo bauticé como "parásito": no amaría, y sin embargo viviría por amor.
Infeliz llamo a todos los que sólo tienen una opción: convertirse en malas bestias, o en malvados domadores de bestias. Entre ellos no construiré mi tabernáculo.
Infeliz también llamo a los que tienen que esperar siempre, - son repugnantes a mi gusto - todos los cobradores de peaje y comerciantes, y reyes, y otros terratenientes y comerciantes.
También aprendí a esperar, y a fondo, pero sólo a esperar por mí mismo. Y, sobre todo, aprendí a estar de pie, a caminar, a correr, a saltar, a trepar y a bailar.
Sin embargo, esta es mi enseñanza: el que quiera volar un día,debe aprender primero a estar de pie y a caminar y a correr y a trepar y a bailar: ¡no se vuela para volar
Con escaleras de cuerda aprendí a llegar a muchas ventanas, con piernas ágiles trepé a los altos mástiles: sentarme en los altos mástiles de la percepción me parecía una dicha no menor;-
-Para parpadear como pequeñas llamas en los altos mástiles: ¡una luz pequeña, ciertamente, pero un gran consuelo para los marineros desechados y los náufragos!
Por diversos caminos y mañas llegué a mi verdad; no por una sola escalera subí a la altura donde mi ojo vaga en mi lejanía.
Y sin quererlo, sólo pedí mi camino, que siempre fue contrario a mi gusto. Más bien cuestioné y probé los propios caminos.
Una prueba y un cuestionamiento ha sido todo mi viaje:- y en verdad, ¡uno también debe aprender a responder a tal cuestionamiento! Eso, sin embargo, es mi gusto:
-Ni un buen ni un mal gusto, sino mi gusto, del que ya no tengo ni vergüenza ni secreto.
"Este es mi camino, ¿dónde está el tuyo?" Así respondía a los que me preguntaban "el camino". Porque el camino... ¡no existe!
Así habló Zaratustra.