"¡Por qué tan duro!"- dijo al diamante un día el carbón; "¿no somos entonces parientes cercanos?"-.
¿Por qué tan suave? Oh, hermanos míos; así os pregunto: ¿no sois entonces mis hermanos?
¿Por qué tan blandos, tan sumisos y rendidos? ¿Por qué hay tanta negación y abnegación en vuestros corazones? ¿Por qué hay tan poco destino en vuestras miradas?
Y si no seréis destinos e inexorables, ¿cómo podréis un día conquistar conmigo?
Y si tu dureza no se desliza y corta y se hace pedazos, ¿cómo podrás un día crear conmigo?
Porque los creadores son duros. Y bendito debe parecerte presionar tu mano sobre los milenios como sobre la cera,-
-Bendito sea escribir sobre la voluntad de los milenios como sobre el latón,- más duro que el latón, más noble que el latón. Completamente duro es sólo lo más noble.
Esta nueva mesa, oh hermanos míos, la pongo yo sobre vosotros: ¡Que se endurezca!